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Así suenan las verduras

Así suenan las verduras

La Orquesta Vegetal de Viena crea sonidos únicos con instrumentos hechos para cada concierto con vegetales frescos. «Nos tomamos muy en serio la música que hacemos», dicen

susana zamora

Sábado, 16 de marzo 2019

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Unas risas nerviosas se escapan desde la platea nada más verles pisar el escenario. Elegantes y de riguroso esmoquin negro. Sus rostros evidencian una lógica concentración mientras cargan en sus manos los instrumentos. Estos chocan a primera vista, desconciertan. Algunos asistentes no pueden reprimirse y cuchichean mientras los músicos toman posiciones. Un murmullo se impone en el expectante auditorio... hasta que dos golpes sobre unas calabazas secas imponen el silencio. La sección de zanahorias hilvana una melodía que deriva en un ritmo tribal. En el tercer tema del repertorio, el público ya está entregado a las texturas de las composiciones a base de crujidos de tallos de apio, rotura de pieles de cebollas y ramos de perejil que, frotados y aireados como pompones, simulan el efecto del viento.

La Orquesta Vegetal de Viena lleva dos décadas cosechando éxitos en los auditorios más prestigiosos del mundo y creando sonidos únicos a partir de flautas de zanahorias, tambores de calabazas, trompetas de pimientos, violines de puerros y marimbas de rábanos. La creatividad no tiene límites: un apio vaciado por dentro ejerce de instrumento de percusión y un nabo taladrado y acoplado a un pimiento genera un sonido similar al de una trompa. Aunque uno de los vegetales que da más juego es la zanahoria: trepanada por el centro y con pequeños agujeros laterales se convierte en una flauta, pero dándole la forma adecuada puede sonar como un rascador o servir de boquilla para un instrumento de viento.

El proceso de creación de los instrumentos, con 70 kilos de vegetales.
El proceso de creación de los instrumentos, con 70 kilos de vegetales. R. C.

Suena a broma, pero ellos no juegan a ser músicos. Lo son. «Nos tomamos muy en serio nuestra música. Este proyecto no es solo para divertirnos», aseguran los integrantes de esta agrupación de diez intérpretes (más un ingeniero de sonido, un cocinero y un videoartista) que, aunque procedían de diferentes corrientes (electrónica, pop, rock, punk o contemporánea), se unieron para crear un universo sonoro musicalmente innovador. Fue en 1998 cuando estos estudiantes de música vieneses decidieron crear una orquesta poco ortodoxa, que en 2014 entró en el 'Libro Guinness de los Récords'. «En principio, nos unimos solo para dar un concierto», recuerda Sandra Walkenhofer, encargada de un equipo que ha pisado escenarios tan emblemáticos como el Royal Albert Hall de Londres y ha sacado al mercado cuatro discos: 'Gemise' (1999), 'Automate' (2003), 'Onionoise' (2010) y 'Green Album'.

Este último, que acaba de ver la luz, se adentra en mundos musicales hasta ahora inexplorados. Da un paso más en la búsqueda de nuevos sonidos y toma distancia de unos inicios inciertos, que estuvieron orientados a la investigación de las posibilidades (entonces desconocidas) que ofrecían las hortalizas como medio musical y la profundización en las diversas variantes de la música electrónica. Pero antes y ahora, los desafíos siempre fueron los mismos: primero, fabricar los artilugios musicales con productos frescos de mercado y, segundo, afinarlos con un sinfín de herramientas. Necesitan comprar verduras del día y de buena calidad para que su sonido sea nítido. Conocen qué clase de alimento suena mejor en cada país, porque depende del clima y del contenido de agua que tenga.

Con más de 70 kilos de verduras repartidos en cajas alrededor de una mesa llena de taladros y sierras, el futuro escenario de la orquesta se convierte durante las dos o tres horas previas al concierto en una especie de taller de bricolaje donde los músicos trabajan concienzudamente para crear sus instrumentos. «El reto es llegar a un sitio y trabajar con los materiales que encontramos allí. Está claro que las berenjenas en Asia son muy diferentes a las españolas pero creo que somos capaces de construir instrumentos en cualquier lugar. Tenemos que comprobar qué productos hay en cada región y estación del año pero normalmente no tenemos problemas», explica Ulrich Troyer, un componente de la banda.

«No somos vegetarianos»

Los concertistas son jóvenes, con más pinta de artistas de rock o indie que de pianistas y violinistas clásicos. ¿Quién lleva la batuta? «No hay ningún líder, somos un grupo de mujeres y hombres autoorganizados», subrayan. Con lo que ellos llaman su propio «estilo vegetal», con eclécticas piezas que van desde el jazz a la electrónica experimental o el clásico contemporáneo, este grupo no existiría sin los equipos de tecnología actual, como amplificadores o micrófonos de última generación.

La Orquesta Cateura toca con instrumentos reciclados
La Orquesta Cateura toca con instrumentos reciclados R. C.

La orquesta sabe que el tiempo (meteorológico y horario) juega en su contra. Sus instrumentos son perecederos (las verduras se vuelven frágiles y quebradizas) y requieren de unas óptimas condiciones de frescura y humedad ambiental para que suenen a música celestial.

Después, acabado el concierto, la experiencia multisensorial tiene un broche de oro: «Otras bandas hacen bises al final, nosotros regalamos verduras y elaboramos una reconfortante sopa con el producto sobrante y lo repartimos entre el público». Y para quienes aún se lo están preguntando: «No somos vegetarianos», zanjan, cansados de que les hagan siempre esa pregunta.

A dar la nota

  • Basura para componer La Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, dirigida por Favio Chávez, está formada por niños y adolescentes con escasos recursos económicos que viven en la comunidad del Bañado Sur, ubicada alrededor del vertedero Cateura de Asunción (Paraguay). El grupo interpreta obras musicales con instrumentos reciclados elaborados a partir de basura rescatada del vertedero, como bidones, cubiertos o cajas. Con ellos interpretan temas de Frank Sinatras y de Los Beatles.

  • 2014 Nace en España la Música del Reciclaje, de la mano de Ecoembes, siguiendo el modelo de Cateura. Un proyecto que ofrece formación musical a menores en riesgo de exclusión para favorecer su superación personal y la concienciación medioambiental.

  • Orquesta de hielo Hay algo de rock, de música clásica y de ritmos del mundo en las composiciones de la orquesta sueca Ice Music. Tim Linhart, su fundador, es el artesano que moldea los instrumentos a partir del hielo, tallando los bloques hasta obtener violines, mandolinas o contrabajos. Para mayor espectacularidad, les coloca luces de colores dentro, sugiriendo las aureolas boreales que se dan en la Laponia sueca. Salvo las cuerdas, los trastes y los parches, todo es hielo en esta banda, que toca en cavernas heladas para preservar su estado sólido.

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