ELA, sindicalismo y política

Idoia Estornes repasa la historia del sindicato y su influencia en el nacionalismo

Pedro Ontoso

Viernes, 7 de abril 2017, 19:27

El sindicalismo de sello nacionalista acaba de despedir a Valentín Bengoa Etxeberria, un jesuita liberado por la Compañía para el trabajo social. Era el alma de ELA, un sindicato de larga trayectoria, instalado ahora en la confrontación y con veleidades políticas.

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Bengoa estuvo de maestrillo en Nicaragua, en la primera época del sandinismo, y mantuvo mucha relación con Fernando Cardenal, ministro de Educación y también jesuita. De Centroamérica importó aquella teología que optó por los pobres y la aplicó al sindicalismo. Sin ostentar un puesto orgánico tenía mucha autoridad moral y se le consideraba el patriarca del sindicato. Por las mañanas, era el primero en levantar la persiana en la bilbaína sede de Barraincua.

Valentín Bengoa Beltza es uno de los muchos personajes que aparecen en el libro de Idoia Estornés. Los bengoas marcaron mucho. Los jesuitas también. Es una obra documentadísima y sincera, en la que la autora retrata una época que vivió en primera persona, sobre todo desde que se afincó en Euskadi en pleno Mayo del 68. En el libro reconstruye la historia de ELA-STV y el compromiso que toma forma a través del marxismo, que llegó a Euskadi desde la vecina Francia y encontró acomodo en Loyola, epicentro del movimiento jesuita.

El control del movimiento obrero en Euskadi siempre ha tenido muchos líderes dispuestos a realizar esa misión. Las escuelas sociales, por ejemplo, eran un caladero en el que había codazos. Incluso ETA echó sus cedazos para captar a sus militantes. Había un interés en insertar el problema nacional del nacionalismo vasco en una perspectiva social. A lo largo del libro se constata la fuerza de la educación religiosa en Euskadi y el papel de muchos hombres de Iglesia en la formación de la identidad sociopolítica vasca. Su huella también se distingue en el origen y desarrollo de ETA, antes de que su actividad totalitaria fuera condenada y combatida.

Pero en Euskadi hubo gente que luchó contra Franco y por las libertades sin recurrir a las pistolas y a la goma-2. Idoia Estornés deja claro el rechazo de ELA-Berri al terrorismo y su combate contra la filosofía de Aberria ala hil (patria o muerte), un aspecto que iba a ser nuclear en sus principios. Sin embargo, y aunque repudió desde sus inicios los atentados de ETA y la lucha armada, también se dejó llevar por la narrativa comprensiva de lo que la izquierda abertzale denomina conflicto.

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Ahora que resulta evidente el enfrentamiento entre ELA y el PNV hay que recordar que en su día ELA fue el soporte obrero tradicional de la formación jeltzale. Incluso hubo un intento de los Bengoa-Etxeberria (Alfonso) de ingreso en bloque en el PNV que no arribó a puerto, según se recoge en el libro. Aunque la idea de un partido discurría de forma subterránea en ELA-Berri desde la rebelión de los 60, se reafirmó la estricta práctica sindical. Pero la tentación seguía latente. Luego llegó el desdoblamiento con la creación de ESB, ELA-STV reunificada y ELA-Askatasuna. Y a los enfrentamientos con el PNV. El libro se queda a las puertas del golpe de palacio contra Alfonso Etxeberria y la llegada de José Elorrieta. Luego, como certifica Idoia Estornés, vino el frente abertzale, la unión con LAB, el pacto de Lizarra, el rechazo del Estatuto de Gernika, el soberanismo. La política.

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