¿Pasan los jóvenes del Bono Cultural?
400 euros ·
A falta de dos semanas para que acabe el plazo, solo un 40% de los vascos de 18 años lo ha solicitado. El año pasado lo pidió el 65%El Bono Cultural Joven es una réplica en España de otras iniciativas europeas. El primer país en lanzarlo fue Italia en 2016, al poco de ... los atentados yihadistas en París, con el objetivo de promover «valores humanísticos, de racionalidad y convivencia entre la juventud». Se habilitó así una plataforma online, dirigida a los chicos y chicas de 18 años, con bonos descargables para adquirir productos culturales muy diversos (desde libros a entradas para el cine o museos, conciertos o cursos de idiomas) por un valor total de 500 euros. Se daban 18 meses para gastarlo. En esta edición, el Gobierno de Giorgia Meloni ha invertido 230 millones pero en breve pondrá freno a lo que tacha de «despilfarro». No les parece de recibo que se ponga a disposición de todos, al margen de su estatus económico. Aun así, admiten su utilidad porque en los últimos años cerca del 70% de los potenciales beneficiarios le han sacado provecho. Conclusión: a partir de 2024 se concederá únicamente a los jóvenes de hogares con bajos ingresos –no más de 35.000 euros al año– y a los que terminen Bachillerato con las mejores notas. El apoyo presupuestario se rebaja a 190 millones.
En España se encara la segunda edición del Bono Cultural con ilusión y los ojos puestos en los otros dos países (Francia y Alemania) que defienden el modelo universal de la propuesta, sin más requisito que la edad. Se sigue su ejemplo y, además, optimizado. El Ejecutivo de Pedro Sánchez otorga 400 euros para aprovechar en 12 meses, mientras que Francia concede 300 euros para gastar en dos años y Alemania limita la cantidad a 200, también para consumir en 24 meses. En el caso del país galo, entre los 15 y 17 años, se dan asimismo pequeñas cantidades anuales (20 y 30 euros). Con todo, España es el país que más dinero reserva para el bono: 210 millones de euros, frente a los 208,5 millones de Francia y los 100 millones de Alemania.
«Este es un proyecto a largo plazo, no se trata de buscar la rentabilidad económica. No podemos tomar como ejemplo las decisiones de un Gobierno de extrema derecha como el de Italia. Hay que seguir, tenemos que inculcar hábitos de consumo», recalca Denis Itxaso, delegado del Gobierno en el País Vasco. A su juicio, la progresión en las inscripciones invita al optimismo. Pese a que apenas quedan dos semanas para que termine el plazo y en Euskadi poco más de un 40% de la población nacida en 2005 ha pedido la tarjeta, se espera «mejorar el 64,05% de la primera edición» que superó la media española (56,79%).
¿Habrá arreón este año?
Desde la Delegación del Gobierno no se descarta un arreón similar al de 2022, que duplicó las peticiones en el País Vasco en 15 días. Entonces se pasó del 33,62% al 64,05%. Un fenómeno que se produjo por dos factores: se retrasó en dos semanas la fecha límite y se habilitaron las oficinas de Correos para simplificar los trámites. «Ojo, en la actualidad la solicitud es exclusivamente telemática a través de la página web del bono, la colaboración de las sedes de Correos en ese sentido fue puntual», subrayan desde el teléfono de información del Ministerio de Cultura activado para evitar equívocos o despistes. Ahora siempre hace falta registrarse y tener un certificado digital o Cl@ve (que se puede obtener por videollamada).
Así las cosas, no se terminan de disipar las dudas. ¿Qué alimenta la esperanza de un posible repunte? Según el delegado del Gobierno, hay dos variables que pueden contribuir a disparar la demanda del bono. «Por un lado, se tiene la costumbre de dejar todo para el final y, claro, eso lleva a perder de vista los plazos. Por otro lado, el boca-oreja en las aulas animará el panorama. A todo esto se suma que desde el Ministerio de Cultura, por nuestra parte, las delegaciones hemos salido a recordar que estamos en la recta final. Todo esto influirá para movilizar a la gente». A la espera de la evolución de las cifras en los próximos días, se mantiene el entusiasmo y la convicción en la utilidad de esta subvención dirigida al consumo de los jóvenes, no en vano el Gobierno ha incrementado la partida presupuestaria consagrada al bono, al haber pasado de 112 millones a 210 millones.
