Ainhoa Arteta: «La edad y la experiencia son un plus en obras maestras como 'La Bohème'»
La artista retoma este sábado en el Euskalduna el personaje de Mimì con motivo de la inauguración de la temporada de la ABAO. «Es el rol con el que debuté en el Metropolitan de Nueva York hace casi 25 años»
La soprano Ainhoa Arteta (Tolosa, 1964) se encuentra en su mejor momento. Así lo siente y demuestra cuando pisa el escenario. Con total convicción, sin que le tiemble la voz. «La edad y el paso del tiempo no son un hándicap. ¡Todo lo contrario! Yo lo veo como un plus, sobre todo con partituras de la envergadura de 'La Bohème'. Hay que tener poso vital, emocional y también intelectual para poder ser fiel a la partitura», ha recalcado este martes la cantante vasca en la rueda de prensa que ha ofrecido la ABAO en la sede de la Fundación BBVA (patrocinador de la ópera en Bilbao), con motivo del primer título de la programación. El telón subirá este sábado, a las 19.30 horas en el Euskalduna. La expectación, como siempre en estas fechas, es máxima. Pero ella se ha mostrado muy tranquila, sin dejar de dar pequeños sorbitos a una infusión de jengibre. No lo puede evitar. La tolosarra derrocha carisma.
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Para inaugurar la 67 temporada de la ABAO, se ha elegido el título de Puccini más querido por el público bilbaíno y, como remate, la máxima protagonista será una artista que huye de la rutina. No solo está preparando desafíos sonados -en enero debutará como Madama Butterfly en Barcelona-, sino que ahora no duda en retomar personajes muy peliagudos. Como es el caso de Mimì, la modistilla enferma de tisis de 'La Bohème', «una rareza porque todos nosotros asociamos la voz de Ainhoa al rol de Musetta (la otra soprano de la obra)», reflexionaba Cesidio Niño, director artístico de la ABAO.
Enemiga de las etiquetas
La ligereza chisporroteante de Musetta (casquivana pero de buen corazón y devota de la Virgen María) ha sido durante mucho tiempo uno de los caballos de batalla de la soprano guipuzcoana. Pero ya basta. Ha llegado el momento de quitarse de encima las etiquetas: «Quiero volver a Mimì. Es maravillosa. Fue el papel con el que debuté en el Metropolitan de Nueva York hace mucho... Yo era muy joven...», recordaba Ainhoa Arteta, emocionada al constatar que ha pasado casi un cuarto de siglo desde entonces. En 1994, cuando cantó por primera vez en el Met, apenas tenía 30 años. Ahora ha cumplido 54, tiene una voz con más cuerpo y se mueve en un repertorio lírico-spinto, que le permite explotar al máximo su faceta de actriz, ya sea en 'Tosca', 'Manon Lescaut' o 'Adriana Lecouvreur'. Una etapa ideal, en su opinión, para retomar roles más ligeros vocalmente.
Artista curtida y disciplinada, tiene fama de ser buena compañera y permeable a las indicaciones de la batuta y la dirección de escena. En el montaje que se ofrecerá este sábado, así como en los días 23, 26 y 29 (además de una función de Opera Berri, a precios más asequibles), se contará con la dirección de escena de Mario Pontiggia y la Orquesta Sinfónica de Euskadi en el foso, con Pedro Halffter a la batuta. El elenco se completará con el tenor rumano Teodor Illincai (Rodolfo), el barítono polaco Artur Rucinski (Marcello) y la soprano italiana Jessica Nuccio (Musetta), entre otros intérpretes.
«Contamos con artistas de primer nivel. Y un dato importante: las cuatro funciones, junto a la representación más económica y el ensayo general de este miércoles, nos permitirá llegar a 13.000 personas», aventuraba Juan Carlos Matellanes, presidente de la ABAO, flanqueado por el director de orquesta Pedro Halffter y el 'regisseur' Mario Pontiggia. Ambos apuestan por una versión fiel al espíritu y la letra de la obra. «En este caso, yo me limito a trasladar la acción a finales del siglo XIX, a la época en que Puccini compuso la obra», explicaba el director de escena argentino. Desde su óptica, las vivencias de los jóvenes bohemios, en un París bullicioso y libertino, «tienen mucho de comedia y hay que profundizar en esa vertiente».
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Un enfoque que también defiende el maestro Halffter: «Es una obra maestra que instrumentalmente está llena de matices, hay un clima de conversación, números magníficos y cambios de atmósfera». Los cuatro actos de la ópera alternan las escenas de interiores y al aire libre, el crudo invierno y la primavera del final, cuando la protagonista muere consumida por la tuberculosis. La tragedia tiene la última palabra. Ya nada será igual. La cuadrilla de artistas (el poeta, el pintor, el músico y el filósofo) se olvidará de sus sueños en cuanto caiga el telón. Ya lo decía Puccini, «la bohemia dura lo que dura».
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