Bieito reivindica la «dramaturgia del cuerpo» en el estreno de 'Lear' en el Teatro Real
La ópera del compositor Aribert Reimann se ofrece en un montaje con 13 solistas que se presentó en París en 2016
Le gusta jugar al tenis pero suda mucho más en el trabajo. No hay más que echar un vistazo a su agenda para sentir vértigo. ... En las últimas semanas, apenas ha descansado por culpa del covid que le obligó a guardar cama. El resto del tiempo no ha parado de moverse y divertirse. «Yo reivindico la risa en los ensayos. Me lo paso muy bien, en serio», confiesa Calixto Bieito (Miranda de Ebro, 1963) en el despacho lleno de luz que tiene en el Teatro Arriaga. Aquí lleva ya ocho años como responsable artístico, estrenando montajes propios y ajenos cada temporada, pero sin descuidar su trayectoria internacional.
Ha empezado el año con ímpetu: después de 'Die Soldaten' en Colonia y París, ha pasado unos días en Madrid para supervisar los ensayos del estreno en España de 'Lear' - que se ofrecerá con Asher Fisch a la batuta- y marcha de nuevo a la capital francesa, que en breve ofrecerá su versión de 'El ángel exterminador'. Es decir, no tiene previsto asistir este viernes a la prèmiere en el Teatro Real de la obra maestra del compositor Aribert Reimann (Berlín, 1936). «Ya tengo el billete a París para volcarme en 'El ángel exterminador'. El montaje de 'Lear' es una producción de la Ópera Nacional de París que se estrenó con éxito en 2016 y también se ha visto en el Maggio Musicale Fiorentino. Ahora en Madrid el responsable de la reposición es Yves Lenoir. Confío plenamente en él y, además, nos llevamos muy bien», subraya con tono relajado.
No le afecta lidiar con textos que penetran en las profundidades más tenebrosas de la mente humana. Una tragedia mayúscula como 'El rey Lear' de Shakespeare está empapada de violencia y locura, con un anciano todopoderoso que lo pierde todo por el peor de los errores. No huele el peligro ni reconoce el amor cuando lo tiene delante. «Se deja llevar por las palabras y las apariencias. Es uno de los muchos temas de la obra. Yo la veo como el universo, lo recoge todo. La fragilidad y la soledad también están ahí, igual que la vanidad. Lear pone a prueba el afecto de sus hijas y no entiende nada. No capta la realidad que va más allá de la fachada».
Bien lo dice el bufón de la corte medieval de Lear: «La verdad es un perro que hay que echar a la perrera». Nadie la quiere ni la busca. El director de escena mirandés ambienta la trama en la década de los 80 y saca partido a la escenografía concebida por Rebecca Ringst, dentro de un espacio delimitado por estacas de madera chamuscada y una potente iconografía simbólica. «Ojo, las referencias a la 'Pietà' de Miguel Ángel y 'Lamentación sobre Cristo muerto', de Mantegna, no tienen un enfoque religioso. Se muestran como iconos universales, sin más. Mi terreno natural son las emociones».
La autenticidad en escena
El trabajo con los cantantes le resulta especialmente llevadero, porque los actores, «sobre todo los centroeuropeos», suelen intelectualizar todo y hablar mucho. «No tengo nada contra la comunicación verbal, pero es mejor llegar a ella cuando hay confianza y la información principal ya se ha asimilado». Este prisma 'calixtiano' está creando escuela, hasta el punto de que ya ha impartido talleres sobre 'Dramaturgia del cuerpo' en Berlín, tanto en la Universidad de las Artes como en la Escuela Superior de Música Hanns Eisler.
«¿Qué hay detrás de los ojos de una persona? ¿Cómo mira y gesticula? ¿De qué manera camina? Me fijo muchísimo en este tipo de detalles porque, en última instancia, todo se reduce a una búsqueda de la autenticidad. La autenticidad en escena puede ser artificial y, al mismo tiempo, muy de verdad porque estás provocando una emoción muy fuerte». Los 13 solistas que cantan y actúan en 'Lear' conocen bien el estilo de Bieito y más de la mitad formaban parte del reparto, liderado por el barítono danés Bo Skovhus, cuando el montaje se estrenó en la Ópera Nacional de París.
«El reencuentro ha sido fantástico. Nos hemos puesto al día enseguida, hablando de nuestras vidas y el paso del tiempo, que ya nos vamos haciendo un poco mayores». El pasado noviembre cumplió 60 y se sorprende a sí mismo al recordar que tenía 41 años cuando se aproximó por primera vez a la tragedia de Lear en un montaje teatral protagonizado por José María Pou que se estrenó y triunfó en Barcelona. Entonces situaba la trama en un país de Europa del Este y el protagonista era un dictador. «Es una obra omniabarcante. Imposible de agotar. También hay una necesidad muy grande de consuelo».
- ¿Cómo se relaja usted?
- ¡Me encantan las películas de los hermanos Marx! Tengo un humor un poco dadaísta. Es que lo absurdo hace que me muera de risa.
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