Vino y amores. Así suena la ópera que abre la temporada de la ABAO

La temporada de la ABAO plantará este sábado en mitad del escenario una caja de sorpresas. La primera y última ópera de Jacques Offenbach (1819-1880) tiene muchas capas. El compositor de 'Los cuentos de Hoffmann' no solo era un músico con chispa y retranca, el rey de la opereta francesa, sino también un tipo con inquietudes. Su única obra seria da que pensar. Para despejar el camino, aquí tenemos algunos fragmentos de 'Los cuentos de Hoffmann' grabados la última vez que se ofreció en Bilbao, allá por 2016, con Aquiles Machado, Milagros Poblador, Valentina Kutzanova, Katherine Goeldner y el Coro de Ópera de Bilbao, arropados por la BOS bajo la dirección de Alain Guingal. Un elenco potente, como el que ahora subirá a escena con la soprano Jessica Pratt (tan querida en Bilbao) y el gancho de Michael Fabiano, un tenor de Nueva Jersey en estado de gracia que en una entrevista con EL CORREO se definía esta semana como «políticamente incorrecto».

El protagonista de 'Los cuentos de Hoffmann' es un poeta que sufre de dipsomanía y de amores. Su primer desengaño se llama Olympia y es una jovencita inofensiva. Al menos, esa es la imagen que proyecta. Pura inocencia. En este audio se recrea el ambiente de la casa de su padre, un tipo siniestro que ha organizado una fiesta para presentarla en sociedad. La chica les entretiene con una cancioncilla que les vuelve locos. Tiene voz de jilguero aunque algo... robótica.

Tras el desastre de Olympia, que tiene poco de humana, el artista pone los ojos en Antonia. Su alma gemela en apariencia. Una mujer de sensibilidad exquisita, sí, pero también sumamente frágil. Tiene tisis y le tienen prohibido cantar. La música, su gran pasión, puede matarla. Está claro que la desgracia persigue a Hoffmann. Su fiel amigo Nicklausse, que prefiere los versos a las aventuras amorosas, intenta alejarlo de la chica. Quiere hacerle ver la superioridad del arte sobre la carne. Algo que no termina de convencer al poeta. El final de Antonia está cerca y Hoffmann lucha por salvarla. En vano.

Tras la experiencia con Olympia y Antonia, llega el turno de Giulietta. Es una mujer cargada de erotismo, habituada a colmar sus deseos sin una pizca de sentimentalismo. Hoffmann cae rendido a sus pies, entre lingotazo y lingotazo. Así se entiende su nuevo mantra: «¡El amor entre el ruido y el vino es divino!». Ahora solo le interesan los arrebatos fugaces. Aquí te pillo, aquí te mato. No tiene otro ideal. Así se representó en el Euskalduna:

Todavía fascinado por Giulietta, el poeta se dejará enredar hasta perder la cabeza. «¿Con qué ebriedad enciendes mi alma? (...) Por un fuego dulce y ardiente, todo mi ser es devorado», murmura fascinado. Tiene el entendimiento nublado y no se percata de que ella lo está manipulando. Hay un sujeto llamado Dapertutto que se la tiene jugada y aprovecha para darle la puntilla. La ópera se inspira en relatos de E. T. A. Hoffmann, sumamente fantasmagóricos, y en ocasiones se deja entrever la sombra del Mal con mayúsculas... Y suena así:

A estas alturas, sin poder quitarse a Giulietta de la cabeza, cae en el sinsentido: «La detesto y la adoro. Quiero morir de sus besos». Apenas le quedan energías para nada más. Ya no escribe versos. Se palpa la tragedia en mitad del bullicio, la orgía y la soledad. Ha perdido su dignidad y puede que hasta el alma. Pero su fiel amigo Nicklausse no le pierde de vista.

En el epílogo se deja entrever una salida. Nicklausse se revela como lo que siempre ha sido.... Ni más ni menos, que su ángel de la guarda y musa. Es un papel que interpreta una mezzo (vestida de hombre) y tiene mucho protagonismo. Al final le pondrá firme: es un escritor de talento, así que ya es hora de que se ponga a trabajar. «¡La cenizas de tu corazón enardecen tu genio! (...) ¡Somos grandes en el amor y todavía mejores con las lágrimas!», clama el bueno/buena de Nicklausse. Este es el colofón de una de las muchas versiones de 'Los cuentos de Hoffmann'. ¿Cuál ha elegido la ABAO en esta ocasión? Habrá que ir al Euskalduna para saberlo.

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