Cuando el proyecto deja de ser solo un grupo de amigos
Las salidas de Valverdina (Cariño) y Maite Garrido (Shego) reflejan una escena musical joven que lucha por sobrevivir entre vínculos personales y exigencias profesionales
El indie español atraviesa un momento convulso. En apenas unas semanas, dos de sus bandas más reconocidas —Cariño y Shego— han sufrido reestructuraciones internas que ... han dejado a sus seguidores desconcertados. Entre comunicados oficiales, respuestas en redes sociales y rumores de mal ambiente, las separaciones parciales parecen haberse convertido en una constante en la escena.
El caso más reciente es el de Cariño. El 24 de septiembre, las integrantes del grupo anunciaron en Instagram que María Talaverano (Valverdina) ya no formaba parte del proyecto «desde mayo», y pedían «entendimiento, paciencia y respeto». El mensaje, aparentemente conciliador, se convirtió pronto en polémica cuando la propia Valverdina respondió en X (antes Twitter):
«Entendimiento, paciencia y respeto, ¿para quién? Por respeto a mí quiero puntualizar que no es justo llamarlo 'decisión propia'. Ese comunicado es unilateral y no tuve oportunidad de dar mi opinión.»
— cariño (@cariniopop) September 24, 2025
Las palabras de la cantante y compositora principal desmontaban la versión oficial y abrían una grieta difícil de cerrar. Los fans no tardaron en señalar que sin Valverdina —voz, autora y fundadora del grupo— Cariño no sería lo mismo. Desde entonces, la artista ha compartido en redes mensajes velados sobre lo ocurrido, mientras el dúo de «tontipop» asegura que seguirá adelante.
Algo parecido ocurre con Shego, otro nombre clave del nuevo indie-rock alternativo. En sus últimos conciertos, Maite Garrido ha dejado de aparecer en el escenario y en su lugar ha regresado Irenegarry (Irene Garrido), una de las integrantes originales. La banda confirmó el cambio con un comunicado en redes:
«Estamos pasando por un momento delicado en el grupo. Hemos tomado la decisión de seguir, al menos, con los compromisos que teníamos cerrados. Solo pedimos cariño, entendimiento y paciencia para todas nosotras.»
La situación ha avivado las especulaciones sobre tensiones internas. En una entrevista con MondoSonoro en 2022, Maite ya reconocía lo complicado que era mantener el equilibrio entre amistad y trabajo: «Si no lo encuentras, se te va todo a la mierda. Pero creo que lo estamos consiguiendo», decía entonces. Dos años después, las circunstancias parecen haber cambiado.
Ambos casos comparten un patrón. Rupturas envueltas en ambigüedad, comunicados conciliadores que no coinciden con las versiones personales y un público que reclama transparencia. Este mismo verano, el bajista Ander Cabello fue expulsado de Shinova en medio de una disputa pública. Él denunció haber sido apartado sin voz ni voto, mientras la banda alegaba diferencias creativas y personales.
Más allá de los nombres propios, estos episodios ponen de relieve una fragilidad estructural en el indie español. Bandas que crecieron en la autogestión y la amistad se enfrentan ahora a la presión de giras, contratos y expectativas. Cuando el proyecto deja de ser solo un grupo de amigos para convertirse en una empresa, parece que la música ya no basta para mantenerlo unido.
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