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El secuestro. Policías y curiosos tras el secuestro llevado a cabo en plena calle. ap
Crímenes sin resolver

Aldo Moro y la verdad secuestrada

Reportaje ·

El cine político se ha nutrido del debate ético y las incógnitas criminales derivadas del caso del dirigente italiano

Sábado, 27 de agosto 2022, 00:04

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¿A qué hora tuvo lugar el suceso? - Acababan de sonar nueve campanadas en la iglesia de Santa Chiara.

-¿Dónde estaba usted?

- Bajaba por la vía Mario Fani.

- ¿Y qué es lo que vio?

- Yo ya había reparado en el Fiat 128, pero ni siquiera me dio tiempo a pensar qué hacía en mitad de la calzada, justo en la intersección con la vía Stresa. Fue entonces cuando llegaron el 130 y el Alfetta. Iban muy rápidos y el segundo no pudo frenar y embistió al primero. Los ocupantes del 128 salieron de inmediato, parecían pilotos de Alitalia o algo así. Me quedé de piedra cuando vi que portaban metralletas y comenzaban a disparar contra los ocupantes de los vehículos. Uno consiguió salir del coche y lo acribillaron. Luego abrieron la puerta trasera, sacaron al único que parecía haber sobrevivido a los disparos y lo vi. Estaba estupefacto, aterrorizado. Creo que en algún momento giró la cabeza y lo reconocí. Era el mismísimo Aldo Moro.

Los testigos de la masacre de Vía Feni describieron una acción milimétricamente calculada, audaz y veloz. Pero no fue un golpe más. Apenas había comenzado el 16 de marzo de 1978 e Italia había cambiado para siempre. El secuestro del líder de la Democracia Cristiana (DC), el principal partido del país, sacudió la vida política transalpina. El día en el que se votaba una moción de confianza hacia el Gobierno de Giulio Andreotti, la banda terrorista Brigadas Rojas raptó al hombre clave de su escena pública.

Los siguientes 55 días abrieron un debate ético. Durante casi dos meses, el comando hizo llegar cartas del rehén en las que abogaba por la negociación para liberarlo. Algunos dirigentes de la DC y el Partido Comunista, principal formación de la oposición, se incluían en el 'frente de firmeza', contrario al diálogo, mientras que otros, como los dirigentes del Partido Socialista, se mostraban partidarios de mantener conversaciones con los autores, y el Papa Pablo VI y Kurt Waldheim, secretario general de la ONU, demandaban clemencia. Algunos apelaban a la rotundidad del Estado y otros clamaban por la vida del dirigente.

El crimen. El cadáver apareció en el maletero de un coche, a medio camino de las sedes de la DC y el PCI. ap

Las discusiones finalizaron abruptamente el 9 de mayo. El cadáver de Moro fue hallado en el maletero de un coche aparcado en el centro de la capital, un lugar equidistante entre las sedes de las dos grandes formaciones políticas. El eco internacional fue inmediato. El asesinato del exprimer ministro ha sido equiparado, por su repercusión, a los del presidente John Fitzgerald Kennedy y el 'premier' israelí Isaac Rabin.

La desaparición de Moro tuvo lugar el día en el que se iba a plasmar el primer acuerdo entre democristianos y comunistas, el denominado 'Compromesso Storico', un acuerdo para sostener al Gobierno. Italia se hallaba sometida a una crisis especialmente convulsa. La inestabilidad política, los graves conflictos sociales y la violencia extremista parecían conducir al Estado a una situación sin salida. El pacto entre los enemigos se antojaba la última solución para alcanzar cierta estabilidad que propiciara las reformas necesarias y la estabilidad requerida.

El magnicidio se ha convertido en una herida abierta, incapaz de sanar. Más de cuatro décadas después, las investigaciones y especulaciones se entrecruzan generando una maraña en la que la verdad y la fantasía parecen retroalimentarse. Algunas suposiciones, las más aventuradas, denuncian la comisión de un crimen de Estado.

La labor historiográfica es muy abundante y no cesa. 'Tenía que morir', el ensayo de Ferdinando Imposimato, exdiputado y uno de los magistrados encargados del caso, apunta al entramado de «mentiras, omisiones, zonas oscuras y maniobras», destinadas a desviar a la Justicia. 'Moro', de Massimo Mastrogregori, constituye la última aportación a una corriente revisionista que cuestiona la tesis oficial difundida en su época.

Sospechas

En la Prensa. Primera página de 'La Stampa' de Turín, con la noticia del asesinato.
Imagen - En la Prensa. Primera página de 'La Stampa' de Turín, con la noticia del asesinato.

