
Música ancestral en boca de Abraham Cupeiro
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Teatro Campos ·
El músico y artesano gallego ofrece este sábado un recital con decenas de instrumentos arcaicosPodía haberse quedado tranquilo como profesor de trompeta en el Conservatorio Superior de Música de A Coruña, pero lo dejó todo porque la mente y ... el cuerpo le pedían salir corriendo. Volar muy lejos y abrirse camino con sus propias manos. Coger el martillo o la sierra para cortar por lo sano y empezar de cero. Cada instrumento de viento que construye Abraham Cupeiro (Sarria, Lugo, 1980), tras un riguroso proceso de documentación, le permite viajar en el tiempo, desde la Edad de Hierro a los albores del siglo XIX, sin necesidad de salir del taller que tiene junto a su cabaña, en mitad de la montaña en la comarca lucense de Sarria, muy cerca de las guaridas de jabalíes, corzos y zorros.
«La naturaleza, el paisaje y la historia siempre me ha inspirado», admite Cupeiro, en conversación telefónica con EL CORREO desde la cocina de su casa, al tiempo que retira una olla del fuego. Este sábado, a las 18.30 horas, ofrece un recital-monólogo en el Teatro Campos bajo el lema de 'Resonando en el pasado' y lo espera con impaciencia. Ya tiene preparadas las maletas con decenas de instrumentos, desde caracolas y plumas a cañas de junco y trompetas de latón que le permitirán «subirse a una montaña rusa de relatos y emociones en compañía de todo el mundo, porque nadie se queda en el camino». Cupeiro tiene una musicalidad arrolladora y espontánea, que le permite soplar en la boquilla de su karnyx (trompeta celta con una cabeza de dragón en su pabellón) y sacudir al auditorio. No despierta terror sino la más pura fascinación. Es como el aullido de una criatura ancestral, enterrada en lo más profundo de nuestra memoria.
Ese bramido colosal, que se remonta a la Edad de Hierro, se podrá escuchar también en momentos clave de la película 'Gladiator 2', que se estrena en España el 15 de noviembre, «porque Ridley Scott me encontró en las redes sociales y le gusté». El cornu romano, reconstruido según el modelo de un ejemplar hallado en Pompeya, es otro de los instrumentos de corte arcaico, propiedad del músico gallego, que han enriquecido la banda sonora del reputado compositor Harry Gregson-Williams. «Fue un honor. Lástima que no haya podido viajar a Los Ángeles para la grabación. El equipo de la película tuvo que venir a Lugo. Yo estaba entonces terminando mi tercer disco, 'Mythos', con la Royal Philharmonic Orchestra en Abbey Road».
Cupeiro tiene una agenda muy apretada, con más de 120 actuaciones en medio mundo, en solitario o con agrupaciones como la Mahler Chamber Orchestra y solistas de la categoría de la violinista moldava Patricia Kopatchinskaja. Pese a todo, no se considera un portento sino un «profesional que se vuelca en su pasión». No busca la perfección ni recepciones en la embajada con smoking y pajarita. Su mayor orgullo es saber que la media de edad de los seguidores de su canal de YouTube no supera los 25 años. «Eso me encanta. Me hace sentir vivo y seguir adelante con entusiasmo. Hay que animar a las nuevas generaciones y, sobre todo, dejar a un lado el pensamiento cuadriculado o estanco. ¡Seamos osados! Persigamos nuestros sueños, que la vida pasa volando».
De niño escuchaba a Edith Piaf, Beethoven, Louis Armstrong y –cómo no– muy buena música celta en el coche de su padre. «Era un melómano empedernido y no tenía prejuicios. Le gustaba lo mejor y nada más». Esa frescura y ese bagaje, abierto a todo tipo de ritmo y armonías, le han acompañado siempre. Tenía apenas 11 años cuando tocaba en la Banda Municipal de Sarria, con un repertorio amplísimo que abarcaba lo mismo zarzuela que bandas sonoras, pasodobles y temas populares gallegos. Disfrutaba enormemente de la música, pero nunca imaginó que terminaría con una colección de 300 instrumentos en casa, con más de 60 fabricados por él mismo.
Es un profesional único en el sector que se define sin complejos como un 'suicida musical'. «Cuando salgo a escena, siempre pienso lo mismo: ¿ya sonarán todos estos instrumentos como quiero? No son tecnológicamente perfectos, pero ni falta que hace. La pericia y la imaginación ayudan a salir del paso. Hay que tener reflejos y perder el miedo. La imaginación es como un músculo. No debemos dejar de entrenarlo, ni en la música ni en nada».
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