El MAP Trío con el susto en el alma
El Bafle ·
Tras ser acertados por dos rayos al aterrizar en Bilbao, Mezquida, Aurignac y Prats lograron recomponer el ánimo durante su vitalista e improvisado concierto sabatino en una Sala BBK llena al 90%El sábado el ciclo Mes A Mes, gestionado por el Bilbaína Jazz Club en la Sala BBK, ocupó el 90% de su aforo (había unas 300 personas entre las mesitas con velitas de abajo y las butacas del antiteatro de arriba) para ver al MAP Trío basado en Barcelona y completado por el portentoso pianista balear Marco Mezquida, el baterista gerundense Ramón Prats y el saxofonista alto malagueño Ernesto Aurignac, quien fue el único que habló durante un monólogo de seis minutos en los que, aún atenazado por la impresión, informó que habían sufrido el impacto de un rayo al aterrizar. «Dicen que los aviones están preparados y los soportan, pero la explosión y el fuego te hacen dudar», contó Ernesto, que llegó el primero, y luego arribaron Marco y Ramón en otro aeroplano… ¡y les pegó otro rayo!
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Aurignac disertó en plan humorista aplatanado aún por el sobresalto, afirmó que los tres improvisan sobre la marcha, que no ensayan y que cada vez su relación es peor, pero que les siguen contratando. E insistía: «Nos preocupamos mucho por las música y las cosas, pero un rayo…». (Una anécdota personal: volviendo de República Dominicana, sorteando la cola de un huracán, acertó un rayo al ala de mi izquierda y al instante el avión descendió de golpe entre el griterío del pasaje, pero aquí seguimos; yo no grité, claro.)
A pesar de llevar aún el miedo en el cuerpo y el susto en el alma, el MAP Trio (ya habrán adivinado que el nombre es un acrónimo con sus apellidos) dio un concierto estupendo, pleno de emociones diversas, improvisado pero menos (había partes claramente preparadas) de 100 minutos para solo tres piezas. La primera fue una suite ininterrumpida de 68 minutos, un viaje bastante bien hilado (verbo que apuntamos y que luego usó Aurignac en su soliloquio), con partes variadas pero argumentadas en una suerte de evolución meditada, no al tuntún.
Los tres abrieron emergentes, con percusiones y ecos supremos coltranianos, sabían gestionar los silencios de cada uno, se introdujeron en largos arreglos de película gótica con agudos agónicos, los ambientes se tornaban faulknerianos (¿el jazz no nació en el Sur de Estados Unidos?), el mágico Mezquida a veces afloraba como si tuviera cuatro manos al modo del maestro McCoy Tyner y el baterista Prats se marcó un solo con tres baquetas (es profesor en el Liceu). El espacio se asemejaba a una suite de Gershwin y el trío se encarrilaba en tramos más rudos entre el rhythm and blues honky tonk y el boogie woogie («¡esto es rock and roll!», manifestó el fotógrafo Azpiazu).
Como un club de jazz
Circulamos por el free en espiral, pisamos el afrobeat, hasta tres ovaciones se levantaron durante el largo número (la tercera muy tímida, sí) y por la derecha tres personas se levantaron durante la larga interpretación (pero no para largarse, sino para repostar en la barra, pues el ciclo Mes A Mes funciona como un club de jazz, como el Ronnie Scott's del Soho londinense). Pareció que la suite se recogía para diluirse a modo de face out... cuando medró de nuevo como si estuviéramos en Nueva Orleans.
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La ovación postrera fue larga para esta suite que, a toro pasado, nos enteramos encadenó estos títulos originales: 'Obituario', 'Armando Rampas', 'Salt 1', 'El sueño de Oniria', 'Discussion', 'Ball', 'Coral' y 'Conan Cannon'. Entonces Aurignac, el único que parecía tener ánimo para hablar, soltó el soliloquio de seis minutos y, para presentar la segunda pieza, dijo que se titulaba 'U' y que era su truco para convertirse en famosos y millonarios. Duró 12 minutos y cursó ambientalmente coltraniana y muy creciente en fuerza dramática.
Saludaron los tres MAP, hicieron mutis y regresaron ante el motín popular, que pedía bis y le fue concedido con un after hours clásico y precioso, una balada blues y swing de otros 12 minutos en los que Aurignac mostró lo mejor de sí (hasta entonces había sido superado por sus dos compañeros), antes de ceder el testigo a Mezquida, que se lució una vez más con emoción teclista a lo Nina Simone. Quizá el bis fue lo mejor de la inspirada noche, y seguro que fue lo más clásico: se trató del standard 'Body & Soul', cuerpo y alma, ya saben.
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