'Lo peor que le puede pasar a un niño', un obra que destripa la masculinidad tóxica
El montaje de Javier Liñera se estrena en Vitoria y recala el jueves en Muxikebarri con Aitor Pérez y Haizea Águila en los roles de Chico y Barbie
No hay sangre ni nada espeluznante. Es lo que primero que advierte Javier Liñera (Getxo, 1975) al hablar de 'Lo peor que le puede pasar ... a un niño', su última obra teatral, que estrena este jueves, a las 19.30 horas, en el Centro Cívico Hegoalde, en Vitoria, y recalará al día siguiente, a las 20.00, en el centro getxotarra de Muxikebarri. «La he planteado como una obra cercana a mi vida. Hay bastante de mí pero, claro, no hay que tomarse todo al pie de la letra. Hay que verla como una autoficción sobre la construcción de la masculinidad. ¿Qué nos ha marcado en la infancia y adolescencia? ¿Por qué? ¿Hasta qué punto? ¿Hay que echar la culpa de todo siempre a los demás? Me inspiro en un contexto social y político común a mi generación. Recurro a cositas que me sucedieron a mí, pero no es una biografía».
Liñera se centra en las figuras (padres, abuelos, profesores y amigos) que más influyen en la personalidad de los más pequeños con vistas a convertirlos en una pieza cotizada en la sociedad y el mercado laboral. El dramaturgo getxotarra es conocido por abordar temas LGTBI, pero en este caso, pese a que reflexiona una vez más en torno a la diversidad sexual, recrea un mundo en el que todos podemos vernos reflejados. 'Lo peor que le puede pasar a un niño' ahonda en los años 80 y 90, cuando era impensable que los chavales jugaran con muñecas o quisieran pintarse las uñas. Tenían que ser diestros con el balón y, llegado el caso, también con los puños. Y por supuesto, estaba prohibido llorar.
En aquella época los hombres de verdad se tragaban la pena en público, incluso cuando veían a E.T., tumbado en una camilla y al borde de la muerte. Solo se admitían las lágrimas de rabia en los partidos de fútbol. «El motor de la obra no es el resentimiento ni el victimismo. Lo que pasó, pasado está. Eres tú el que debe asumir los actos del presente. Todos cargamos con heridas y taras, sí, pero hay que llevar las riendas de nuestras vidas», advierte Liñera entre ensayo y ensayo, acompañado de Aitor Pérez Collado, coprotagonista de la obra junto a Haizea Águila.
Balance e introspección
Los personajes se llaman Chico y Barbie. Ella tiene el nombre de la muñeca pero su imagen dista mucho de ser como la del juguete. «Es el álter ego de Chico y se le notan las huellas de la vida. Vamos, que ninguno ha nacido ayer. Ambos se acercan a los 50 años y deciden hacerse una 'necropsia en vida'. Todo arranca con una 'autopsia'. Deciden abrirse en canal y reflexionar sobre lo que llevan dentro, porque el cuerpo y la mente les lleva a hacer un alto en el camino. Necesitan hacer introspección y balance».
El texto de 'Lo peor que le puede pasar a un niño' ganó hace dos años el Premio Max Aub de Teatro Ciutat de València y se publicó en Ñaque Editora. Esta semana sube a escena con modificaciones, porque la palabra hablada tiene sus propias reglas. «Hay momentos que tienen impacto por escrito, pero no funcionan delante del público. Y también hay que atender a las propuestas de los actores. Estoy satisfecho con el resultado. No hay audiovisuales pero sí tenemos luces estroboscópicas. Está todo medido y justificado, con momentos crueles pero no desagradables. Hay mucho amor y ternura en la escritura».
El montaje es una producción de Ékoma Teatro, una compañía dirigida por Aitor Pérez Collado y Javier Liñera que «no pretende ofrecer respuestas sino azuzar preguntas». La pelota quedará en el tejado del espectador.
Las funciones
Vitoria. Jueves, Centro Cívico Hegoalde (19.30 horas). 15 €.
Getxo. Viernes, Muxikebarri (20.00 horas). 10 €.
uIntérpretes. Aitor Pérez (Chico) y Haizea Águila (Barbie).
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