«Solo nos unía la idea de la vanguardia, cada uno vivía en su propio mundo»

En una entrevista con este diario, Sistiaga evocó hace tres años que aquel movimiento disruptivo surgió «una noche que estaba desvelado. Pensé por qué no hacer un grupo de artistas que no tuviéramos relación en aquel momento con la figuración. Pensé en quiénes podíamos estar en ese grupo y se me ocurrieron siete en concreto».

A la mañana siguiente contactó con Amable Arias, y a la iniciativa se sumaron Jorge Oteiza, Nestor Basterretxea, Remigio Mendiburu, Eduardo Chillida, Rafael Ruiz Balerdi y José Luis Zumeta. Un elenco que presentó credenciales con una exposición en la galería donostiarra de Dionisio Barandiarán en 1966.

Aquella exposición, un hito en la historia el arte vasco, se saldó con un solo cuadro vendido. «Como estábamos llenos de ideales, habíamos propuesto al propietario de la sala, Dionisio Barandiarán, que los ingresos por cada obra vendida se repartieran entre tres: un tercio para la galería, otro para para el autor y otro para un artista emergente. Pero solo vendimos una obra, mía, que compró el arquitecto Marticorena».

Otra cosa fueron las relaciones que mantuvieron los integrantes del grupo, pues como precisó Sistiaga, «solo nos unía la idea de la vanguardia y el hecho de vivir en un mismo sitio y en un mismo espacio. Cada uno de nosotros vivía en su propio mundo». Gaur funcionó como grupo apenas un año. «No teníamos líder, aunque la fuerza de Oteiza arrollaba. Y, sin hijos, era el que tenía tiempo para escribir. Otros teníamos que sacar adelante a familias numerosas», evocaba Sistiaga.

Tras la exposición en San Sebastián, Gaur celebra otra muestra en la fábrica de la CAF de Beasain. Pero el grupo no funciona. «Cada uno vivíamos en nuestro mundo. Y eso, unido al cambio en la dirección de la galería, con algunas prácticas que no nos gustaron, nos fue distanciando. En 1967, el grupo dejó de existir como tal».