Los seis mejores conciertos de 2020
En un año con la agenda de música directo reducida por la pandemia a prácticamente sólo lo institucional, destacamos cuatro conciertos de bandas vizcaínas, uno de gallegos y otro de un polaco
Este 2020 del coronavirus se suspendieron radicalmente los conciertos de marzo a junio. Estuvimos tres meses sin agenda. Y luego la actividad se ha reactivado a menos de medio gas, tirando del carro actos institucionales que se pueden permitir organizar conciertos a pérdidas, o sea sin ánimo de lucro.
Por eso sólo hemos podido ver 259 conciertos en total (en 2019 fueron 610). Se han suspendido grandes festivales como el BBK Live, Azkena Rock, Music Legends, BIME Live o Getxo Jazz, por no hablar de la Semana Grande de Bilbao, donde había posibilidad (y volverá a haber, eso ténganlo por seguro) de ver y oír a tantos grupos y solistas. Además, numerosas salas no han reabierto sus puertas (Azkena, Kafe Antzokia, Stage Live…) y tampoco se han montado macroconciertos de 9000 almas en Miribilla y de 16.000 en el BEC, pues el límite máximo de aforo legal hace meses se estableció en 600 asientos y ahora es de sólo 400.
Y entre esas 259 actuaciones nos han salido 6 óptimas por razones objetivas: sonido, actitud, repertorio, personalidad, espectáculo, comunicación… Razones objetivas, sin apelar a cuotas, aunque destacan dos chicas que cantan en euskera. Uno de cada 43 conciertos que hemos visto ha entrado en esta reducida lista, en la que antes del parón mundial casi se cuelan otros nombres como Elliott Murphy en la Sala BBK, The Aristocrats y Carolina Durante en el Kafe Antzokia, los nipones The Neatbeats en el Crazy Horse, los jazzmen locales JL Canal y Blas Fernández revisando a Weather Report en el Antxiki, Marko Churnchetz en el Bilbaína Jazz Club…
Y después, ya sobrevenida la pandemia, han lamido la cepa del poste de esta lista Mikel Erentxun en la Biblioteca Bidebarrieta, Carla Sevilla en la terraza jazz estival del Guggenheim, Jon Urrutia en el Bilborock, el show versionero de Mecano 'Cruz de navajas' en el Arriaga, Ara Malikian en el Serantes de Santurtzi, Mujeres en La Ribera, Depedro y Vicente Navarro en el Teatro Barakaldo, Keniama en el 8º concurso Rockein albergado en el Social de Basauri, o Izaro en el Euskalduna.
En definitiva, estos son los seis concierto escogidos en un año con ambiente general entre triste y resignado.
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1
Enero (Teatro Barakaldo)Korrontzi Benefic
Nuestro show número 20 del año, el único evento perteneciente a la antigua normalidad, la prepandémica, que entra en esta lista. Unos 110 músicos y bailarines participaron en la segunda sesión solidaria del cuarteto trikitilari en favor de ImpulsaT, una asociación para la cura de niños con déficit de merosina. Nos sorprendió, y también apenó, que en el Teatro Barakaldo ese sábado sólo hubiera 250 personas (un tercio del aforo, con entradas a 12 y 9 €) presenciando el espectáculo trikitilari-dantzari, más aún cuando semanas antes, en Navidad, 700 personas acudieron a un Teatro Campos lleno que dejó sin vender sólo las butacas de visión reducida.
No obstante, en ambos auditorios se vivió una fiesta. En Barakaldo con cuatro grupos dantzaris, la Banda de Gaitas de la Casa de Galicia de Santurtzi, el panderetero Leturia (ex Tapia Ta Leturia, el quinto miembro oficial ya de Korrontzi) y el chico down Aitor Aspuru, que también intervino al pandero en una cita colorista y feliz de 110 minutos para unas 22 piezas con coreografías modernas (de Jon Maya, Igor Yebra…).
