Restitución

En 1926 abre el Lyceum Club en Madrid, una avanzadilla feminista de regeneración y progreso. Eran mujeres ilustradas, Victoria Kent, Margarita Nelken, Clara Campoamor, Elena Fortún, la actriz Halma Angélico y escritoras, la riojana María Lejárraga, la alavesa Ernestina Champourcín… Algunas pudieron exiliarse en la guerra. Benavente se negó a hablar allí 'a tontas y a locas' pero acudió García Lorca, Unamuno leyó su drama 'Raquel', y Alberti las apoyó vestido de clown. Hubo cuatro nombres más en el Lyceum. Pilar de Zubiaurre, que nació en Garai y murió en México, pianista y agente de arte. Carmen, pamplonesa, etnóloga, hermana de Pío y Ricardo Baroja, madre de Julio Caro. Alavesa era María de Maeztu, pedagoga, muerta en Argentina. Zenobia Camprubí fue traductora, murió en Puerto Rico al poco de lograr el Nobel su marido Juan Ramón Jiménez. 'Lyceum Club' recrea a las cuatro.

Sin nostalgia, con más testimonio coral que intimismo, la pieza es restitución. La dramaturga María Goiricelaya espiga la enseñanza pública, el techo de cristal blindado que les corta el vuelo, la tiranía de las 'tres cés': cocina, cuna y campanario. Monologan, dialogan, cantan y bailan. Al piano Adrián García de los Ojos apoya el canto de tonadas populares ('Si me quieres escribir', 'Anda jaleo'…) y postizos de repertorio ('Se equivocó la paloma' de Alberti, 'Gallo rojo, gallo negro' de Chicho Sánchez Ferlosio, 'Libre te quiero' de García Calvo …). Se disfruta. Ane Pikaza, Olatz Ganboa, Nagore González y Getari Etxegarai actúan muy a la medida: no es un recital, es un alegato. Complicidad, hallazgo.