Italia (desde 2016)
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230 millones Última partida presupuestaria para el bono universal. Se cambiará a un doble modelo con requisitos: ingresos en el hogar (máximo 35.000 € al año) y notas excelentes. 500 € para gastar en año y medio.
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500 euros para gastar en año y medio Se pide al año siguiente de alcanzar la mayoría de edad. Uso válido hasta la mitad del siguiente año. Al principio se exigía nacionalidad italiana. Se amplió a residentes permanentes. No se ha llegado a más del 75% de beneficiarios del total posible.
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Con geolocalizador Registro en la web oficial (18App) con ID electrónico; de ahí se descargan bonos para productos o servicios culturales. Tiene geolocalizador para encontrar establecimientos según los intereses. Se admiten clases de música, teatro e idiomas. Prohibida la suscripción a Netflix.
Lo que no está claro es el margen de mejora. ¿Es realista soñar con alcanzar el 80% de titulares del bono? ¿Dónde estaría el tope? ¿Qué grado de ambición tienen en Francia y Alemania? El Gobierno de Emmanuel Macron, que distribuye a nivel nacional este tipo de bonos desde 2021, ha conseguido llegar al 76% de los jóvenes de 18 años y para 2025 no espera más de 78%. Alemania puso en marcha la campaña hace tres meses y se contentaría con superar el 50%. En ambos casos, la adquisición es bastante sencilla, no precisa de tantos pasos y verificaciones como en España, donde el procedimiento se ha complicado expresamente para evitar el fraude tanto de los beneficiarios como de los agentes culturales adheridos a la iniciativa.
«Pocos comprarían libros»
Es probable que lo farragoso de la solicitud, aunque se explique al detalle en la web del Ministerio, siga actuando como un elemento disuasorio. «Toda la gente de mi edad sabía de la existencia del bono el año pasado. Fue pereza y nada más lo que hizo que muchos dejaran pasar la oportunidad de conseguirlo. Una pena, porque merece la pena. Yo pedí libros, entradas para el cine y festivales, una suscripción de Spotify...», enumera Víctor Francisco, estudiante de Liderazgo, Emprendimiento e Innovación en la Universidad de Mondragón.
Francia (desde 2021)
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208 millones Cantidad que sostiene el plan de bonos para adolescentes de 15 a 18 años. En 2019 se aplicó un proyecto piloto en cinco regiones, que se volvió más ambicioso tras el covid.
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Importe según la edad (20-300 €) Con 15 años tienen derecho a solicitar 20 €. A los 16 y 17, asciende a 30 €. Pueden acumular las cantidades, pero antes de llegar a la mayoría de edad deben haber gastado los 80 €. A los 18 años, reciben 300 € que deben gastar en dos años.
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Trámites sencillos Cuando ya tienen 18 años, abren una cuenta en la web del bono. Suben un vídeo en el que se les ve con su ID. El sistema funciona como una aplicación. Entre los 15 y 17 años, rellenan un prospecto simplificado. Se ofrecen entradas, libros, instrumentos musicales... No se admite Netflix.
El desglose obligatorio por bloques temáticos es otra singularidad del modelo español. En principio parece tedioso tener que diversificar el gasto entre artes en vivo (200 €), productos en soporte físico (100 €) y online (100 €), pero hay jóvenes como Aitana Aragüés, compañera de curso de Víctor, que le ven «mucha lógica, porque si no se obliga a gastar en libros, pocos se los comprarían, la gente en general prefiere ir a festivales». Deducción acertada a la vista de los datos registrados en España hasta junio: las artes en vivo concentran el 48,3% de las compras y el 58,8% del gasto, seguidas de los bienes culturales en soporte físico que representan el 32,9% de las operaciones y el 29,4% del desembolso.
