Construcción de los micropilotes de la ampliación Museo de Bellas Artes de Bilbao.

El nuevo Bellas Artes echa raíces

Unos micropilotes perforan la roca del subsuelo para cimentar las vigas en V que sostendrán el edificio blanco de Foster y Uriarte

Sábado, 4 de marzo 2023, 00:04

Unos cilindros metálicos de 17 centímetros de diámetro están perforando la roca del subsuelo del parque unos 8 metros para cimentar el nuevo Bellas Artes. ... A partir de estos cimientos, y de otras capas de hormigón, se elevarán los vigas exteriores en V, que sostendrán el edificio blanco en el aire. Es la aportación más visible del proyecto de Norman Foster y Luis María Uriarte.

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El llamado 'sombrero', 'txapela' o 'platillo volante' permanecerá así elevado por encima de los edificios previamente existentes, el de ladrillo rojo de Fernando Urrutia y Gonzalo Cárdenas en 1945, y el de cristal la ampliación de Álvaro Líbano y Ricardo de Beascoa de 1970. De un golpe de vista, se podrán apreciar las tres capas del museo, parte esencial de su futuro.

Las vigas en 'V' a la derecha en una recreación del museo tras la ampliación. M. B. A.

Si en las construcciones habituales las vigas permanecen dentro del edificio, en el Bellas Artes se verán por fuera, desde los dos laterales. Por la plaza Arriaga, quedarán prácticamente pegados a la cortina de cristal del nuevo atrio. Por la del parque, sustentarán el voladizo de la construcción suspendida, por donde ganará espacio el Bellas Artes para exposiciones y servicios. Esos pilares en V destacarán a la vista de los paseantes. Constituirán una de las importantes señas de identidad de la arquitectura del museo.

«Sabíamos que el subsuelo era irregular y difícil, No tenía sentido empezar a excavar porque desconoces hasta dónde tendrás que hacerlo. Te arriesgas a un proceso costoso y lento. Los micropilotes son la cirugía perfecta para este caso. Le dan más estabilidad al nuevo edificio frente a movimientos laterales», detalla Luis María Uriarte

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«Sabíamos que la roca estaba a unos cuatro metros, Foster porque ha construido el Metro y yo realicé la ampliación de 2001. Construir para abajo, como proyectaron el resto de finalistas del concurso, habría sido una complicación innecesaria. Cuando empezamos a prepararlo, Foster nos envió el dibujo de un zepelín por encima del museo. Esa era la solución y los micropilotes, con los que los dos habíamos trabajado –él a mayor escala– nos ofrecían el modo de materializarla. Es justo decir que el departamento de ingeniería de Foster afinó y aportó los cálculos a todo el proceso».

El arquitecto Luis María Uriarte, junto a la maqueta del proyecto. Pankra Nieto

Capacidad de intervenir

Hasta llegar a la superficie, un bloque horizontal de hormigón armado de unos dos metros agrupará los micropilotes y otro más vertical por encima conectará esta cimentación con los pilares en V. «Haciéndolo así, por el exterior, dejamos el interior más limpio. El atrio se convierte en una plaza de libre tránsito. La parte superior del nuevo edificio, dedicada a las exposiciones temporales, queda totalmente diáfana, y también la inferior, una especie de bodega que también se podrá destinar a espacio expositivo», describe el arquitecto de Laudio.

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Es como construir un puente, incide. Las sujeciones están a los lados; en medio, la carretera o los suelos en este caso, que en su interior también estarán reforzados con acero.

A Uriarte le gusta describir la última planta, destinada a las muestras temporales, como «un hangar o una nave industrial. Muchas exposiciones se celebran a ahora en este tipo de espacios». Pero aquí tendrá continuidad con una gran terraza con esculturas que da al parque y hace la curva para situarse frente a la plaza Euskadi.

Varios arquitectos internacionales –y de mucho renombre– se pusieron en contacto con él para presentarse juntos al concurso. Nadie mejor, ya que había realizado la última ampliación, la de la cortina de cristal que da al parque y que sirve para comunicar los edificios antiguo y moderno. «No me importaba que se quitara en el nuevo proyecto para que se viera mejor el lateral del inmueble de ladrillo. Pero me dijeron que esa solución que dimos en 2001 también forma parte de la historia del museo. Y elegí a Foster, porque puedes intervenir dentro de un proceso muy dinámico, en continua comunicación con su estudio en Madrid, en vez quedarte en el papel del arquitecto local».

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