Mikel Urdangarin: «Tardé 17 años en abrir la tapa del piano»
El cantautor de Amorebieta lanza su decimoquinto álbum, el sugerente 'Izurdeen lekua' (El lugar de los delfines), en el cual crece como artista gracias a su labor al piano
Por fin tenemos entre las manos el nuevo trabajo del cantautor Mikel Urdangarin (Amorebieta, 48 años), de quien ya habíamos informado varias veces que ha variado, o más bien ampliado, su estilo gracias a la incorporación del piano desde el propio proceso de composición. Ya habíamos contado en EL CORREO que Mikel se compró un piano de segunda mano en el lejano año 2000, pero que lo apartó y no lo tocó, literalmente, hasta hace tres años. Entonces se sintió fascinado por su sonido, pensó que podría abrirse nuevos caminos creativos, recibió clases, dio algunos conciertos al piano y, lo dicho, por fin se publica en disco el loable y paladeable fruto de su beneficiosa mutación: 'Izurdeen lekua' (El lugar de los delfines; lo pueden oír en Spotify), en el cual sin perder su personalidad compungida Urdangarin llega más allá y amplía su paleta cromática (abarca desde modernismos alternativos hasta rock céltico).
Mikel Urdangarin presentará su novedad en la Azoka de Durango, que este año no tendrá casetas y se celebrará de modo virtual y logístico. Aunque se mantendrán los conciertos, como el del Mikel este domingo. Este martes por la noche, el exbertsolari nos atendía desde su habitación, en Vitoria, justo antes de ponerse a pensar en el repertorio de su concierto más inmediato, el del viernes en Azpeitia.
- ¿Eres perezoso? Como compraste el piano y tardaste tantos años en empezar a tocarlo… No es una pregunta chunga, pues yo soy muy vago, ¿eh?
- Soy perezoso para lo que no me gusta. El porqué de mi tardanza en empezar a tocar el piano no me la explico ni yo, la verdad. Tardé 17 años en abrir la tapa.
- ¿Y el piano te ha abierto un horizonte oceánico a la hora de enfrentarte con las canciones?
- Empezar a tocar y casi al mismo tiempo a componer con el piano ha sido y está siendo un descubrimiento. Es un instrumento con una capacidad expresiva enorme, que te lleva a otro lugar en cuanto te sientas frente a él. Siempre he tenido piano en mis temas y lo he disfrutado en directo, pero nunca lo he sentido como ahora. Ha sido un auténtico hallazgo a estas alturas de mi vida, aunque parezca mentira. Al tiempo que lo tocas, el propio instrumento te muestra lo que estás haciendo, lo que está ocurriendo delante de tus ojos.
- ¿En qué es diferente componer al piano de hacerlo a la guitarra?
- A la guitarra compongo de una manera más percusiva, más sencilla y quizá también armónica y melódicamente más limitada. En estos dos últimos aspectos, los de la armonía y la melodía, es donde más he agradecido la ayuda del piano.
- Tu forma de cantar es compungida pero no parece impostada. ¿Por qué cantas así, tan a menudo con trémolo sentimental?
- No busco sonar compungido. Yo no lo veo así. Es cuestión de expresión y dinámica. De manejar la fuerza, de contenerla y liberarla cuando así lo pidan la música y el momento. Procuro dotar a la voz de todo el rango posible, de explorar sus límites aun a riesgo de dañarla. En cuanto a mi trémolo, diría que es inherente a mi voz, parte de su timbre. Es una de sus cualidades. Mi voz cantada es mi voz hablada, no hay más.
- El disco ve la luz coincidiendo con la Azoka de Durango. ¿Cómo lo presentarás en estas condiciones pandémicas? Este año no hay casetas, ni firmas…
- Este año toca pasarlo de la mejor manera posible. Superarlo. Está siendo un año duro y triste en líneas generales y la Azoka no se va a librar. Pero todo pasará. Este año también.
- ¿No das un concierto en Durango?
- Por fortuna, hemos tenido la oportunidad de tocar estos últimos meses y también acabaremos el año tocando: este viernes 4 estaremos en Azpeitia, y el domingo 6 en Durango, en el espacio Ahotsenea. Pero la presentación oficial del disco con todas las de la ley será el 26 en el Palacio Euskalduna.
- Mikel, ¿Zart es tu nuevo sello? ¿Es tuyo, de tu propiedad?
- Pertenece a un colectivo. Ahí estamos Rafa Rueda, Harkaitz Cano, Oier Aranzabal, Alain Urrutia, Elizabeth McKlin y yo mismo. Gente de disciplinas diversas que compartimos inquietudes culturales similares.
- ¿Bajo este sello no sacaste hace meses un directo dedicado a Leonard Cohen? ¿Un vinilo?
- Así es. Ese fue nuestro álbum debut como Zart.
- Y para acabar piquemos en algunos detalles de las nuevas canciones de 'Izurdeen lekua'. En la primera, la que titula el álbum, se te cuela un oximorón: un pirata de buen corazón.
- Ja, ja, ja... Es parte de la fábula que supone el propio tema. En el lugar de los delfines caben los piratas de buen corazón, las medusas gigantes y las ballenas de las viejas baladas.
- En la tercera canción, 'La segunda de tres hermanas', le cantas a tu madre.
- Mi ama aparece aquí y allá. En algún tema de manera explícita y en otros de una manera más velada, como si nos vigilara desde las alturas.
- Sí, en otra canción, la quinta, 'Azalaren azpian', vuelve a salir tu madre, en el coche, haciendo rimas, bertsos. Dices que bajo la piel sigues siendo un bertsolari. Antes de oír esta canción ya había pensado en preguntarte qué queda de bertsolari en ti.
- Hay mucha evocación en el disco. En 'Azalaren azpian' acudo a recuerdos de mi niñez para rendir homenaje al que fue mi tutor como bertsolari, al gran Jon Lopategi, ya fallecido. Es una llamada a las raíces, a reconocerte en ellas, dar las gracias y seguir avanzando.
- 'Izurdeen lekua' es un disco muy moderno, muy americano, con destellos y trazos de post rock, alt co, rock alternativo, de rock celta como harían The Waterboys… A veces me recuerda a Eñaut Elorrieta, pero tú ahondando en el surco por cantar con más intensidad.
- Eskerrik asko. Ha sido una decisión estética donde la figura de Koldo Uriarte como productor resulta clave. Desde el principio mi idea era indagar en la versatilidad que posee el grupo para intentar ofrecer un sonido diferente del mostrado hasta ahora. Teníamos en mente un disco muy visual, evocador, con afán de crear paisajes, relieves... El uso de la voz en diferentes planos ayuda en esa intención. Aunque implica cierto riesgo también. No sé si lo hemos logrado, pero al menos creo que se aprecia cual era nuestra vocación.