España (desde 2022)
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210 millones Presupuesto reservado para el bono. En la primera edición eran 112 millones. Objetivo doble: incentivar a los jóvenes y revitalizar la industria cultural tras el covid.
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400 € divididos en bloques temáticos Si se han cumplido 18 (o se hará en el año en curso), se puede pedir el bono. Dividido en tramos: 200 € para artes en vivo, patrimonio cultural y audiovisuales; 100 para productos físicos; 100 para contenidos digitales. Se debe gastar en un año.
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Formato de tarjeta La solicitud requiere identificación digital y varios pasos y verificaciones para evitar el fraude. Es el único bono de este tipo en Europa con formato de tarjeta prepago, físico o digital (en el móvil). A diferencia de los demás, también sirve de medio de pago para Netflix.
Porcentajes todos ellos que no llaman la atención de Denis Itxaso. El delegado del Gobierno los encuentra coherentes, «porque los espectáculos al aire libre por nuestra tradición y clima tienen mucho peso cultural; además, somos uno de los países con una industria de festivales más consolidada y eso afecta al consumo, es un elemento de atracción para los jóvenes; estamos hablando de cultura pero también de inversión». Fuera de nuestro país, en Italia, Francia y Alemania, el producto más demandado son los libros. No extraña que Paolo Ambrosini, presidente de la Asociación de Libreros de Italia, se haya convertido en uno de los más férreos defensores del bono y de los primeros en criticar la decisión de Meloni de hacerlo depender de los ingresos. «Debe ser para todo el mundo. No caigamos en el error de pensar que en las familias con más dinero se enseña necesariamente a valorar la cultura. Eso es un tópico».
Alemania (desde 2023)
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100 millones Apoyo presupuestario para una medida que empezó el pasado 14 de junio. La iniciativa fue lanzada conjuntamente por los ministerios de Cultura y Finanzas.
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200 € para un plazo de dos años El bono alemán es el más austero y pragmático. Se vuelca en los proveedores locales. Es decir, se pueden adquirir productos y servicios online, pero la recogida o disfrute debe tener lugar en establecimientos físicos. Se da un plazo de dos años para gastarlo.
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Un catálogo variado en la aplicación Potenciales beneficiarios son quienes llegan a la mayoría de edad durante el año. Se registran en una web para descargarse la aplicación. Se ofrecen libros, entradas para conciertos, teatro, ópera... Excluidos los servicios de Netflix, Amazon y Spotify.
«La mayor parte de su ocio y entretenimiento se limita al móvil»
El Consejo de la Juventud de Euskadi (EGK), que integra más de 60 asociaciones de jóvenes, no se ha formado ninguna opinión sobre el bono. «Cabe destacar que la campaña la hace el Gobierno español y desde EGK no tenemos ninguna valoración al respecto». También precisan que necesitan de «datos oficiales». El lunes se hizo público que el 39% de los jóvenes vascos nacidos en 2005 ha solicitado esta tarjeta de prepago. Un dato que de momento no les ha llevado a reflexionar.
Muy distinta es la postura de Albert Vinyals, psicólogo del Consumo y profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona. Conoce el fenómeno de cerca y se explaya sin cortapisas: «A la mayoría de los jóvenes de 18 años les basta con el móvil para disfrutar de la cultura. La mayor parte de su ocio y entretenimiento se limita a la pantallita. Parece una exageración, pero estadísticamente las cosas son como son. Yo doy clases en primero de carrera y sé de lo que hablo».
A su juicio, el éxito del bono estaría asegurado si, en lugar de productos culturales, ofreciera ropa, sesiones en el gimnasio o tatuajes. «Lo cual no significa que carezca de méritos. Es una herramienta muy necesaria y bienintencionada». Los resultados de este tipo de bonos en Francia, Italia y Alemania –donde lo más demandado son los libros–, le dan también que pensar. De entrada, le gustaría averiguar qué géneros literarios han sido los más cotizados en esos países. Y por otro lado, deja caer un dato: «Los jóvenes españoles están a la cabeza en el uso de redes sociales y del smartphone, así que mucho tiempo para leer evidentemente no tienen».
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