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El concierto se prolongó casi hasta las tres de la madrugada.

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El concierto se prolongó casi hasta las tres de la madrugada. IGNACIO PÉREZ

El BEC vibra al pilpil

15.000 personas se congregaron ayer en el pabellón Bizkaia Arena del Bilbao Exhibition Centre de Barakaldo para rendir culto a los artistas de la ruta del bacalao de los noventa

ane ontoso

Domingo, 3 de diciembre 2017, 13:14

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La cola traspasó la puerta de entrada del Bilbao Exhibition Centre en una noche gélida. 15.000 almas esperaban para ver y escuchar a Chimo Bayo, Technotronic o a Gala, aquellos artistas que ponían sal a aquellas noches noventeras. Ayer se cocinaba en Barakaldo una auténtica sesión 'remember' bacaladera que hizo vibrar al BEC al pilpil. El festival Love de 90's finalizó su gira en el pabellón Bilbao Arena -aquí llegó de la mano de Last Tour- después de pasar por otras ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia. Acceder al recinto, sin embargo, no fue tarea fácil. Tras pasar una hora en la hilera del guardarropa y sortear alguna que otra fila más mientras escuchaban de fondo la inconfundible melodía de El Coche Fantástico, algunos llegaron por los pelos para comenzar a botar con OBK, donde unos minutos antes se pudo escuchar a Aqua, Ska-P, los Fraggle, Aerosmith u Oasis.

«¡Cuánto tiempo!», exclamaba Jordi Sánchez antes de abrir con 'El cielo no entiende' y animar al respetable con 'Historias de amor'. Una bilbaína, avanzado el macroconcierto confesó: «No pensaba que iba a ser así, pero el mejor ha sido OBK, nos ha levantado a todos». Acabó la actuación y los Jumpers Brothers volvieron a hacer de las suyas con la mítica 'Blue' de Eiffel 65, 'Bailando' (conocida como 'Tú y yo a la Fiesta') de Paradisio o 'I promised myself' de Nick Kamen. «¡Hola Bilbao! ¡Bienvenidos! ¡Manos arriba todo el mundo!», saludaba un legendario Fernandisco que animó la fiesta con su voz inconfundible. «Quiero que sepáis que estamos 15.000 personas. Es un lujo estar con vosotros, somos más jóvenes que nunca», espoleó.

Era el turno de Jenny Berggren, de Ace of Base, y sonó 'All that she wants' para regocijo de los allí presentes, que alzaron sus manos. Disfrutaron también con su 'Beautiful Life' pese al sonido imperfecto que llegaba al fondo de la pista, donde se agolpaba un buen número de personas que, en un principio reticentes a avanzar más allá de la mesa de sonido, a lo largo del festival se animaron a adentrarse en la marea y así poder bailar todos con mayor soltura. Se despidió Jenny también. 'Scatman' (ski-ba-bop-ba-dop-bop), 'It's my life'... temazos salpicados con serpentinas que llovían del techo y creaban una atmósfera espectacular que maridaban con un trabajo impecable de iluminación.

Llegó una sensacional Rebeca en 'shorts' que reivindicó «la música en castellano hecha aquí» y consiguió un karaoke gigante con 'Duro de Pelar', aquel hit que Lara se atrevió a bailar con 10 añitos mientras el resto repetía sin cesar el 'Wannabe' de las Spice Girls en el playback de la fiesta de su colegio. Le siguieron Culture Beat con su 'Mr.Vain', más temas míticos como 'Ecuador' y después Tina Cousins, que no tuvo su mejor día pero que salvó con 'Pray' (nostalgia a borbotones). Safri Duo y 'Playing alive', el mueve mueve... y Corona, de azul eléctrico como merecía la ocasión. Su 'Rhythm of the Night', tema por excelencia, dio paso a Technotronic. Algunos, como Borja, otro de los asistentes, lo escucharon desde la barra y criticaron la infraestructura de bebidas de «chapuza». Y este malestar lo plasmaron muchos en las redes sociales: «O bebes o ves el concierto», se leía en Twitter. Donde la gente también expresó su hartazgo por las colas de vuelta a casa en el metro, dos horas para cubrir el trayecto entre Barakaldo y Getxo, por ejemplo.

Las quejas, notorias, se aplacaron un poco cuando apareció Gala en el escenario. Momento estelar. Gritos vítores, patadas desde las gradas... No vibró tanto el BEC como con ella. 'Freed from desire' y 'Come into my life', ambos tienen un hueco arraigado en la memoria noventera. Y apareció Chimo Bayo, muy esperado por el público como la cuadrilla de Elizabeth, que aún recuerda los 'after' de música electrónica a los que iban cuando cerraban los bares y guardan con cariño aquellos discos 'Boom' recopilatorios. Bayo, primero con gafas de luces y luego con camiseta que rezaba su mítico 'Hu Ha', removió aún más el bacalao con 'La tía Enriqueta', 'Bombas' y 'Así me gusta a mí', con el que muchos no pudieron evitar hacer un guiño cariñoso a Martes y Trece. Cerraron Sensity World y su himno 'Get it Up'. 15.000 personas brincaron a las 2.55 de la madrugada y una treintañera dijo con una sonrisa de oreja a oreja: «Volvemos a tener todos 15 años».

«Una hora para entrar, otra para pedir dos cervezas... Fue un desastre»

A los artistas, ni una pega, que endosaron cuatro horas de música y recuerdos al personal; hacia la organización, muchos dedos señaladores. «Fue un desastre, hicimos más de una hora de cola para entrar, la pista estaba abarrotada, te tirabas otra hora para sacar una consumición y al final encima te ponían pegas para devolverte el dinero del vaso. Esto va a llegar a la oficina del consumidor». La bilbaína N.A.G, que ayer asistió a la sesión musical nostálgica del BEC, asegura dar voz con su queja a miles de personas. Las que sufrieron «la desorganización» de un evento que «desbordó» al personal empleado para recoger las entradas y servir las bebidas. La denunciante llegó al BEC en torno a las nueve de la noche, una hora antes del comienzo del concierto. «Cuando compré a entrada, que por cierto costaba 46 euros, se indicaba que la apertura de puertas sería a las ocho, pero de eso nada. Entramos a las 21.45 horas y tras hacer un buen rato en la primera cola tuvimos que esperar como tres cuartos de hora en otra fila para acceder a la pista. Solo había un acceso para entrar y dos personas cogiendo entradas que no daban a basto. Así que la gente corría, se apelotonaba, si llega a pasar algo hay una avalancha fijo. Dicen que estábamos 15.000 personas pero yo diría que había muchísimas más». Cogieron sitio casi a las once, con el concierto ya empezado, y les quedaba aún el periplo de pedir una consumición. «Tardé una hora en pedir dos cervezas, que encima me costaron 9 euros. ¡Pero qué precios son esos! El vaso, aparte, costaba 2,5 euros y nos dijeron que si al final del concierto lo devolvíamos nos reintegraban el dinero. Pero entonces empezaron a poner pegas con la devolución, una chica incluso se subió gritando a la barra exigiendo que le dieran el dinero, la gente empezó a rellenar hojas de reclamaciones, volaron vasos, alguno hasta llamó a la Ertzaintza... Pedimos hablar con alguien de la organización pero nadie dio la cara. Fue una vergüenza».

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