Tormenta de guitarras en el Music Legends
Lita Ford resucitó a The Runaways y Blue Öyster Cult demostraron por qué son los padres del heavy metal
Dos nombres veteranos del hard rock brillaron con luz propia en la primera jornada del BBK Bilbao Music Legends Fest, que arrancó ayer su séptima edición. Por un lado, salió triunfadora una incombustible Lita Ford, que tras unos años en el dique seco ha reactivado su carrera con una banda de nivel. Y, como plato principal, dejaron el listón muy alto Blue Öyster Cult, padres del hard rock y del heavy en activo desde finales de los 60.
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Un festival que esta noche recibirá con los brazos abiertos a Alan Parsons, en una jornada que se prevé más reposada musicalmente que la de ayer. Y es que el Bilbao Arena fue un continuo crepitar de guitarras a alto volumen en una noche de las más cañeras que se recuerdan en el festival. Ya durante la tarde se hizo notar un público eminentamente rockero, desde la temprana actuación de los baracaldeses Colajets en el escenario secundario, el que sirve para descubrir talentos locales entre concierto y concierto en el recinto grande.
El Music Legends volvió a ser un festival amable y accesible, sin aglomeraciones –se notó bajón de asistencia en comparación con la primera jornada del pasado año, con The Pretenders– y pensado para el público de 40 años en adelante, aunque también se veían jóvenes aficionados al rock and roll y familias intergeneracionales. Es el cuarto año en el Bilbao Arena, recinto ya consolidado tras la mudanza desde su antigua ubicación al aire libre en La Ola en Sondika.
Poco más tarde de las ocho de la tarde salía al escenario del pabellón Lita Ford, guitarra al cuello y acompañada de tres instrumentistas masculinos. Todos ellos se lucieron a lo largo de una hora de actuación que fue una auténtica tormenta de rock duro de los 70 y los 80.
De estricto negro, con vozarrón y sonidazo para un pabellón cuya acústica suele ser dudosa, la guitarrista anglo-estadounidense calentó el ambiente con 'Gotta Let Go' y el metal cabalgante 'Larger Than Life', para luego, a ritmo de un batería fuera de serie –Bobby Rock–, oscilar entre el hard rock de punteos virtuosos y algunos cortes más pop e irresistiblemente horteras de su etapa de los 80.
Pero el culmen fue la resurreción del mayor éxito de The Runaways, 'Cherry Bomb', que interpretó con la guitarra original que llevaba en la primera banda rock femenina de la Historia en alcanzar el estrellato. Una Ford en su salsa y muy charlatana que fue alternando guitarras de todo tipo, incluso una de dos mástiles que empuñó en 'Close My Eyes Forever', para concluir con su icónico 'Kiss Me Deadly'.
Acto seguido, en el escenario secundario oficiaron Sonic Trash, viejos conocidos de la parroquia bilbaína y que ayer volvieron a hacer las delicias del público propio y ajeno con su rock sucio y elegante y temas como 'Bilbao Speed City', que acaban de reeditar en un vinilo limitado, o un bailable 'Harma Tiro Punk'.
Después, de vuelta al escenario principal –al que no vendrían mal unas pantallas para seguir al detalle las actuaciones desde la grada–, llegó el turno de los cabezas de cartel, Blue Öyster Cult, una banda que pese a que nunca ha figurado entre los nombres de primera fila, ha legado una obra indispensable para entender la evolución del hard rock y del metal.

Los neoyorquinos, cuyos líderes, Buck Dharma y Eric Bloom, rondan los 80 años, llevan casi seis décadas al pie del cañón y anoche demostraron por qué desde el primer tema, el frenético 'The Red & the Black'. Después llegó una lección de rock bien ejecutado y sustentado en tres guitarras, cayendo clásicos como 'Burnin' for You', 'Godzilla' o la archiconocida '(Don't Fear) The Reaper', a ratos sonando a los primeros Led Zeppelin y otros a la ELO. Más guitarras, por favor.
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