Figuras efímeras

La dramaturgia se construye de forma dinámica gracias a acciones cortas que encapsulan la relación con los numerosos personajes que nacen y desaparecen. Cada escena abre una atractiva puerta para la interacción de esas figuras de papel con Analía Serenelli. Una taza, una tetera, un hombre, una mariposa, una mano y una farola cobran vida en un juego que destaca por la destreza técnica de la artista en su trabajo con los equilibrios y el movimiento. Sin embargo, aunque la puesta en escena estimula la imaginación, la falta de cohesión entre los episodios afecta la fluidez narrativa. Las transiciones entre las acciones así como los finales de estas necesitan más fuerza y evitar caer en repeticiones como el pinchazo del globo, para así ganar frescura.

Si bien la música añade un aire melodramático que insufla sentimiento a la historia, la falta de limpieza no consigue que se termine de invertir emocionalmente en los mundos creados. La manipulación de los objetos, aunque delicada, carece de precisión en momentos clave. Un ejemplo de ello es la escena con el muñeco de papel, donde los abrazos y el baile en pareja no logran alcanzar un clímax contundente. Esto se ve acentuado por un diseño escenográfico que deja una sensación de indefinición. La mesa cubierta de una tela negra en un enorme escenario vacío diluye la atmósfera poética de la obra y con ello, su posible magia.

Este espectáculo multidisciplinar destila destreza en el movimiento y en las acrobacias, ofreciendo momentos de gran belleza visual que atraen momentáneamente pero que no terminan de encandilar.