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Javier Marcos, levantando los brazos de contento. Carlos Gª Azpiazu

Lo negativo de El Capitán Elefante

El cuarteto baracaldés atronó en el Euskalduna con su pop-rock blindado, cromado, urbano y algo pesimista

Domingo, 2 de agosto 2020, 04:13

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El sábado noche se celebró la penúltima sesión del Aurrera Fest!, esa iniciativa con la que se ha espoleado la actividad del Euskalduna en estos tiempos pandémicos. Actuaron los baracaldeses El Capitán Elefante en la sala 0B ante casi un centenar de personas (muchas invitaciones, de ahí tantos niños en las butacas) y presentaron su tercer álbum, 'Electroconfort' (Polar, 19), en un encuentro a volumen brutal que sin embargo no rebotó por las paredes del recinto: se distinguían las dos guitarras de los hermanos Marcos, se entendían las letras y no hubo eco de batería (por eso quizá ésta sonó un poco contenida en la mezcla).

Los elefantes se plantaron en el Euskalduna con equipo de luces evidentes y se pasaron de la raya con el volumen, que en su caso puede llegar a ser nocivo y contraproducente, aunque a su masa seguidora, amiga la mayoría, no parezca importarle. El concierto de 17 piezas en 85 minutos tan variados y echados p'alante que parecieron más, cursó en U, pues sufrió una leve destensión por la parte central, quizá para que recuperaran resuello los actuantes. Y es que el arranque resultó descomunal, arrasador, no horrísono a pesar del volumen exagerado, al poco quizá un poco embarullado si alguien se fijaba en la ecualización, y artísticamente reminiscente de unos The Cars blindados ('Enfermos de tristeza'), expendedor de rock de estadio 'Made in Baraka Town' ('Accidentes provocados'), ladrón de los riffs de los Strokes ('Negativo') y modernizador del power pop de Moon Martin ('Un millón de hombres', la de gira, gira…).

Lander Urgoiti, el guapo, benjamín e ingeniero. Carlos Gª Azpiazu

El líder Javier Marcos sacaba fotos en Polaroid a sus fans (conocía a la mayoría del público, no lo olviden), colegueaba demasiado con la platea, se le escapaban tacos que se podría ahorrar, se le notaba el polvo de la dehesa (estos capitanes tienen un gran hándicap: no son burgueses y no van a conseguir meter la cabeza en el circuito indie nacional, tan pijo él, e incluso clasista), y entonaba con rabia barriera buenas letras, pero con pátina de pesimismo («todo sale mal…»), de desesperanza, con inspiraciones supuestamente en conspiraciones, apocalipsis, vida urbana alienada, hipertecnología… Ahí estuvo la canción 'Con los ojos abiertos', que alterna coros celestiales con letra sobre una mujer derrumbada presuntamente por la droga («vendrán los demonios a llevarte…»).

Y en la segunda parte, a pesar de cierta saturación (sónica y física debido al volumen, no espiritual a causa de los mensajes post urbanitas y negativos), El Capitán Elefante prosiguieron acertando con sus morterazos cromados, caso de 'Xanadú' (más The Cars), 'El 1 %' (un trallazo agresivo), 'Otro día más' (con los coros circulares del respetable), y ya en el largo bis 'HY Brazil' (su letra más triste, imagínense), 'Agoraphobia' (en plan Pretenders masculinos) o el adiós con 'Joder, qué pesados' (funk deslizante en plan Itoiz de la margen izquierda y con intervención de dos bailarinas sorpresa vestidas de verde).

El cuarteto en la sala 0B. Carlos Gª Azpiazu

Fue un bolazo y hubiera estado mejor de haber bajado el volumen y de haberse olvidado Javier de los familiares y colegas del patio de butacas. Al amado líder se le notó contento por actuar en tal recinto (lo agradeció sinceramente) y el grupo consiguió poner a bailar al público. Javier se congratuló de que hubiera ido bastante gente a pesar de la fecha horrible: 1 de agosto y el día anterior festivo, como contó cuando reveló que tantos les habían recomendado que no lo montaran ese día. Y a pesar del triunfo deseó: «Algún día haremos un concierto con la gente en pie, sin mascarillas, bebiendo cerveza, y fumando». Ojalá estemos y por fin demos con el concierto perfecto de estos veteranos de la escena vizcaína (ex Arde Asia, qué buenos eran, mil veces mejores que Doctor Deseo, con quienes tanto les comparaban).

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