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Este jueves 426 almas se congregaron en el Teatro Arriaga para presenciar el estreno de 'Mundua eder', el 15º y último álbum de Mikel Urdangarin (Abasolo, Amorebieta, 53 años). El concierto estuvo bien, pero no superó las expectativas sobre todo porque la banda sonó demasiado apocada, sin chicha, como mal ecualizada (muy mates o poco presentes la batería del korrontzi Ander Hurtado de Saratxo, la guitarra eléctrica del Pi L.T. Rafa Rueda…), y evidentemente carente de empaque conjunto. Además, Mikel no tocó el piano, solo la guitarra acústica al cantar.
Así que la voz de Mikel fue el foco, núcleo o protagonista del concierto de 21 canciones en 100 minutos y en septeto, con corista femenina. Las primeras 9 canciones, en 42 minutos, fueron las de la novedad (de los 10 temas del disco sólo se quedó en el tintero el octavo, 'Udako gau epela'). Y durante esa primera mitad estuvo todo más cogido con pinzas, con el repertorio menos rodado, a medio gas en marasmos alt co ('Edertasuna') y aires exangües a lo Benito Lertxundi ('Euripean', el céltico y lineal 'Izurik ez gehiago'), con Urdangarin tirando de su tremolo vocal ('Bart gauez'), sonando a Itoiz (el pop 'Zerua izar Jario') y a Ken 7 ('Argira'), y brillando más en las interpretaciones de 'Ilunabarra' (muy Waterboys y creciente), 'Gaur ez da nahiko' (una suerte de rock sereno tipo Bob Seger) y la mejor interpretación de este arranque, la de la canción titular 'Mundua eder', una suerte de brit pop cuya letra asegura que «el euskera embellece el mundo».
En la segunda mitad el sonido no mejoró de modo determinante (bueno, en el postrero bis sí), pero hubo otra alegría al repasar canciones ya conocidas por los músicos y el público, que ovacionó mucho el primer título ajeno al disco novedoso, el pop algo inglés 'Bihotz hilezkorra', señal de que lo había reconocido. Aunque los acompañantes, dispuestos en amplio semicírculo a las espaldas del de Amorebieta, se limitaban a tocar como secundarios sin protagonismo, en este tramo hubo muchos temas más vivificantes, con el líder más evidentemente contento y las 400 almas más satisfechas al volver a disfrutar con canciones redondas y memorables como 'Itsasoan euria' (un brit pop flotante), 'Izurdeen lekua' (creciente vía The Waterboys, un influjo notorio a lo largo de todo el concierto del jueves, no solo por el violín de Nika Bitchiashvili), 'Agian irailean' (con Mikel en su rol de inspirado cantautor bastante Leonard Cohen) y su hit primigenio 'Badira hiru aste' (donde se le veía la cara contenta).
El que suscribe se siente un poco plof porque acudió pensando que podría ver uno de los conciertos del año y se quedó en bien sin más. ¡Y Mikel no tocó el piano! Bueno, como usaron uno eléctrico, pues igual mejor.
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