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Turbonegro durante la actuación en el Azkena

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Turbonegro durante la actuación en el Azkena Rafa Gutiérrez

Turbonegro tardan en convencer

Los noruegos Turbonegro solo dejaron buena impresion cuando tocaron sus temas viejos

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Sábado, 23 de junio 2018

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Los escandalosos roquistas de Turbonegro (Oslo, 1989), seis noruegos capaces de alear el glam sexualmente ambiguo y descaradamente carnal con el rock and roll de estadio retumbante a base de coros con vocación de himno, foman parte de la trinidad que ha hecho grande en las últimas décadas al rock escandinavo: la integrada por los noruegos Turbonegro, sus paisanos Gluecifer (que también actúan hoy en el 17 ARF) y los suecos Hellacopters (que resucitados ya han actuado en los ARF de 2016 y 2017). Turbonegro son la fiesta prohibida personificada (ya les hemos visto encender bengalas en la Semana Grande de Bilbao, por ejemplo), pero también el negocio del rock, el 'show business' a nivel medio (desde el escenario contabilizaban a los espectadores del Kafe Antzokia para averiguar si les habían engañado con las entradas vendidas y el promotor de ese mismo concierto nos reveló que los turbonegros militaban en la banda como un trabajo y que ni se miraban entre ellos cuando compartían mesa porque no se soportaban los unos a los otros), pero si uno acude sin complejos a verles se lo puede pasar muy bien, aunque se le haya olvidado todo el día después.

Influencia determinante en grupos vascos como Porco Bravo (Manu 'El Gallego' se encendía bengalas en el culo por habérselo visto a hacer a ellos) o Negracalavera, aclamados por una legión de fans mundial que se autodenomina Turbojugend (la TurboJuventud, o sea algo así como un guiño provocador a las Hitlerjugend, que a la gente se le va olvidando la Historia; en los dos dias de ARF vimos a miembros y miembras de los clubes de Bilbao, Nimes, Turicum, La Rioja, Nordhesswn, Dublin, Stahlstadt, Madrid, Badalona y Tidaholm), Turbonegro ya no son lo que eran -el consumo desaforado de drogas ha dejado paso a la moderación profesional y dosificadora de fuerzas, y el primer y mítico cantante Hank Von Helvete (1993-2009) abandonó el barco debido a que se volvió loco por culpa de la politoxicomanía y le ha sustituido el más cerebral Duke of Nothing que hasta se molestaba cuando la gente cantaba más las viejas canciones-, y no fueron capaces de montarla parda en una concentración humana idónea para ellos, predispuesta a su carnaza, como la que medio ha llenado Mendizabala esta noche, y es que se notaba que había menos miles de personas que en años anteriores.

Liderados por el bajista Happy Tom (el que contaba las entradas vendidas) y el guitarrista Euroboy, los dos miembros fundamentales que permanecen en el sexteto, los insaciables Turbonegro actuaron en el segundo escenario, el Respect y, claro, a estos devoradores de la noche les perjudicó que aún brillara la luz del día y que ellos salieran como unos Village People de callejón oscuro. «Los grupos que se disfrazan están bien para la noche, porque de día parece que están en carnavales de Santutxu», sentenció Oscar Cine.

Funcionaron mejor los temas viejos, claro, porque los últimos son más recreativos y tocaron demasiados del último disco 'Máquina de rock and roll', bajo un logotipo tipo 'Yes'. Además la cosa no sonó bien y a algunos les silbaban cuando decían España (alguien les aleccionó y cambiaron a Basque Country). Tururbonegro salieron puntuales, volaron varios katxis por los aires y protestó Cine: «Hay que subir el volumen pero ya». Saludaron con «well hello» y su primer himno mecánico fue 'Rock'n'Roll Machine', con la voz demasiado baja. 'Skinhead Rock & Roll' con su fanfarria floja a lo Europe fue un viaje a la violencia beoda del fútbol, según presentó el cantante, no sin antes preguntarnos si España lo está haciendo bien en el mundial.

La cosa no iba bien y la peña se animó con las versiones de Queen 'Mama' y 'We will rock you', unidas a su himno propio de Nuremberg 'City of satan'. En el hit death punk 'All my friends are dead' (Todos mis amigos estan muertos) sentimos el peligro de antaño con la explanada clamando. En 'Fist City' robaron guitarras a AC/DC y, tras el paripé de cantar 'Vitoria' con la melodia del 'Victoria' de los Kinks recuperaron su 'Wasted Again', un himno rabiosamente Porco Bravo donde la peña aportó más que el sexteto.

Pero estos Turbonegro son irregulares y sufren bajones de volumen y calidad y hasta se desnaturalizan con teclados inapropiados. A veces parecen mas una caricatura inofensiva que unos provocadores insanos.

Pero para el final reservaron fogonazos, caso de 'Just Flesh', muy Hellacopters, de su superhimno supercoreado 'Get It On', o en el bis la pomposa y coral 'The Age of Pamparius', beneficiada por la noche y con su bandera ondeando, y la arrolladora 'Selfdestructo Bust', lo mejor de su show de 17 piezas en 85 minutos irregulares, decepcionantes en la primera mitad y más efectivos por volumen, claridad y calidad de los himnos en la segunda.

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