Un recital lírico sin máscaras
ABAO On Stage ·
Rocío Ignacio y Carlos Álvarez, acompañados por Rubén Fernández-Aguirre, interpretarán un programa que culminará con piezas de VerdiLa ciudad más verdiana fuera de Italia acogerá el sábado próximo un recital de la soprano Rocío Ignacio y el barítono Carlos Álvarez que transitará ... de la música francesa al verismo para terminar con una dosis importante del compositor de Roncole. El programa ABAO On Stage, con el que la organización lírica bilbaína está cubriendo esta temporada en la que ha sido imposible subir al escenario cuatro de las cinco producciones previstas, llegará el día 17 a su cuarto acto con este dúo de cantantes andaluces que ya han estado en ocasiones anteriores en sus ciclos. En esta ocasión lo harán en la sala de la Sociedad Filarmónica, acompañados por el pianista Rubén Fernández-Aguirre.
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En el programa figuran obras de Saint-Saëns, Gustave Charpentier y Thomas, seguidas por otras de Puccini y Leoncavallo y, tras una partitura solo pianística de Cilea, un intenso final con arias de 'Un baile de máscaras' y 'Simon Boccanegra' y el dúo 'Udiste? Comme albeggi' de 'Il Trovatore'. Se trata de un programa, como explican la soprano y el barítono, con piezas muy conocidas junto a otras por descubrir. Un recital sin máscaras.
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Rocío Ignacio | Soprano
«El rol que hice en 'Jerusalem' era un punto de inflexión en mi carrera»
La artista recuerda su actuación en Bilbao de 2019, que debía proyectarla hacia nuevos papeles, algo que la pandemia ha retrasado
En su adolescencia, a Rocío Ignacio le gustaba la dirección de orquesta. Pero estudio Piano -y terminó-, luego hasta quinto de Violonchelo y entonces dijo en casa que quería introducirse en un instrumento de viento. Para contentar a su familia, que veía demasiados cambios de rumbo en su formación, se derivó hacia el canto. Y hasta hoy. «Más adelante quizá vuelva a la dirección», comenta la soprano sevillana, consciente de que es un camino insólito. Porque si, a diferencia de los instrumentistas, hay pocos cantantes que se han pasado a la dirección, ella ni siquiera sabe de una cantante que lo haya hecho.
- Debutó en 2003. ¿Qué ha cambiado en la ópera desde entonces?
- Las producciones han cambiado muchísimo. Antes eran muy clásicas. Ahora la tecnología juega a favor. A mí me gustan clásicas en el sentido de que no me atrae que la acción transcurra entre tres paredes y los únicos elementos escénicos sean unos haces de luz.
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«Cantaré por primera vez un aria de 'Louise' de una belleza extraordinaria. Encantará al público»
el recital de bilbao
- ¿Y al margen de las producciones?
- Yo desde el principio me encontré con una competencia muy dura. Los concursos de canto dan oportunidades a los jóvenes y eso aumenta la competencia, que ahora es brutal. Y creo que también ha habido cambios en el cuidado de los cantantes.
- ¿En qué sentido?
- He trabajado desde los 16 años en el coro de la Maestranza y recuerdo que entonces se les cuidaba en mayor medida. En estos años hemos pasado a ser otro trabajador más del engranaje, sin reparar en que el cansancio nos afecta muchísimo. Como espectadora, prefiero ir a la segunda función de una ópera, porque a la primera los cantantes llegan reventados de los ensayos. Es algo que se nota.
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- Usted canta mucho en España e Italia, pero también lo ha hecho en EE UU, Omán, Dubai y otros lugares. ¿Cuál es la salud del género por el mundo?
- En todas partes lo que más está acercando la ópera al público es el uso de las nuevas tecnologías. Lo acabamos de hacer también en el Teatro de la Zarzuela con una 'Luisa Fernanda' que se ha podido ver a través de internet. Eso me parece fundamental.
Propuestas con sentido
- ¿Y en cuanto a los repertorios?
- Lo importante es convencer al público de que la ópera no se hace para el que entiende, sino para llegar al alma. Luego con los repertorios pasan cosas curiosas. En Italia están encantados con el más tradicional. En Centroeuropa son más dados a la novedad. Y ambos son públicos entendidos. Se trata de que lo que se haga, las propuestas nuevas, tengan un sentido.
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- ¿Cómo le ha afectado la pandemia?
- Después del rol que hice precisamente en Bilbao, en 'Jerusalem', a finales de 2019, que era muy difícil, entendí que debía darse un punto de inflexión en mi carrera. Salí muy contenta y hubiese querido ir a otros países con nuevos papeles. Estaba en ello cuando llegó la pandemia y se cortó esa posibilidad. Pero no me quejo. Aquí los teatros siguen abiertos, cosa que no sucede en otros países.
«Lo que más está acercando la ópera al público es el uso de las nuevas tecnologías»
defender el género
- El programa que cantará con Carlos Álvarez tiene tres partes.
- Y tres tipos de música: la primera es en francés, con obras de Gustave Charpentier, Ambroise Thomas y un aria poco conocida de Saint-Saëns; luego llegarán piezas veristas, con Puccini y Leoncavallo, para terminar con Verdi. Es un programa muy exigente, con piezas muy bonitas, como esa aria de 'Louise' que cantaré por primera vez y que es de una belleza extraordinaria. El público saldrá encantado.
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- También canta zarzuela. Y parece que los jóvenes entran mejor que a la ópera.
- Eso es algo que está logrando el Teatro de la Zarzuela, que está haciendo una política maravillosa con los jóvenes. La zarzuela es nuestro género y tenemos que defenderlo. Por supuesto que hay obras muy buenas y otras que no lo son tanto, pero eso también sucede con la ópera. No debemos tener complejos. Y no olvidemos que el 'singspiel' alemán es como nuestra zarzuela.
