The Hornies consiguen acabar el Dale Candela Fest
Capitaneada por el vocalista Borja Romaña, la formación festiva y soulera getxotarra puso el cierre en el puerto viejo a un festival solidario perjudicado por la lluvia
Debido a la lluvia, este domingo acabó en petit comité el 4º Dale Candela Fest, el festival musical (y más cositas) de cuatro jornadas solidario ... con los enfermos de ELA. Y congratulémonos de que acabara con una actuación festiva, y no con un aviso de suspensión de los conciertos. De hecho, el bolo del cabeza de cartel dominical, el gallego Carlos Ares, se celebró in extremis y en intimidad, debajo de la carpita de las personas de movilidad reducida, sin ninguna amplificación, usando solo percusiones (con tanta pandereta hippie parecían hare krishnas), guitarras acústicas y voces. Y sin poder verlos apenas por culpa del mogollón de paraguas abiertos, oímos a volumen muy bajito canciones como 'La boca del lobo' y su tema más conocido, 'Peregrino'.
A esa hora, las 7 de la tarde, no se sabía si se celebraría el concierto que quedaba. Pero no volvió a llover y los souleros getxotarras The Hornies se pusieron a probar sonido, y a las 8.24 (no a las 9 de la noche, como estaba anunciado) comenzaron su show creciente de 13 temas en 73 minutos que alegraron la tarde de las 300 almas que estaríamos, entre ellas mucha juventud.
The Hornies dieron un concierto con un pie en el soul negro de los 60 que caracterizaba sus pinitos y el otro en el soul-rock sureño de los 70 al que parece van evolucionando. Y actuaron en septeto: la base rítmica de Los Brazos, o sea Koki Chamorro y Txemi Gandara, dos guitarras eléctricas, las de Juan Gumucio y Pit Idoyaga -«he tocado en tres bolos y no ha llovido», contó al respetable remanente-, el saxo tenor de Juan Feijoo, los teclados de Israel Redondo y por encima de todos la voz rota y ronca de su frontman, Borja Romaña, que actuó vestido con camiseta del Dale Candela, chaleco rojo de cuero y bermudas del mismo color rematadas por un paquetón evidentemente más falso que los de los heavies Saxon cuando se embutían en mallas, un Romaña que bailaba como un gorila y seducía como un predicador del amor. Un gamberro este Romaña, que llegó a decir: «a ver si llueve ya, ¡qué coñazo!».
Lo que mejor les quedó fue el soul mas primitivo, lo conceptualmente más retro, destacando dos lentos ardientes como fueron 'Why is so hard' (to make it in America) de Charles Bradley (tema lanzado en 2011), con Romaña cantando sin micro entre la gente, sobre la que emergía subido a una mesa, y el descarnado 'I found a love' de Wilson Pickett (lo grabó primero con The Falcons en 1962), y en el que también bajó a hacer lo mismo, cantar sin micro subido a la mesa invisible. Antes de éste temazo preguntó cuántos habíamos ido los cuatro días de festival, las manos levantadas fueron mayoría, y el cantante agradeció sincero la respuesta y nos dedicó la canción (por cierto, de los cuatro días, debido a la pertinaz lluvia, si no hubiéramos debido trabajar, no habríamos ido dos, el sábado y el domingo).
Del resto del listado de The Hornies (Los Cachondos), les quedó muy bien y con mucho empuje 'Wild night' (is coming) de Van Morrison, la sentimental y sincopada 'Cry to me', y la festiva triada postrera con la caña rock and roll vía Tina Turner del 'Proud Mary' (compuesta por John Fogerty en la Creedence Clearwater Revival, ya saben), el 'Shake a tail feather' que cantó Ray Charles en la película de los Blues Brothers, y para acabar el 'Having a party' de Sam Cooke, en el que Romaña se desencadenó y se quedó con el pecho al aire, mostrando su camiseta solidaria con la asociación Dale Candela.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión