Borrar
María Bayo, durante una actuación.
María Bayo: «Se está perdiendo el respeto a los artistas»

María Bayo: «Se está perdiendo el respeto a los artistas»

Tras ganarle un pleito a la ABAO, la soprano de Fitero advierte que recurre «para que no salga tan barato echar de una ópera a un cantante por capricho»

Arantza Furundarena

Martes, 24 de abril 2018, 00:22

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En su agenda a largo plazo tiene previstos conciertos en Japón y Suiza. Pero los últimos siete meses los ha pasado preparando el papel de Maria Callas. Cada noche, en el Teatro Borrás de Barcelona, María Bayo se transforma en la Callas para impartir una 'Master Class'.

La soprano de Fitero revindica a sus 56 años «ese plus de arte» que aportan a la ópera las cantantes maduras. Una sentencia ha condenado a la ABAO a pagar a esta reconocida 'mozartiana' más de 3.600 euros por despido improcedente en una ópera de Mozart. La directora musical alegó que su voz no estaba en condiciones. «Tal vez no llegué el primer día al cien por cien -reconoce María- pero para eso teníamos dos semanas de ensayos». Y avisa que seguirá apelando.

¿Ya es fácil meterse en la piel de la Callas?

–Es la primera vez que esta obra, inspirada en las clases magistrales que ella impartió en la Juilliard School en el 71, la representa una cantante de ópera y no una actriz. Hasta ahora cuando a la protagonista le tocaba cantar, se ponía una grabación. Yo canto y es muy diferente, más real.

¿Qué ha aprendido en esta Master Class?

–Frases que ella dice. Por ejemplo: «Cuanto mayor me hago menos sé, pero estoy convencida de que lo que hacemos importa. Si no creyera en eso...» En esto se basa nuestro arte, si no creyéramos en ello ni tuviéramos vocación creo que ya lo habríamos dejado hace tiempo. Es tan sacrificado... Yo misma tuve que sacrificarme y tener a mi hija mucho más tarde que mis amigas o mi hermana. Y estoy convencida de que lo que hacemos importa, que el mundo es mejor, más rico y más sabio gracias al arte.

¿Ha descubierto algo de la Callas que no supiera?

–Su filosofía la llevo conmigo. No voy a comparar su trayectoria artística con la mía, pero en cierto modo hay una similitud. Salimos las dos de un pueblo pequeño, nos costó mucho llegar... Me siento muy identificada con todo lo que dice.

Callas sufrió lo indecible. ¿Se habría cambiado por ella?

–Fue demasiado infeliz. Y yo he buscado en mi vida el equilibrio. Cuando haces una carrera de esas dimensiones dejas atrás muchas cosas. Ella lo hizo y no sé si le compensó. A mí no me hubiese compensado. Al final he encontrado ese equilibrio. Tengo una hija, una pareja... Ahora va a hacer un mes que no me veo con él. No es fácil. Pero hay que compensar. El arte es efímero y más para una cantante. Callas en los últimos diez años de su vida artística destruyó su voz. Creo que ella no consiguió ese equilibrio.

Pero se convirtió en un mito.

–A un precio demasiado alto. Yo lo que soy es gracias a esta carrera, en la que he aprendido muchísimo. Salí de un pueblito de 3.000 habitantes, no hablaba idiomas... Empecé en el conservatorio a los 17 años. Y hoy hablo alemán, italiano, francés y me defiendo en inglés. No soy un mito, pero sí una cantante con una carrera importantísima que muy poca gente ha hecho. Y eso sin renunciar a mi vida personal.

Será que nunca se le cruzó un Onassis...

–Bueno, cosas en medio ocurren, ja, ja, ja... Pero eso lo dejaré para las memorias.

¿Y qué tal se le da hacer de diva?

–Lo que Callas transmite aquí no es divismo sino perfección por el arte, ese arte que te domina. No se me hace difícil transmitir eso. Pero ella era mucho más autoritaria que yo.

Hablando de autoridad, es madre de una adolescente...

–Y es difícil porque yo noto que tengo demasiado carácter y eso a veces no es bueno para los hijos de los artistas. Intento ponerme más a su altura y que no le afecte, que no le pase factura.

¿Hay menos divismo de lo que se cree en la ópera?

