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Ibarrola al piano, Esteban al micro, y al fondo el patio de butacas. Ó. C.
El monólogo musical de 'Hazmerreir' llena el Arriaga
El Bafle

El monólogo musical de 'Hazmerreir' llena el Arriaga

El bilbaíno Naiel Ibarrola y el zaragozano José Luis Esteban mezclan con facultades 'stand up comedy' y 'spoken word' a lo largo de un texto prototípico sobre dos 'androides de entretenimiento'

Miércoles, 15 de enero 2025, 00:42

Este martes se llenaron en el Teatro Arriaga los 120 asientos dispuestos sobre su propio escenario para ver la actuación del dúo vasco-aragonés formado por el pianista bilbaíno Naiel Ibarrola y el humorista zaragozano José Luis Esteban (entre las sombras, físicamente recordaba a Luis Zahera). Presentaron su show llamado '¡Hazmerreir!' (según la RAE un hazmerreír es una persona que por su figura ridícula y porte extravagante sirve de diversión a los demás), la segunda parte de su proyecto 'Sobras completas' (candidato al Premio Revelación de los Premios Max del teatro), y la propaganda prometía que se trata de «…un stand up musical en el que comedia, ritmo y emoción se dan la mano para divertir al público». Y ahí que acudimos teniendo en cuenta que había canciones.

José Luis Esteban (actor, dramaturgo y poeta) y Naiel Ibarrola (músico e ilustrador), con el patio de butacas y las luces de los palcos del Arriaga a sus espaldas, se presentaron como «dos androides de entretenimiento» (sic), pero sin disfrazarse, aunque ambos tenían «batería de mucha duración e inteligencia artificial sumamente desarrollada».

El primero es de un barrio de Zaragoza y el segundo natural de Bilbao, o sea que es más listo, más «pujante» en palabras del androide maño, el dotado de voz (por cierto, no habló nada Naiel, que miraba al actor principal mientras tocaba para él y le acompañaba incluso con efectos especiales). Ambos en integrada colusión ofrecieron un ágil show de 68 minutos para unas 14 piezas musicales en las que el público no ovacionó más que al entrar y salir los actuantes, y donde pocas risas se oyeron intercaladas, aunque sí tuvo gracia el guion, el monólogo del zaragozano, que declamó con velocidad ese texto un tanto infantil y previsible que no le permitió volar muy alto (el que suscribe, sin saber nada de nada, adivinó el final de varias frases del guion).

Pues con el gracejo de Esteban hablando rápido como Leo Harlem sobre el guion prosaico acerca de un par de androides con conciencia como los de Blade Runner (estos de '¡Hazmerreir!' quieren votar), sin intención de hacer sangre (lo más fuerte es la canción 'Tom Cruise', sobre la gente que llega tarde a los sitios, en especial al cine), aunque ellos como autónomos lanzaron varios certeros dardos a Hacienda (que si el pin que no funciona, que si la cita previa, que si el contribuyente nato, neto y bruto, que si el IVA soportado…), su humor blanco (sin palabrotas ni ideología, se agradece) lo vehiculizaron con más mérito e ingenio en esas casi quince canciones (impactante la primera, donde dicen que es asombroso que estemos ahí y enumeran sus razones).

Canciones que manejaron el spoken word con la stand up comedy (o sea los recitados con los monólogos; lo ponemos en inglés, también en el subtítulo, por pecar de pedantes y dar la razón a los actuantes que dijeron que no hay nada peor que hablar en inglés sin saber), la música clásica (Nahiel es un crack al piano, como demostró en su breve introducción con el instrumento eléctrico) con lo progresivo conceptual (esa insistencia en mostrarse como androides, que no robots, pero que se queda en lo superficial por mor de la estética de hombres corrientes, de gente de a pie: ¡que mejoren el vestuario!), el cabaret vía Ute Lemper / Zenet ('Cuenta corriente'; ah, los títulos nos los inventamos a tenor de lo que cantaban) con el hyper-musical (la velocidad en la dicción del zaragozano), del costumbrismo cantautoril a lo Pedro Chillón ('Mentiras sinceras') al por ellos definido como «cabaret patriótico» ('Dominguín'), o desde el humor de La Trinca y Primital sin coros ('Poincaré', el nombre del cuñao androide) hasta el pop de Un Pingüino En Mi Ascensor ('Deporte en inglés', aunque con otro timbre del teclado).

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