«Cada atentado es una herida en la sociedad»

- El título nos deja muy claro de qué va la historia.

- Es contundente y no engaña al lector, le ofrece de inmediato un primer atisbo de lo que va a encontrar, sí.

- ¿No solo violencia, sino sobre todo reacciones humanas ante algo así?

- Nadie se levanta una mañana y sale de su casa pensando que será la última vez, pero si se haya en el lugar equivocado y en el instante planficado por estos batalladores del terror más negro, y se da cuenta de que se encuentra en esos últimos momentos de su existencia... Yo pensaba siempre en ellos, en qué pasaría por la cabeza de las víctimas. Aquí, son personajes muy distintos en todo, en edades, orígenes, profesiones, y todos coinciden en esa ciudad imaginaria de Finis y son conscientes de que es el final de sus vidas.

- Los jóvenes se duelen por lo que ya no vivirán.

- Como la guía turística, muy joven; como el joven estudiante madrileño de Arquitectura -cuya madre ya padeció el terrible atentado de Hipercor y quedó traumatizada-. Siendo tan jóvenes, lo primero que les viene a la cabeza es que no han vivido nada apenas. Sienten esa impotencia por lo que significa esta condena a muerte absurda y monstruosa.

- ¿Y los que piensan en el dolor que causará su muerte a los que los quieren?

- Como la policía, cuya madre está enferma y sabe que si le pasa algo a ella, la madre no lo podrá superar nunca. Qué disgustos van a dar a los suyos, piensan en muchos casos. Es lo que sienten. Un chico que ha ido a Finis a firmar los papeles del divorcio, piensa en su padre y en que no va a llegar a abuelo. Cada uno reacciona a su manera. No todo el mundo actúa heroicamente, no todos se enfrentan a los terroristas para salvar a otros: hay quien bloquea su mente y se refugia en un 'no existe', hay quien piensa en los suyos. Cada ser humano reacciona al miedo y a la muerte de manera diferente.

- ¿Las víctimas no son solo las que mueren?

- Las víctimas son muchas más: los asesinados, sus familiares y amigos y, a la larga, toda la sociedad. Cada atentado, aunque no se esté presente, es una herida en la sociedad. Es una herida que se inflige a mucha gente.

- En cuanto a los terroristas, ofrece una tipología en la que no solo hay desarraigados.

- Bin Laden no era el pobre de pedir y no creo que anduviera por las esquinas lamentándose de su infortunio y sin integrarse. Yo quería centrarme en las víctimas, pero los personajes de los verdugos son importantes y muestran esas diferencias entre sí. Algunos viene de un entorno acomodado, otros de entornos modestos, el emigrado a Bélgica pertenece a una familia en la que los otros tres miembros se sienten parte de la sociedad. Otro es un delincuente que ha pasado por la cárcel y allí lo ha radicalizado un imán. A unos los mueve la envidia, el resentimiento, la necesidad de sentirse importante. Cada terrorista tiene una motivación diferente... y no llamaría yo pensamiento a lo que hacen, porque eso es opuesto al fanatismo. Pensamientos del siglo VIII no pueden servir hoy. La gente que evoluciona con su tiempo tiene pensamiento; la que se queda anclada a la literalidad de un mensaje antiguo, no.

- ¿Temen asomarse a la belleza del mundo y a su complejidad?

- Hay mucho temor en esos mensajes de odio: al otro, a las mujeres. Buscan asideros en lo fácil, entendido como lo pétreo. Les aterra el matiz. No pueden percibir la belleza del mundo porque existe solo el dogma. Son incapaces de comprender que cada ser humano es diferente. Hay que defender férreamente el contrato social, los derechos humanos, las libertades, y no se puede permitir que se luche contra lo que tantos siglos ha costado conseguir en estas materias. 'Atentado' es una reivindicación de la complejidad de la belleza del mundo. Como dice la turista neoyorquina de la novela, esta gente sería digna de conmiseración, si no se les detestase tanto, porque se niegan esa complejidad, por su incapacidad de vivir y deleitarse con el mundo.

- Ella vive el arte como refugio. ¿Lo es?

- La novela es un homenaje también al arte, a la capacidad creativa de los seres humanos. Las figuras de ese fresco modernista del teatro representan, para los que están abajo, una gran esperanza. Cuando las imaginaba, al hipocampo y a la sirena, pensaba en dos especies diferentes en un mismo espacio que se miran con arrobo y fascinación; esa atracción por lo diferente, por el otro, es un rasgo de inteligencia. Lo contrario, decir no a lo que son los otros, es fanatismo, estupidez.

- ¿Le sirve a usted de consuelo?

- De lo que sucede en la vida... y como salvación. Aunque sea una catarsis imposible, escritura, escultura, cine, cualquier forma de arte, lo que hace que nos inclinemos sobre otras realida des y nos metamos en otros mundos y conozcamos otras voces, es lo que nos hace realmente humanos. Creo firmemente que si somos una especie diferente a otras de mamíferos, es solo porque hemos sido capaces de crear cosas que nos sobrevivieran a nosotros mismos. De la naturaleza humana siempre me ha obsesionado su crueldad... pero también me entusiasma su capacidad de bondad y de crear belleza.