'Las amargas lágrimas de Petra Von Kant': otra mirada a un clásico

En la puesta en escena de 'Las amargas lágrimas de Petra Von Kant' parece chocar una plástica que, por paradoja, estaría en la atmósfera del autor alemán Rainer Werner Fassbinder (1946-1982). Por un lado palabras extremas, una relación amorosa visceral, con desahogos y exabruptos: 'maldita cerda', 'mediocre'. Al otro lado barroquismo visual, artificio casi de rito. Pero la brecha entre lo que se oye y cómo se muestra es propia del autor y de su cine, y de la directora y adaptadora Rakel Camacho, que entraba por los ojos en 'El cuarto de atrás' de Martin Gaite vista en Arriaga el pasado febrero. Ojo, en 'Petra Von Kant' y 'El cuarto de atrás', estaba a cargo del sofisticado movimiento escénico Julia Monje, también actriz, bailarina, maestra de lengua de signos, para hacer del rudo melodrama un poema visual donde importa lo plástico, la luz de Mariano Polo, vestuarios sofisticados, canción en vivo, ruidos…, la envoltura.

Petra von Kant, brillante diseñadora de modas recién separada de su segundo marido, vive con una atenta Marlene, entre compañera y sirvienta. Petra conoce a Karin, joven ambiciosa de origen humilde, se enamora a primera vista y promete convertirla en una modelo internacional: 'voy a diseñar una colección especial para ti, serás alguien'. Las dos mujeres llegan a una relación alternante y tormentosa de amor y odio.

Es otro clásico sobre la obsesión amorosa: 'sufrirás esta agonía de muerte', la necesidad de aceptación, y relaciones de poder con el desgarro de 'Las criadas' de Jean Genet, o 'El sirviente' de Joseph Losey y Harold Pinter. El tórrido flechazo es un retrato estilizado de amores, desamores, y dominaciones en un universo femenino. El dramaturgo habla del albedrío y la dependencia en 'una historia de amor sáfico alimentado de elipsis y silencios'.

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