«El zydeco es la esperanza ante las locuras de este mundo»
Virtuoso acordeonista y divulgador de la música criolla, aterriza esta noche en el Bilbao Blues Festival para poner a bailar al público
Terrance Simien (Luisiana, 1965) es un divulgador y preservador de la música zydeco, introducida hace más de tres siglos por los criollos de la Luisiana ... francesa y que entronca con la cultura cajún, las primitivas 'work songs' de los trabajadores esclavos o semiesclavos y los sonidos del piano y el acordeón, instrumento este último que domina Simien para desplegar junto a su banda una selección de temas animados y bailables de zydeco cantado en francés e inglés por igual. Antes de aterrizar en Bilbao para actuar esta noche en el festival de blues de El Arenal, atiende a EL CORREO por videollamada desde su casa, delante de sus dos premios Grammy que exhibe sobre una repisa en su salón.
- Es su primera visita a España, pero conoce bien el circuito europeo.
- Claro, la primera vez que viajé a Europa fue hace casi 40 años, en 1986, cuando estuve de gira con nada más y nada menos que Fats Domino y Sarah Vaughan en Suiza.
- Sin embargo, el público europeo no está muy familiarizado con el zydeco, el estilo musical que usted practica. Descríbalo.
- Esto viene de la gente multirracial y francófona de Luisiana. Respecto a la instrumentación, el acordeón que yo toco es el instrumento principal, así como el piano. Pero en mi banda también viajo con instrumentistas de viento, un trombón y un saxo, un bajista, un tecladista y un baterista.
- El zydeco es un género de larga historia.
- Así es. Yo diría que se remonta a cuando los primeros criollos se asentaron en el sur de Luisiana, que fue a finales del siglo XVII, y la música evolucionó con los años. La forma más temprana era un estilo que se hacía simplemente aplaudiendo, zapateando y usando la voz, antes de que se añadiera ningún instrumento a la música. Muchas de estas canciones surgían del trabajo en el campo y luego evolucionaron al añadir instrumentos como el acordeón y el piano. Durante un tiempo se hizo acústicamente y luego, en la década de 1940, cuando llegó la electricidad a Luisiana, se añadieron instrumentos eléctricos como la guitarra, el bajo, la batería e incluso las trompetas. Así que ha estado en constante evolución desde el principio y nosotros la hemos fusionado con reggae o con música de África Occidental para crear nuestro propio sonido único.
- Presume de ser criollo de octava generación. ¿Cómo influye esto en su trayectoria artística?
- La música es una parte importante de nuestro estilo de vida aquí, en el sur de Luisiana. Siempre ha sido así, desde tiempos de nuestros antepasados. La música zydeco es parte de quienes somos y es una identidad que nos define como pueblo. Y es la alegría que transmite la música, la energía positiva, lo que nos ha mantenido en marcha durante todos estos años. Hay que recordar que a veces ha sido difícil ser negro en el sur de Estados Unidos…
- Para preservar este legado usted ha impulsado un proyecto educativo junto a su mujer, Cynthia.
- Hemos estado intentando hacer nuestra parte en esta transmisión. Somos portadores de una cultura que llevamos impulsando desde hace más de 40 años con la banda. Y con mi esposa he trabajado en los últimos 35 años en muchos proyectos e incluso hemos conseguido una beca de los Premios Grammy para impulsar la música zydeco y cajún.
- ¿Qué puede esperar el público de Bilbao de su actuación?
- Vamos a intentar traer a Bilbao algo de nuestra parte del mundo, el sur de Luisiana. Y será, ya sabes, estilo zydeco que viene de la fuente de la música. Yo nací y crecí en la parroquia de Saint Landry, donde nació esta música. Más allá, mis actuaciones tratan sobre la paz, el amor, la alegría y la unidad de las personas. Con el zydeco, unimos todo esto y se lo presentamos al público. Espero que les guste.
- Es un mensaje muy positivo en estos tiempos difíciles.
- Sí, por supuesto. Esta música nos ha ayudado a superar todo tipo de momentos. Y sigue haciéndolo. Vemos nuestra música como una fuente de esperanza, para animarnos ante las locuras que rodean este mundo. Hay que disfrutar de lo bueno.
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