Neofolclore, las nuevas formas de volver a casa
Acervo ·
Rodrigo Cuevas, Karmento y Kuttune son tres exponentes del boom de los renovadores de las músicas tradicionalesAmaia Santana
Sábado, 24 de febrero 2024, 23:06
En 'La Serrana', canción que da título a su nuevo álbum, Karmento le canta al «recuerdo de la paz interior». Se refiere a la que experimentaba de niña, en su pueblo de la sierra manchega, Bogarra (Albacete). Su casa está junto a la plaza donde se celebraba la verbena en verano, y ella, tras el toque de queda familiar, se dormía escuchando el último pase de la orquesta. 'La Serrana' (2024) es un disco «nostálgico» que ahonda en la raíz y «profundiza en lugares en los que has estado y a los que ya no vas a volver», señala la artista folclórica, cuyo tema 'Quiero y duelo' llevó esas raíces manchegas a la pugna eurovisiva del Benidorm Fest 2023. «Vivo con muy pocas fronteras -de hecho, creo que las administrativas no se corresponden con las culturales, quisiera hacer un mapa de regiones musicales-, pero fue bonito mostrar una imagen diferente de La Mancha en prime time», comenta sobre su paso por el concurso.
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Para ella, el folclore representa esa casa, el hogar en el que cobijarse ante la incertidumbre y los miedos que se acrecientan en la vida adulta. «Ahora me siento muy segura a nivel musical. Mi voz es la que aprendí a cantar de pequeña, cuando me ponía serranona», afirma.
«Tras la pandemia, la gente ha conectado aún más con sus raíces, con volver a casa», conviene David Aguado, mánager -y buen amigo- de Karmento en El Tragaluz. Fundó este sello junto a su socio en 2019. La Serrana y Vicente Navarro -también de ascendencia manchega, por cierto, fueron sus primeros fichajes, en un momento en el que la renovación del folclore empezaba a despuntar. Asegura que no fue una decisión premeditada, sino que se dio esa «sincronía» de forma casual.
Karmento cita a Rosalía o Rodrigo Cuevas como algunos de los promotores esenciales de este boom. Una lista que crece cada día y en la que no faltan, entre otros muchos, Niño de Elche, Tanxugueiras, Baiuca o Verde Prato. Uno de los aludidos -y Premio Nacional de Músicas Actuales-, Rodrigo Cuevas, considera que el folclore vive una oleada que pasará, pero quedarán esos cambios en el repertorio popular. Se remonta a la época de la zarzuela para mostrar que el fenómeno no es nuevo: «De pronto, compositores de lo que entendemos por música culta juguetearon con seguidillas, jotas o mazurcas y las llevaron a los teatros», explica el 'agitador folclórico' asturiano. «Aquello no había ocurrido antes, y generó unos cambios en la música popular que permanecieron a la moda», añade. Al final, lo que llega a la verbena, se incorpora al acervo popular. «Ese compositor de zarzuela era tan lejano para el pueblo como lo es para nosotros ahora la Inteligencia Artificial», compara.
«No hay que romantizar la tradición, tiene que evolucionar»
Karmento
Artista
Libertad y límites
En opinión de Cuevas, el folclore es un lienzo de libertad total, donde cabe todo: hay partes que son para bailar, de carácter más festivo y de «retranca», y otras que ahondan en lo simbólico. La considera una música fácil de escuchar, que no sencilla: «Algunas canciones pueden ser muy complejas a nivel melódico; o a nivel melismático en las voces, o incluso a nivel modal, pues en ocasiones no están en las tonalidades de la denominada música occidental», razona. Pese a toda complejidad, tiene «un algo muy directo», admite.
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Tanto a la hora de revisitar el cancionero tradicional como en la nueva composición, los únicos límites que reconoce el autor de los aclamados álbumes 'Manual de Cortejo' (2020) y 'Manual de Romería' (2023), son aquellos que dicte la estética: «Si una música, cualquiera que sea su estilo o género, funciona estéticamente, se convierte en un lugar transitable», defiende.
Tal vez esa misma libertad lleva al artista asturiano a no distinguir entre folclore nuevo o viejo, en tanto nos acompaña siempre. «Solo es antiguo si hacemos una recreación de un momento concreto de la historia», puntualiza. A esa mezcla de pasado-presente-futuro alude Kuttune, banda afincada en Bilbao con diversas raíces y, al igual que Karmento y Cuevas, muy pocas fronteras. Su nuevo álbum 'Zer ote da?' (2023) abre con un grito a ese cordón umbilical que nos ata a la tierra y a nuestras tradiciones, en alusión al antropólogo y folklorista Juan Antonio Urbeltz.
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La letra de 'Deiadarra' contiene una única y poderosa frase, escrita por Irene Gil de Soto, letrista en Kuttune (además de flauta y coros): «Iragana da orainaren eta geroaren deiadarra» (el pasado es el grito del presente y del futuro). Según explican Nerea Quincoces (voz, percusión, arreglos, composición) y Jordi Arcusa (bajo eléctrico, arreglos), su segundo elepé es «un viaje musical» que cruza el folclore euskaldún con el cancionero castellano, romances, seguidillas y hasta una nana segoviana. Cierra con una casa de aire ('Airezko etxea') simbólica, grabada en directo con la letra y voz del bertsolari Jon Maia. «Es una casa imaginaria, construida sobre nuestros recuerdos y nuestra cultura», apuntan.
«Si una música, cualquiera que sea su estilo o género, funciona estéticamente, se convierte en un lugar transitable»
Rodrigo Cuelvas
Agitador folclórico
Convivencia rítmica
Quincoces y Arcusa, así como el resto de los nueve integrantes de Kuttune, se han formado en clásica y jazz, algo que no hace sino avivar su curiosidad y su afán de investigar, recuperar e innovar el acervo folclórico. Para ello, se han apoyado en el vasto archivo fonográfico de Alan Lomax, Joaquín Díaz o Soinuenea, entre otras fuentes. «El folclore no está guardado en una caja que no podamos abrir», anima Quincoces. Karmento aboga asimismo por no romantizar la tradición, esta «tiene que evolucionar», asevera. Eso sí, siempre desde el respeto a la raíz. «La figura del purista es muy necesaria -desvela Arcusa-. No hay un folclore único, se ha ido transformando de generación en generación. Los puristas te enseñan cómo cantaban nuestras abuelas», expone el músico catalán.
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«La figura del purista es muy necesaria; te enseñan cómo cantaban nuestras abuelas»
Jordi Arcusa
Kuttune
Kuttune es una banda que destaca por su exuberancia musical. Aprenden cómo tocar el pandero según el asturiano Pau Santirso, pero también incluyen el daf (instrumento de percusión persa) y otros ritmos afro, fruto de la convivencia multicultural bilbaína. «He tenido la suerte de conocer gente africana que me ha transmitido su saber. ¿Por qué no aprender de ellos si forman parte de nuestra cultura?», invita Quincoces.
De aquí o de allá, lo importante es, de nuevo, «sentirse en casa». Se trata de «una cuestión de identidad colectiva», sostiene Arcusa. «También es una manera de ponerle color a la vida; si no, con esto de la IA y demás, todo sería del mismo molde. Todos acabamos celebrando Halloween y escuchando el villancico de Mariah Carey. No digo que lo anglosajón sea malo, en absoluto, pero cuando escuchas a tus ancestros, a tus abuelas, sientes que le da sentido, que te aporta identidad», reflexiona el músico. Folclore como esencia de la verbena y de la comunidad, como nexo común de todas las culturas. «Que los pueblos no dejen de cantar», invoca Karmento. «Es lo que nos mantiene vivos», resuelve Quincoces.
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«Las canciones que lo 'petan' suelen ser efímeras»
Asegura Kuttune que su «voluntad artística» les lleva a buscar y desarrollar «sonoridades poco conocidas». Les encantaría ser la puerta de entrada al folclore en su más amplio sentido; la conexión entre pasado-presente-futuro a la que cantan en su último disco 'Zer ote da?'. En paralelo al auge del neofolclore, existe otra tendencia alentada, en parte, por plataformas como Spotify o Tik Tok: las canciones son cada vez más cortas. «Nunca nos hemos fijado en tiempos ni algoritmos. Esas canciones que lo 'petan' suelen ser efímeras. Lo que perdura es la música que tiene voluntad artística, sea trap, jazz o lo que sea», observa Jordi Arcusa. «Lo que nos muestran las redes sociales es solo la punta del iceberg. De lo contrario, no habría tantos festivales de folk como hay hoy día», argumenta.
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