«No me muero, pero me voy», se despide el Reverendo Igor

Este viernes 300 almas se congregaron en el Kafe Antzokia para despedir de la escena local al Reverendo Igor, quien tras 30 años predicando blues, rhythm and blues y rock and roll con su piano y su voz ha decidido abandonar el show business, para dolor, pena y enfado de sus fieles, como decíamos al recomendar su concierto en la lista de los mejores conciertos del fin de semana. Lo de enfado lo escribíamos en primera persona, porque un artista se debe a su público y nos sentimos abandonados. A partir de ahora, por ejemplo, ¿iremos alguna mañana a la playa de Ereaga a ver a algún grupo de los que actúan por esas terrazas, como hacíamos cuando estaban anunciados The Big Flyers?

El Reverendo Igor es colíder, pianista y cantante de The Reverendos. El otro colíder es el guitarrista Álvaro Martínez Mariezcurrena. Y un día esa formación se desdobló simultáneamente en The Big Flyers, o sea era misma banda pero con otro nombre, de marca blanca para actuar a menudo en bares. Y este viernes se montó un cartel cuádruple para que pudiéramos decir adiós y sentir lo que perdemos. Como dijo el interfecto durante su bolo con The Big Flyers: «Muchas gracias, hermanos. Nos hemos reunido hoy para despedirnos de mí, que no me muero, pero me voy». Y como le suele preguntar su contrabajista, Pedro Larrauri: «¿Te lo has pensado bien?». Parece que sí, pues sus tres excompañeros seguirán juntos y buscarán otro cantante para continuar su trayectoria de 20 años hasta ahora. Por cierto, muchos músicos locales había entre los 300 espectadores, y reconocimos a miembros de Jaimones, Moonshine Wagon y de Bribones, además de a Carlos Carranza y Santi Delgado.

El homenaje se celebró en modo concierto múltiple, con cuatro bandas que tocaron unos 40 minutos cada una. Abrieron dos invitadas o teloneras en las que militan sendos miembros de Los Reverendos / Big Flyers. El baterista Javi Caballero está en el trío psychobilly 3 From Hell, que mejoró la imagen de su bolo de enero en la Sala Mytho, en la denominada Vinilo Fest, pero el estilo se torna muy reiterativo y peca de específico, aunque quepan versiones de Britney Spears y Social Distorsion.

Y el contrabajista Pedro Larrauri toca con Arnau & The Honky Tonk Lovers, que se presentaron en ochote (un supergrupo con violín, pedal Steel, piano, corista tatuadísima…) y que parecieron como unos extraterrestres instrumentalmente superdotados caídos del cielo al recrear con acústica estupenda el country de Nashville de los años 70 con pasión, capacidad, brillo y alegría, sin bajar el ritmo en ningún momento y llegando a recordar a Elvis Presley por eso de la espectacularidad americana.

Y llegamos a los platos principales. A las 23.17 horas arrancaron The Big Flyers en quinteto, con el refuerzo del saxofonista David Blacky, y pusieron a la peña en danza (muchas mujeres, no pocos socios de los Dukes, que no es un club motero sino uno de rock and roll) durante 12 temas con guitarra Fender en 36 minutos salpicados con frases del Reverendo Igor («que no aplaudan, que van a destiempo», «ahora una canción muy bonita, como todas las que tocamos», «hay que darle al vino…», y se servía otra copa de la botella que tenía a su vera), con especias de Nueva Orleans que tanto les gustan ('The music will continue until we die' con la sombra del Professor Longhair, el 'I'm walking' de Fats Domino, una rumba...), ritmo y blues negro (el 'King Kong' que conocemos por Barrence Whitfield y no sabemos si es versión), y arrobas de rock and roll retro del guapo ('Let's move our legs', el 'Three time's a charm' de los Stray Cats con el alma de Gene Vincent, un 'Seven nights to rock' aceleradísimo para adelantar a Jerry Lee Lewis, un 'Brenda Lee' de la escuela Chuck Berry, y para decir agur a estos Big Flyers un rock and roll puritito The Blasters cuyo título en el setlist se consignó como 'R`n`R guitar').

Y entonces hubo mucha gente que se marchó. ¡Quizá un tercio! ¿Pensarían que ya se había acabado? No: iban a tocar los Big Flyers y los Reverendos, que son los mismos cuatro, sin el saxo. El caso es que justo a las 12, a medianoche, con nueva indumentaria (Igor cambió su sombrerito de ala por una gorra de visera) arrancaron The Reverendos su también último concierto, de 11 temas con guitarra Gretsch en 40 minutos más serios, maduros, adultos… Entonces apenas habló el colíder Igor, en el sonido del cuarteto se impuso la guitarra de Álvaro Martínez, e Igor cantó de modo más trágico o tétrico y menos festivo o juerguista.

Y así se sucedió un repertorio que molaría haber oído en el Azkena Rock Festival: hubo un instrumental surf inaugural ('Atlántica'), rock moderno y crepuscular ('Cryin & howlin'), psychobilly de carretera ('I need your love'), otro crepúsculo esta vez vía Blood On The Saddle ('How many years'), un híbrido entre los Sonics y los Stooges ('Take me home'), diddley beat ('Lazy toxic'), psycho como los Stray Cats a medio gas ('Night cat'), un único tema con el reverendo en pie para despedirse «de mis amigos, de mis hermanos» que nos hizo pensar en Elvis en Las Vegas ('White trash on a long black train'), y el adiós definitivo con un borroso instrumental (pero identificable: el 'Rumble' de Link Wray).

Y eso fue todo, amigos. Si Igor empezó en el 94, el que suscribe le conoce al menos desde el 95. Al acabar el bolo, superior el de Los Reverendos al de Los Big Flyers por sonido, fuste y seriedad, Álvaro nos pasó el setlist y nos contó que varias canciones son nuevas y que no están grabadas, pero que lo harán cuando tengan un nuevo cantante. «Seguirán este línea, a lo Reverendo Horton Heat». El americano, no el vizcaíno.

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