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2
Julio (Crazy Horse, Bilbao)The Bo Derek's
Y llegó la pandemia y vimos el bolo número 99, que fue cuando certificamos que cualquiera puede excitarse sentado en un concierto, incluso en un bar y encima en horario matinal dominical. Lo demostró el trío rocanrolero y farrero vigués The Bo Derek's en el pub irlandés Crazy Horse, electrizado y poblado por una treintena de almas en un aforo máximo de 40 asientos.
Rocanroleros a tope, ritmabluseros con estilo, cazalleros en muchas de sus letras, integrados a la perfección a la hora de tocar y capitaneados por el vocalista y guitarrista Óscar Avendaño (bajista de Siniestro Total), Los de Bo Derek se salieron de la tabla y en su primer pase (¡dieron otro a la hora de comer!) eyectaron 18 temas en 55 minutos, mitad versiones (Dr. Feelgood, Little Richard, Rezillos, Mermelada…), mitad originales ('Baby, te odio', 'Al carajo!'…). Si sus versiones fueran todas en español, habría sido aun mucho mejor.
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3
Julio (Plaza del ayuntamiento, Mondragón)Travellin' Brothers
Nuestro concierto número 105 de 2020 fue uno de los cinco que hemos disfrutado este año de los Travellin' Brothers de Leioa, todos pertenecientes a la gira de su disco '1001 Nights', grabado en directo en el Arriaga. El mejor grupo europeo en 2015 según el European Blues Challenge regaló una emocionante intervención en el II Arrasate Blues Festival, donde en la plaza y al aire libre brilló con espectacularidad escénica, dominó los estilos –del country al góspel–, irradió sonidazo y entabló intercomunicación con el respetable sentado y ya obligatoriamente enmascarillado pero receptivo y que profería cada dos por tres expresiones como «oso ondo!».
En formato deluxe (o sea el sexteto base ampliado hasta el ochote sumando a la corista Mississippi Queen y a un segundo teclista), durante una actuación de 17 variados temas en 113 minutos a los Travellin' Brothers se les notó plenos de inspiración y tocaron, cantaron y bailaron (esas coreografías) con el cuchillo entre los dientes, con tantas ganas como un aficionado de a pie, es decir no dando un show más en una larga lista de agenda profesional. No en vano, la pandemia les anuló 55 bolos y este fue el único que se mantuvo en pie desde el principio.
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4
Octubre (Museo Marítimo de Bilbao)Zea Mays
La actuación número 192 del año de la pandemia estuvo enmarcada en el ciclo femenino 'Rabba Rabba Girl!', esta vez encargado a músicas vascas. Y sobre el escenario del auditorio del Museo Marítimo el cuarteto bilbaíno liderado por Aiora Renteria desató una tormenta eléctrica de 80 minutos para 16 temazos (muchos de su noveno y último álbum en 23 años, 'Atera', 2019), atestiguados por solo 60 almas invitadas, sentadas y separadas en prevención del covid, o sea el aforo máximo.
El arranque fue fulminante, por ejemplo resonando como la ignición de los motores de un cohete espacial en 'Gaur ni naiz' y como colapsando muros en 'Elektrizitatea'. Y entonces dudamos: ¿conseguirían Zea Mays mantener el nivel hasta el final? Nivel físico, musical, de inspiración, de repertorio… Era difícil, pero lo lograron mediante más descargas eléctricas, variaciones musicales discernibles si se aguzaba el oído (en la guitarra había post rock, post metal, after punk, post funk…), la conservación del vigor vocal de la lideresa Aiora (bebía té o algo similar para cuidar la garganta) y la capacidad para subir siempre un escalón más entre semejantes borrascas roqueras.
Fue el concierto número 192 en 2020, cuando el año anterior, sin pandemia, por estas fechas íbamos casi 500.
