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Con el animoso Eusebio Martín al caldero. FOTOS: CARLOS Gª AZPIAZU

Miren y Roberto Etxebarria inaugurando el 37º Getxo Folk

El bafle ·

La pareja familiar y trikitilari dio en el Muxikebarri un concierto divulgativo, con estética televisiva y actitud en exceso formal

Jueves, 23 de septiembre 2021, 02:50

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El miércoles comenzó el 37º Festival Internacional de Folk de Getxo, que se prolongará hasta el domingo y que el sábado tiene ya las entradas agotadas para ver al gaitero gallego Carlos Núñez. El honor de dar el pistoletazo de salida recayó en el único proyecto vasco de los cinco conciertos principales, el centrado en la pareja trikitilari de Gatika compuesta por Miren y Roberto Etxebarria, hija y padre, ella panderetera y él trikitilari, que presentaron con invitados su disco 'Hamaikatxu kopla… pandero baten konture' (Elkar).

Aita alaba, Roberto & Miren. CARLOS Gª AZPIAZU

Hasta catorce actuantes salieron a escena, faltando por culpa de un catarro el colaborador de Roberto durante más de 25 años Kepa Arrizabalaga, cantante y panderetero. El concierto inaugural del 37º Getxo Folk se hizo bastante largo, duró hora y tres cuartos (103 minutos) para 22 piezas, y se sucedió atenazado por un convencionalismo divulgativo de la vieja copla e inspirado por una escenografía bastante televisiva. Y todo eso dejando aparte que a Roberto, con 35 años de trayectoria, se le vio bastante nervioso en sus presentaciones y no pareció la alegría de la fiesta, la cual la aportó especialmente el convidado salmantino, Eusebio Martín, del grupo Mayalde, que percutió el caldero agarrándolo por su asa y demostrando la mayor seguridad escénica de todos los que intervinieron.

La escena se asemejó a un plató televisivo. CARLOS Gª AZPIAZU

En efecto, poca seguridad, bastantes nervios y un convencionalismo subrayado por el canto agudo de Miren, adscrita a la moda melódica de los nuevos vocalistas trikitilaris y recordando a menudo a Gozategi. Los Etxebarria llegaron a actuar en sexteto nuclear (ellos dos más un guitarrista, un flautista céltico, una violinista, ¡y un contrabajista que tocó con arco en un grupo folk!), hubo media docena de intervenciones esporádicas a cargo de una pareja dantzari (la misma que acompaña al trikitilari portugalujo Xabi Aburruzaga: Nagore de las Cuevas y Arkaitz Pascuas, que excepto en el prólogo apostaron por la tradición), entre los invitados destacaron el citado Eusebio y los franceses Jean Mixel Bedaxagar y Mixel Etxekopar, y el concierto sonó estupendamente (el histórico César Ibarretxe estuvo a la mesa).

Nagore y Arkaitz también bailan con Xabi Aburruzaga. CARLOS Gª AZPIAZU

Sólo habría un tercio de entrada en el Muxikebarri (con el aforo reducido al 50 % por la pandemia: 391 butacas disponibles en total), la tarde del miércoles se hizo larga, muy nervioso estuvo Roberto Etxebarria (más teniendo en cuenta que tiene experiencia como profesor de música) y a la labor divulgativa de intención festiva le faltó la picante alegría que por ejemplo le pone Agus Barandiaran al frente de Korrontzi, en cuyo último álbum de copla ha colaborado el propio Roberto. Y así, entre la demasiada formalidad escénica (de tal guisa no se puede empujar, tentar a la fiesta a nadie: hubo un momento en que el público se arrancó con palmas espontáneas y no tardó en frenarse) fijándose se pudieron percibir varios momentos que despuntaron entre el luengo repertorio, casi todos con invitados, qué casualidad.

Entre esos números más salerosos, con más aire, estarían el instrumental 'Txirikan' (con el castellano Eusebio haciendo sonar el caldero igual que un pandero; además, justo antes, Eusebio y su hijo se marcaron un tema ellos solos con cucharillas que nos hizo pensar en Fetén Fetén, que vaya disco más bueno acaban de sacar: 'Cantables 2', con numerosos invitados también, búsquenlo en Spotify), otro instro como fue 'Jatape', éste con Eusebio y la banda incorporándose poco a poco, y el efecto balancín y junkeriano incorporado por padre e hija, por aita alaba, a 'Gogoetak'.

Saludos tras el bis de los catorce actuantes. CARLOS Gª AZPIAZU

Así en general, para no aburrir, concluyamos que la triki modernista y grupal resonó a Gozategi por lo melódico y bailongo, al citado Xabi Aburruzaga en ciertos momentos con efecto muelle ('Fruiz') y a las cuatro Amak en los lapsos de voz y percusión. Pero el atractivo solía decaer en cuanto se ponían a cantar, y eso va más allá de la falta de rodaje del nuevo repertorio, de los nervios del estreno, de la presunta timidez de los colíderes y de un modo de entonar tan típico, tan endémico en el folk euskaldun, que debería apartar lo melódico en favor del arrojo, pues el miércoles ya no sabíamos si estábamos en una romería donde se animaba a la fiesta instantánea o en una clase magistral envarada y canónica de folk vasco.

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