La teoría de la conspiración se manifestó desde aquella infausta mañana cuando, tras conocerse lo sucedido, se instalaron controles extrañamente alejados de la Vía Mario Fani. La incentivó la no menos sorprendente inoperancia de los servicios secretos a lo largo de todo el proceso. El misterio se estructura como una pirámide en cuyo vértice convergen los intereses de la clase dirigente local y la Casa Blanca. Según testimonios de la viuda de Moro, Henry Kissinger, el ubicuo secretario de Estado, advirtió a la víctima de las penosas consecuencias de su acercamiento al Partido Comunista. En este escenario, la suerte previa del presidente chileno Salvador Allende resulta inquietante.

El descubrimiento de que la red paramilitar Gladio, iniciativa de la CIA para combatir la influencia ideológica de Moscú, estaba vinculada con grupos de ultraderecha alentó la hipótesis, acrecentada por la aparición de la logia P-2, ligada al siniestro Licio Gelli, conocido como 'El hombre de las mil caras'. En este poliedro, incluso fue cuestionada la naturaleza de las Brigadas Rojas, grupo de extrema izquierda cercana a la alemana Fracción del Ejército Rojo. Alberto Franceschini, uno de sus fundadores, llegó a afirmar que Mario Moretti, considerado el autor material del asesinato, era, en realidad, un infiltrado y que la logística de la operación excedía ampliamente las posibilidades operativas de la entidad.

El séptimo arte ha sido el mayor beneficiario de la polémica. Mientras el neorrealismo describía un país mísero que sobrevivía en la posguerra robando bicicletas, el cine político hurgaba en las contradicciones del desarrollismo. La matanza de la vía Fani no se antoja un hecho aislado en las tumultuosas décadas de los sesenta y setenta, conocidos como 'los años de plomo', enmarcados en plena 'guerra fría'. Italia se había convertido en un territorio fronterizo para el capitalismo, allí donde los intereses de las grandes empresas convergían con importantes redes obreras y políticas vinculadas a corrientes revolucionarias y el comunismo poseía las mejores condiciones para alcanzar, por primera vez, el poder en un país occidental.

La inoperancia de los servicios secretos alimentó la teoría de la conspiración

El extraño desenlace y las incógnitas en torno a los instigadores del secuestro impulsan un género que cuestiona la naturaleza del Estado de Derecho y apunta a la existencia de una complicidad de la Administración con poderes en la sombra. Películas como 'La estrategia de la araña' o 'Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha' cuentan con el sello de los grandes directores de credo marxista y espíritu crítico, caso de Francesco Rosi, Gillo Pontecorvo o Marco Belloccio, el autor de 'Buenos días, noche', una de las películas clave en torno al asesinato. La película reconstruye su cautiverio según el testimonio recogido en las memorias de la exbrigadista Anna Laura Braghetti. El mismo autor ha realizado recientemente la serie de televisión 'Esterno Notte', utopía alrededor de Moro felizmente liberado.

La ficción ha sido combatida con relatos que ponen el acento en el protagonismo único de la barbarie terrorista y la determinación homicida de individuos como Mario Moretti, ya excarcelado y que nunca ha manifestado arrepentimiento por sus acciones. Pero esa corriente posibilista se encontró de bruces con la peor confirmación de la corrupción que corroía las bases del Estado y despeñaba a la Primera República. Tan solo catorce años después del crimen, el escándalo Tangentopolis descubrió una red de sobornos que afectaba a todo el sistema y que se llevó por delante a los grandes partidos.

El director bosnio Emir Kusturica dijo que el cine debía ser más grande que la vida, pero, tal vez, no pensaba en la exquisita Italia. Allí, todo es posible. Aún hoy, sus ciudadanos se cuestionan constantemente los límites entre creación y verdad.

- La realtá supera l'immaginazione'.

- Ma dov'é la realtá?

  1. En el cine y la TV

Películas

'El caso Moro'. Giuseppe Ferrara, 1986.

'El año de la pistola'. John Frankenheimer, 1991.

'Buenas días, noche'. Marco Bellocchio, 2002.

'La plaza de las cinco lunas'. Renzo Martinelli, 2003.

'Aldo Moro. Asesinato de un presidente'. Gianluca Maria Tavarelli, 2008.

'Piazza Fontana. La conspiración italiana'. Marco Tullio Giordana, 2012.

'Aldo Moro. El profesor'. Francesco Micciché, 2018.

Televisión

'Esterno notte'. Marco Bellocchio, 2022.

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