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5
Noviembre (Teatro Campos, Bilbao)Marcin Masecki
El encuentro número 235 coincidió con el recital del pianista polaco Marcin Masecki, vinculado a la película 'Cold war', quien alteró libérrimo las fronteras entre el jazz de los años 20-30 y la clásica de principios del siglo XX en un encuentro fascinante desde la primera nota. Sólo lo presenció medio centenar de almas, y es una pena que hubiera tan poco público porque el pianista polaco dio uno de los mejores conciertos del año gracias a su maestría poliestilística y a su afán libérrimo improvisatorio pero atado en corto hasta domeñar la entropía (aclaró en perfecto castellano, pues vivió de niño en Colombia, que sus temas no son locos, y en efecto están controlados).
Así experimentó la velada, organizada por Konpartitu dentro de su serie 'Algo que contar', el amigo Óscar Esteban: « Hemos vivido una explosión de virtuosismo, buen gusto y diversión, con ecos de Gershwin, Cole Porter, James P. Johnson y hasta música latina. Un músico tan excepcional merecía más público, pero en tiempos de pandemia, crisis y reguetón uno no puede pedir milagros».
Marcin Masecki ejecutó 8 piezas en 56 minutos al mando de un piano de cola Steinway & Sons que no le hace mucha gracia utilizar porque él huye de la perfección y prefiere usar pianos de pared, baratos. Pero eso fue como estar oyendo en vivo a Michel Camilo y de seguido a Joaquín Achúcarro. De hecho, explicó el oficiante: «Yo me he educado estudiando música clásica y jazz improvisado. Y lo que toco no es vanguardia, es jazz polaco de hace 100 años y música clásica de principios del siglo XX. Lo que he tocado es una mezcla del jazz americano, de la música popular polaca, de la música judía, del tango incluso… Después de la II Guerra Mundial el comunismo lo hizo desaparecer, porque no deseaba ninguna expresión artística propia polaca».
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6
Diciembre (Polideportivo Urko, Sopela)Izaro
Nuestro último concierto del año, el número 258, cuando en 2019 batimos el récord con 610. Y en verdad que entra en la lista por méritos propios, no por las típicas cuotas institucionales ('discriminación positiva' hacia las mujeres, el euskera…), ni por alcanzar un número redondo en esta selección, ni por incluir un bolo de un pueblo vizcaíno, ni por nada que se le pueda ocurrir a usted.
Fue la tercera vez que catábamos a la cantautora trilingüe y popera Izaro en la gira del disco 'Limones en invierno' y no se pudo hacer mejor en unas condiciones más adversas, tan cortarrollos: Izaro se impuso al frío ambiental (encima había corriente porque las puertas permanecían abiertas para que se renovase el aire), a las incómodas sillas de tijera, a la pista de deportes, a las mascarillas y a las dificultades habituales para sonorizar un recinto deportivo (sin embargo, el Urko sonó estupendamente, otro mérito de Izaro y su equipo).
Izaro dio este concierto en el ciclo 'Beste Bat!', subvencionado por el Gobierno vasco con millón y medio de euros para organizar durante cuatro meses 250 actos (80 % de conciertos) en 41 locales de las tres provincias vascas y con el 70 % del cartel en euskera. Ahí, en el ártico Polideportivo Urko, la vizcaína vecina de San Sebastián Izaro Andrés Zelaieta se lo montó muy profesional y polifacética (cantó incluso con falsetes, tocó guitarras eléctrica y acústica, batió la percusión, se expuso emocionalmente en los lentos, bailó y se ciñó a coreografías sencillas pero vistosas) durante show creciente de 86 minutos para 17 canciones en tres idiomas (euskera, castellano y dos en inglés: ¡la segunda el villancico de Mariah Carey 'All I want for Christmas is you'), canciones que resonaron al country alternativo americano, que no decayeron en las piezas acústicas, que en el pasaje tecno iluminaron de blanco el pabelloncito y que se remataron con tres piezas castellanoparlantes perfectas para el mercado que Izaro atesora en México.