- ¿Cómo quedará la ópera cuando acabe la pandemia?
- Dependerá de si los teatros son capaces de hacerla atractiva. Y esto vale también para la zarzuela. Es importante que los jóvenes tengan entradas a buenos precios, que se utilicen las nuevas tecnologías y que se potencie en el ámbito educativo. Debería ser obligatorio que los colegios llevaran a los niños al menos una vez a ver un título y enseñarles el interior del teatro y cómo funciona todo, porque eso cuando se hace les encanta. Si seguimos diciendo que la ópera es elitista, a la gente no le apetecerá ir.
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Carlos Álvarez | Barítono
«Casi siempre hay más pasión en el patio de butacas que en el escenario»
«Hay que disfrutar del día a día. Ahora salgo a actuar como si fuera mi primera función», dice el cantante malagueño
Carlos Álvarez se viste estos días de Yago para representar el 'Otelo' de Verdi en el Liceu de Barcelona. Un papel que grabó hace un año junto a Jonas Kauffmann con Antonio Pappano en la dirección. Tras la última función en la ciudad condal viajará a Bilbao para el recital con Rocío Ignacio.
- Su debut fue prácticamente en Bilbao. ¿Qué recuerdo tiene?
- El debut estricto fue en Málaga, por invitación de Luis Iturri, con una 'Traviata' que venía del Arriaga. Y luego él me llevó a Bilbao con otro pequeño papel en 'Marina'. Yo entonces quería disfrutar del momento pero no sabía cuál iba a ser mi futuro. Así que iba de un lado para otro con mis apuntes de Medicina y llamaba a casa para que me matricularan de algunas asignaturas. No acabé esa carrera, por suerte para la medicina (se ríe).
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- Ha cantado muchas veces aquí. ¿Cómo es el público de Bilbao?
- Muy conocedor porque por la ciudad han pasado los más grandes de la ópera y el público lo tiene ya como algo normal. Son aficionados críticos pero muy afectuosos con los artistas que consideran suyos. Y eso siempre es muy agradable.
- Treinta años después de su debut y tras haber sufrido algunos problemas vocales graves y varias intervenciones, ¿en qué momento se encuentra su carrera?
- Hay un momento crucial, que es mayo de 2011, cuando regreso a los escenarios en serio después de distintas operaciones y casi tres años de parón profesional. Mi vuelta fue en Bilbao, precisamente, y acababa de pasar un tiempo difícil. Como es lógico, en una situación así te planteas muchas cosas en lo profesional y lo vital.
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«Es muy conocedor, porque por Bilbao han pasado los más grandes y ya lo tiene como normal»
el público
- ¿Qué aprendió de todo ello?
- Pues que yo decía que, tras superar todo eso, solo la enfermedad me podría alejar de los escenarios... sin imaginar que podría hacerlo una pandemia. Así que creo que hay que disfrutar del día a día y poner toda la carne en el asador. Ahora salgo a actuar como si fuera mi primera función, o la última. Creo, de todas formas, que quien más ha sufrido la pandemia es quien está empezando.
- ¿Usted le ha sacado algo bueno al parón?
- Siempre hay que buscar la parte positiva. El virus no ha tocado a nadie de mi familia ni a mis amigos. No he podido estar con muchos de ellos, apenas he visto a mis hijos en estos meses, pero no me quejo: he trabajado desde julio, en acontecimientos tan importantes como el Festival de Granada y la inauguración de temporada de La Scala. Así que he tenido suerte.
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Didáctico cuando se puede
- El programa que interpretará junto a Rocío Ignacio en el concierto de ABAO tiene una parte dedicada a Verdi, que compuso grandes papeles para barítono...
- Verdi está en el centro de mi carrera, aunque también hay otros compositores que me encantan, como Mozart, o el bel canto. Ahora me interesa mucho el repertorio francés, pero Verdi es muy importante, sí.
- También hay piezas menos conocidas. ¿El programa tiene un afán de descubrir repertorio a los aficionados?
- Cada vez estoy más convencido de que debo incluir en los conciertos un repertorio que no puedo hacer escenificado, o que pienso que no podré hacerlo. Un recital no debe tener la obligación de ser didáctico, está para otras cosas. Pero, si nos lo podemos permitir, ¿por qué no hacerlo? Porque puede suceder que el público, o al menos una parte, esté cansado de escuchar siempre lo mismo.
«No me quejo: he trabajado en funciones importantes en lugares como Granada y Milán»
la pandemia
- Pero no es tan fácil arrancar grandes aplausos con obras poco conocidas.
- No sé si siempre es así. El público reacciona como nosotros, que también somos aficionados. Si yo escucho algo que me atrae, me siento muy satisfecho, y seguramente tendré interés por conocer la obra completa o el autor. Casi siempre hay más pasión en el patio de butacas que en el escenario.
- ¿Qué se puede hacer para rejuvenecer el público de la ópera?
- La ópera lleva años renovándose. El problema es cuántos títulos se ofrecen y a qué precio. En Viena consigues una entrada para asistir de pie a una ópera media hora antes de la función por cien veces menos de lo que cuesta la mejor localidad, y el espectáculo que ven unos y otros es el mismo. Pero si la oferta tiene pocos títulos y las entradas disponibles de ese tipo son escasas, los jóvenes se acercarán menos.
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- Pero eso corresponderá, sobre todo, a la entidades públicas.
- Por supuesto, deben hacerlo las entidades públicas, que han de entender que el dinero que empleen de esa forma en fomentar las artes es inversión, y no gasto.
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