«Nunca hemos estado sometidos a un control tan perfecto como ahora»
Comprometido con el sentido crítico y la reflexión, el escritor pacense leerá y comentará textos de sus últimos cuatro libros en la Casa de Cultura
Iñigo Linaje
Jueves, 20 de febrero 2025, 00:16
Los lectores de poesía llevamos varios lustros acostumbrándonos -peligrosamente- a libros que poco tienen que ver con el género. Libros escritos, generalmente, por jóvenes aspirantes ... a poetas que, impulsados por las maniobras de marketing de las grandes empresas editoriales, venden miles de ejemplares de obras que literariamente poco o nada tienen de ejemplar. Por supuesto, hay excepciones, pero se cuentan con los dedos amputados de una mano. La mayoría de los que hoy en día se autoproclaman poetas, no dejan de ser meros versificadores que escriben deficientes ripios sentimentales. Y sus escritos revelan una superficialidad alarmante, un acusado déficit de lecturas y un desconocimiento asombroso de la métrica, los recursos de estilo y de nuestra tradición literaria más inmediata.
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Todo lo contrario puede decirse del escritor extremeño, afincado en Valencia, Antonio Méndez Rubio (Fuente del Arco, 57 años), que este viernes protagonizará una nueva Cita con la Poesía a partir de las 19.00 horas en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa. «Haré una lectura de textos de mis últimos cuatro libros. Y no será una lectura comentada, porque prefiero leer primero y establecer un diálogo con el público después», responde al otro lado del teléfono. Méndez Rubio, que debutó en 1988 con 'Llegada a Dublín' y en 1995 fue finalista del Premio Hiperión con 'El fin del mundo', ha publicado una veintena de poemarios, el último de los cuales -'CLIC'- apareció el año pasado.
Su primer contacto con la poesía, como es habitual, se produjo en la adolescencia: «Coincidió con esa época de soledad y de desconcierto ante el mundo que, en realidad, aún persiste», señala. «Leer el Romancero me cambió la vida. Me percaté de que ahí había algo importante y decisivo para mí». Nada tienen que ver sus primeras lecturas, sin embargo, con la escritura por la que se decantó después. Y es que Méndez Rubio, mediante un paulatino proceso de depuración lingüístico, ha ido adelgazando su discurso de libro en libro, de poema en poema, de verso libre en palabra rota. Sus textos -aparentemente asépticos y llenos de fisuras- están escritos con ese lenguaje misterioso (propio de la lírica abstracta) que más que decir sugiere, y exigen una particular atención por parte del lector.
Interpretaciones libres
El hecho de que su discurso sea más o menos inteligible no le preocupa: «La poesía viene de la música y, si escuchamos una melodía, cada cual puede interpretarla de una manera. Yo intento abrir el sentido del poema al máximo, aunque a veces pueda producir una sensación de extrañeza. Pero ese es uno de los retos que implica la poesía, porque ya tenemos demasiados lenguajes claros e instrumentales». Por esa misma razón, no le da miedo que su propuesta como creador pueda desembocar un día en el silencio. «No veo el silencio como un destino, sino como un lugar de partida. El silencio es necesario para ser escuchado y para aprender a escuchar. Y yo escribo porque necesito escuchar», afirma con contundencia.
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Traductor de Pessoa y de Mário de Sá-Carneiro, entre otros, Antonio Méndez Rubio es profesor de Teorías de la Comunicación en la Universidad de Valencia. Y, como docente, no oculta su preocupación por el descrédito de las Humanidades en el mundo académico de las últimas décadas, lo que Nuccio Ordine denominaba -acertadamente- pedagogía mercantil: «En realidad, es un problema político. Yo creo que el sistema educativo no está hecho para aprender a escuchar. Y, para mí, escuchar es un acto creativo», reflexiona. «La filosofía y la historia siempre han tenido en cuenta la experiencia crítica, en el sentido de que te ayudan a pensar y ver las cosas desde distintas perspectivas. Y esto, en un mundo gobernado por el dinero, no es rentable. De manera que el sistema agacha la cabeza ante las exigencias del mercado».
No es ajeno el escritor tampoco a la deriva que está tomando el mundo actual: a las ansias imperialistas de ese personaje llamado Donald Trump, al ascenso vertiginoso de la derecha en muchos países de Europa, al teatro de títeres empoderados en que se está convirtiendo la política española. De hecho, Méndez Rubio nunca ha entendido la escritura poética al margen de lo político y lo social. Pilar Fraile lo dice en la solapa de su último libro: «El suyo es un compromiso radical con el esclarecimiento de elementos ocultos por los lenguajes oficiales, que te obligan a decir lo que es pertinente decir».
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Ese compromiso con la realidad que le rodea se advierte de manera más acusada y digresiva en sus ensayos; en concreto, en 'FBI: Fascismos de baja intensidad', una obra en marcha que publicó por primera vez en 2012 y que ha actualizado en varias ocasiones. Construida de manera fragmentaria a partir de sus lecturas de Pasolini y Hannah Arendt, el autor comenzó a constatar hace una década cómo la pervivencia de ciertas formas de autoritarismo -unidas al capitalismo- seguían enraizadas en las sociedades modernas. Es entonces cuando se preguntó: «¿El fascismo terminó o ha cambiado de forma?». Esto, unido a los presupuestos sociológicos de Noam Chomsky -que hablan de guerras soterradas o de baja intensidad- le impulsó a escribir este libro visionario y aleccionador.
«El arte abre puertas»
«Que hay un proyecto de control total es evidente. Nunca hemos estado bajo una situación de control tan perfecta como ahora», subraya. Y señala, a modo de ejemplo, el papel que juegan la tecnocracia y las redes sociales en este entramado global. Encarcelados voluntariamente en el microespacio de una pantalla, «llevamos unas vidas encapsuladas y celebramos que sea así. Nos hemos metido en un lugar de apariencia libre y plural, pero monetizado por las leyes del negocio». Lejos de ser alarmista, el escritor advierte que comprender esta realidad -en toda su dimensión- es fundamental para no dejarse llevar por la inercia ciega de estos tiempos… Pero ¿dónde quedan el arte y la poesía ante un panorama como este? «El arte abre puertas para ver la realidad de otra manera. Y eso puede cambiar tu vida, como decía Rimbaud».
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