Sílvia Munt: «Mujeres y hombres tenemos que aprender a quitarnos juntos la caspa que nos han puesto»
La actriz y directora recoge en Bilbao el Premio Simone de Beauvoir del festival Zinemakumeak: «Ella defendía que, con el tiempo, vas aprendiendo a ser mujer»
La última vez que vimos a Sílvia Munt (Barcelona, 1957) como actriz fue hace ocho años en 'Requisitos para ser una persona normal', de Leticia Dolera. A finales de los 90, la intérprete pidió la excedencia de una serie y se fue cinco días al desierto argelino a rodar 'Lalia', la historia real de una niña sarahaui en un campo de refugiados. Aquel corto documental ganó el Goya (tiene otro como actriz por 'Alas de mariposa') y fue el inicio de una carrera como directora con una docena de largometrajes, el último de los cuales, 'Las buenas compañías', se estrenó en cines el pasado mes de mayo tras pasar por el Festival de Málaga.
«Dirigir me curó», sostiene Munt, que este jueves 26 de octubre recogerá el Premio Simone de Beauvoir de Zinemakumeak, la muestra de cine de mujeres de Bilbao (sala BBK, 19h). «Acababa de dar a luz a mis gemelas y tenía una carrera de actriz maravillosa, siempre metida en la idea de otro, porque casi no había directoras. Me encontraba mal y una persona me dijo que igual tenía un oficio que no me hacía del todo feliz. A punto de cumplir 40 años, necesitaba encontrar mi propia voz. Me fui al desierto y fui la mujer más feliz del mundo».
Munt sintió «la displicencia y condescendencia» de quienes vieron en su salto a la dirección un capricho de actriz. «Fui dejando de interpretar porque me encontraba mejor detrás de la cámara», argumenta. «No me desengañé del oficio, fue un proceso natural. Ser actriz me ha hecho no perder la cabeza, vivir otras vidas me ha dado sabiduría para entender el mundo».
'La orgía', de Francesc Bellmunt, fue su primera película en 1978. Allí coincidió con una nueva generación de actores catalanes: Juanjo Puigcorbé, Vicky Peña, Assumpta Serna, Carme Elías... «Tenía 18 años. Recuerdo la euforia, era un tiempo en el que se dinamitaba todo y se cogían las libertades a la fuerza. Teníamos la alegría inconsciente de que todo era posible. Yo entonces era bailarina y estaba en la Asamblea de Trabajadores del Espectáculo. Jugábamos, no sentíamos el peso de lo que íbamos a hacer de mayores. Éramos amigos de asamblea hasta las cinco de la mañana, discutiendo el sexo de los ángeles. Anarquistas a los que nos dieron una gran patada porque éramos molestos».
Con su bebé en un rodaje
Con 'La orgía' Sílvia Munt entendió «que eso del cine me podía gustar». Después, protagonizó la serie 'La plaza del Diamante' y su papel de Colometa le brindó una enorme popularidad. En los 80, participó en el 'nuevo cine vasco' de la mano de Pedro Olea en 'Akelarre' y de Juan Ortuoste en 'Golfo de Vizcaya', rodada en un Bilbao muy diferente al actual. De esta última se recuerda dándole el pecho a la primera de sus tres hijas. «Con mi feminismo a cuestas cometí una locura, no era nada habitual que una actriz apareciera con su bebé en un rodaje. Todos fueron muy cariñosos, me dijeron que pararíamos cada tres horas, pero luego fue muy difícil cumplirlo. Cuando se oía su llanto gritaban: ¡paramos para el bocata!».
Disponible en Filmin y HBO Max, 'Las buenas compañías' reivindica a la asociación de mujeres de Errenteria que, en 1977, organizaba viajes para abortar en Biarritz. La protagonista, encarnada por Alicia Falcó, es un álter ego de la directora. «Yo fui hija de padres separados y, como ella, con 17 años en Barcelona lo probaba todo. Era un momento único en nuestro país, en el que la mujer sacaba la cabeza después de 40 años de estar sometida bajo el pie patriarcal de la Iglesia y de la política».
Sílvia Munt no oculta que abortó en Londres cuando en España era delito. «Lo digo para ayudar a no culpabilizar a las personas que se encuentran en una situación tan tremenda. Hay que mirar por el retrovisor, porque en cualquier momento entran con el hacha y se acabó». Le encanta que el Premio que recibe este jueves se llame Simone de Beauvoir. «Ella defendía que, con el tiempo, vas aprendiendo a ser mujer, dejando de culpabilizarte y responsabilizarte del mundo entero a nivel emocional, familiar y maternal. Las mujeres y los hombres tenemos que aprender juntos a quitarnos toda la caspa que nos han puesto».
