Nacho Pérez (guitarra), Rober García (batería), María Guadaña (voz), Mey Alean (bajo) y Chavi Ontoria (teclas) Óscar Cubillo

María Guadaña en la noche de los difuntos

Al frente de Los Afiladores, la pelirroja jienense reveló su blues cabaretero, crepuscular y empoderado en la sala Shake!, dentro del programa BIME City

Viernes, 1 de noviembre 2019, 16:21

El séptimo BIME (Bizkaia International Music Experience), un híbrido entre congreso profesional y gran festival bajo techo y otoñal albergado en el BEC, tiene como buena oferta para el público más general su programa «BIME City, con artistas emergentes del panorama local, estatal e internacional en 50 actuaciones en 11 salas». Estos bolos se desplegaron entre el miércoles y el jueves y con entrada libre. El segundo día se respetaron más los horarios que el primero, y entre los seis grupos que catamos ese jueves les contaremos el encuentro un tanto cabaretero con María Guadaña y Los Afiladores en el pub Shake!, que se llenó de gente que acabó fascinada por la propuesta de la jienense.

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Fue un concierto de 8 canciones en 38 minutos en quinteto muy bien integrado, desde el órgano al bajo. María presentaba su primer EP, 'Remedios paganos', que sonó entero. Lo pueden oír en su Bandcamp, , donde lo describen así: «Álbum de debut, 5 cortes sobre el desamor, la muerte, la venganza y la sensualidad». Es un disco muy femenino, donde la pelirroja de pelo corto María Guadaña canta de sus pezones y de sus lunares en canciones distintas, canciones que entona de modo sostenido, dramatizado, trascendente, a veces contenido.

El show arrancó con el blues cabaretero 'La muerte', muy apropiado para el Día de los Difuntos al que ella se refirió y al que nunca llamó Halloween. Tras animar a la parroquia «a gozar hasta que duela», a la segunda alcanzó una cima con 'Caballero', un blues inédito a lo Walkabouts pasados a la piel de toro. «Tened cuidadico que quién os enamoráis», advirtió antes de 'Peregrino', un rock crepuscular a lo Carlos Ann, y en 'Preto', otro inédito, una suerte de blues-rock de nuevo crepuscular, superó en actitud escénica a la andaluza más coplera y comercial Maui.

«Guapa» le dijeron, y «¿a qué sí?» replicó la Guadaña antes de colocarse una toquilla negra para 'La no novia', la otra gran cima de un muy buen bolo, un cuasi vals a lo Julieta Venegas de liberación femenina («he preferido seguir, estar sola y vivir / a estar muerta a tu lado», reza la letra). Continuó el empoderamiento en la hormonal y sexual 'Oxitocina', un blues entre Nick Cave y El Diablo en el Ojo, y remató el repertorio con estos dos rocks: uno fue el tercer inédito, 'Amanece alimaña', en plan Los Labios y Dogo y Los Mercenarios, ambos grupos andaluces, sevillanos, pero sin tanta tralla en ella, pues aquí María hizo de Carmen París roquera en vez de jotera, y el otro rock fue 'Cuanta belleza' para acabar , un híbrido entre Danko Jones y el sevillano Pájaro, donde María canta «quema, quémame».

En la despedida agradeció la andaluza: «Gracias por venir aquí, ya sabemos que hoy hay muchos conciertos y podíais haber ido a cualquier otro». Jo que sí: nosotros acudimos eligiéndola, conociendo su propuesta, y la impresión mejoró el atractivo del disco. Pero la mayoría acudió sin saber nada de ella y salieron más encantados.

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