«Mi mayor preocupación en esta obra de Bach ha sido quedarme en la esencia»
Ha grabado las seis Suites, la colección que representa la cima del repertorio para su instrumento
Asier Polo (Bilbao, 1971) toca el cielo. Porque enfrentarse a la grabación de las seis Suites para violonchelo solo de Bach es alcanzarlo y contemplar ... la Tierra desde allí, leer la palabra revelada y anunciarla al mundo. En la teórica mitad de su carrera, el chelista vasco, que siempre se ha visto como un corredor de fondo en un mundo en el que abundan los velocistas, ha alcanzado el grado de madurez preciso para tocar esta colección que está rodeada de un aura mítica. Son casi dos horas y media de música recogidas en un álbum doble (sello IBS Classical) que presentó ayer en Bilbao.
- ¿Era el momento de grabar las suites?
- Sí, por muchas razones, que incluyen el equipo, el lugar donde hacerlo y por supuesto la convicción de que había interiorizado la obra; que tenía un bagaje y un recorrido con los que me sentía seguro. No digo que sea mi versión definitiva; eso no se puede decir nunca, y menos con Bach.
«He grabado la obra cuando he tenido la seguridad de que la había interiorizado»
el momento preciso
- ¿Cuándo tocó alguna de las suites por primera vez?
- No lo recuerdo. Supongo que sería en el Conservatorio medio porque allí ya se empieza por las primeras de la colección, que son las más sencillas, aunque no te enteres ni de la mitad.
- ¿Y en concierto?
- Alguna suite suelta hará unos veinte años. El ciclo completo no lo abordé hasta hace tres, cuando ya estaba en la cabeza el proyecto de grabación. Lo he hecho siempre en dos sesiones, aunque hay quien lo hace en una, en un verdadero 'tour de force' que a mí me parece una salvajada, porque con las pausas entre ellas y un descanso te pones en las tres horas.
- ¿Cuál es a día de hoy su visión sobre esta obra?
- El problema con las suites no está tanto en una cuestión de dificultad técnica como en la estética con las que las abordas: si optas por un estilo más romántico o más plano, como debieron de sonar en su época. Todos somos producto de un recorrido cultural y eso te hace abordar las obras con una visión, aunque cada vez hay menos diferencias entre las distintas escuelas.
- ¿Y en qué punto se sitúa?
- Como decía, hemos bebido de la tradición -con una visión más romántica- y al mismo tiempo hemos conocido los resultados de los investigadores del historicismo. Mi gran preocupación ha sido quedarme en la esencia. Lo que hay que hacer no es poner, sino quitar. Cualquier artificio sería un obstáculo. Aunque sin quererlo siempre busco una vivacidad: mi intención es que la música esté viva porque solo así trasciende. En cualquier caso, estamos ante una obra de enorme envergadura, maravillosa, con una espiritualidad importante.
- ¿La clave entonces está en la esencia, en la sencillez?
- La sencillez es la manera natural de enlazar pasajes, la forma de mostrarlo con espontaneidad, de una manera pura. Es curioso que en el siglo XIX la obra desapareció de los escenarios porque parecía una colección de estudios y se usaban para 'calentar'. Por su lenguaje, estaba fuera del discurso musical de su tiempo, y esa es la razón de que no se interpretara.
- Todos los grandes del chelo han registrado al menos una vez esta obra. ¿Ha estudiado sus versiones antes de grabar la suya?
- No suelo hacerlo... El gran genio es Pau Casals porque hizo su versión de la nada. Fue casi como una obra de estreno. Luego hay versiones más transgresoras, más elegantes, más tradicionales, más expresivas... El que me ha marcado y me hizo pensar sobre las posibilidades de la partitura es Anner Bijlsma, por la manera tan libre de abordarla, por el juego con las cadencias. Me abrió un mundo de posibilidades que he usado.
- La obra se grabó en septiembre de 2019 en la colegiata de Zenarruza. ¿Hasta qué punto en una obra así cuenta el escenario?
- En este caso se nota bastante. La colegiata es ideal: su acústica no es demasiado reverberante, pero sí lo justo para mezclar bien las notas. Fue fantástico poder grabar de madrugada y sentir que estaba solo en medio de la montaña con esa música.
- ¿Es importante esa sensación de soledad? Porque aquí no hay una orquesta ni unos compañeros de un grupo de cámara con los que sentirse cómplice.
- Eso enlaza con la naturaleza de la música. En Bach no habla una persona, sino un ente superior. La adjetivación es el gran cambio de la música. Con esta obra te sientes un medio para que fluya el sonido. Luego, con el Romanticismo, llegarán las emociones humanas y contará más el intérprete.
- ¿Qué se siente tras haber llegado a esta cima? ¿Qué retos puede haber en el futuro?
- Esta obra no tiene fin... Quién sabe mi recorrido, si tendré la fuerza suficiente dentro de veinte años para volver a grabarla. Me queda mucho repertorio por abordar, pero entre las cosas que tengo pendientes está seguir investigando sobre esta misma obra. Por utilizar el símil del alpinismo, cuando se sube un ochomil quedan luego otros, y si no siempre se puede abordar la cima desde otra cara de la montaña.
Un proyecto vinculado a un escenario
La colegiata de Zenarruza ha tenido un papel crucial en el ambicioso proyecto de Asier Polo con las Suites para violonchelo de Bach. Así lo destacaron ayer en la presentación del disco tanto Koldo Narbaiza (concejal del Ayuntamiento de Bilbao e impulsor desde siempre de los conciertos anuales en la colegiata) como la directora foral de Cultura, Begoña de Ibarra, y el director general de BBK, Gorka Martínez. Lo ha tenido por el escenario en sí, que aúna espiritualidad y una acústica idónea para la grabación, y por los sucesivos ciclos de conciertos, en los que Asier Polo ha sido un invitado asiduo. En los últimos años, el violonchelista bilbaíno hizo allí el ciclo completo de las suites y de ahí surgió el proyecto de grabarlas. Ayer, promotores y patrocinadores del álbum destacaban con orgullo el hecho de que un músico vasco haya situado su nombre en una discografía en la que están todos los grandes del instrumento de los últimos ochenta años. Un hito en la carrera de fondo que es, en sus propias palabras, la trayectoria de Polo.
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