–La Callas dice en la obra: «En el teatro siempre he parecido alta y eso que tengo las piernas cortas». Es algo que a mí también me ocurre. Soy pequeñita, pero cuando me ven fuera del escenario me suelen comentar que parezco mucho más alta. La diva se hace arriba, en el escenario. Pero yo a la diva la dejo colgada del perchero del camerino. En cuanto dejo el camerino vuelvo a ser la María de Fitero.

¿Cómo se blinda de los halagos de los que la ven como diva?

–Gracias a Dios creo que he tenido los pies en el suelo, me los ha puesto mi familia y me los sigue poniendo mi pareja, porque a él no le gusta nada la diva, le gusta la mujer. Se sabe muy bien cuando se te acercan por lo que se te acercan. Y hay que ser muy diplomática en esta profesión. A veces no lo consigo, porque se me nota mucho lo que siento, pero lo intento.

¿Está satisfecha con la indemnización que debe pagarle la ABAO?

–Hubo una injusticia total. La directora artística me rechazó. Solo trabajé día y medio. Y no tuve detrás a una ABAO que me respaldara. Por eso les llevé a los tribunales. Ahora voy a seguir apelando. El dinero no es lo más importante. Yo estoy muy satisfecha de que me hayan dado la razón. Pero soy una persona con una reputación intachable, en toda mi vida no me había pasado nada parecido. Y todo por el capricho de una señora...

Keri-Lynn Wilson, directora musical canadiense.

–Exacto, en el montaje de Don Giovanni que se hizo en Bilbao el año pasado. Esta señora no ha hecho casi nada de Mozart y yo llevo haciendo Mozart toda mi vida por todo el mundo, incluidos muchos años en el festival de Salzburgo. Creo que era la primera vez que hacía esa obra y tengo que soportar que llegue un día y al siguiente diga que no me quiere.

¿Se lo dijo así, a la cara?

–Le hice venir a mi apartamento a decírmelo a la cara. Y vino con el director artístico, que fue quien me contrató. Me dijo que creía que era lo mejor para mí. Le contesté que yo sé lo que es bueno para mí y que me dejara trabajar. No me dejó. Es importante que esa cláusula no puedan volver a ponerla en los contratos porque es excesiva e injusta. Determina que si el director musical lo decide puede prescindir de un cantante. Quiero que cueste caro aplicar esa cláusula, porque si no, por 3.000 euros te van a mandar a casa.

¿Esa cláusula es habitual en los contratos?

–Sí, pero aquí hay un fallo importante del director artístico. Esto que me ocurre a mí suele ocurrir a menudo pero hay un director artístico que está cubriendo al artista detrás. Porque hay muchos caprichos que pueden ser tanto del director del orquesta como del director de escena, y lo sabemos. Lo de esta señora fue un capricho de un día para otro, ni siquiera se dignó a trabajar conmigo. En un día no pueden echarte de una producción. Es inaudito.

¿Su voz estaba en condiciones?

–De no haber estado en condiciones yo habría sido la primera en reconocerlo. La voz es muy delicada. Yo había llegado el día anterior. Podía ser que estuviera un poco tocada, no al cien por cien... Pero para eso hay quince o veinte días para ensayar. No me permitió trabajar. El primer día dijo no y el segundo me mandó a casa. Yo sé que esto también ha pasado en el Teatro Real, pero ha estado detrás el director artístico y le ha hecho esperar una semana al director musical para ver cómo evoluciona el cantante. No somos máquinas y por eso tenemos unos ensayos.

¿Le hizo derramar muchas lágrimas esa doña Elvira?

–Que esto te pase en tu tierra es todavía menos comprensible, y teniendo los premios que tengo aquí y la trayectoria intachable que he tenido... Si me hubieran echado Abado o Muti... Pero esta señora es conocida sobre todo por ser la esposa del director artístico del Metropolitan. No es nadie más. Y eso me indigna. Ya es hora de que me oigan también a mí. Además, al día siguiente ya tenían a otra sustituta lo cual te hace pensar cosas muy raras. Fue todo muy injusto y muy feo.

Alguna vez ha comentado que cuando una soprano llega a cierta edad empiezan a prescindir de ella.

–Así es. Y esto no pasaba antes. Las sopranos tenían carreras más largas, porque una cantante con una carrera detrás, aunque pasados los 50 no cante con la misma perfección que antes, te da algo más, que es el arte. Hoy en día parece ser que es un corta y tira. No se valora el arte en este país, no se fomenta en la escuela. En Japón hay un respeto por el artista y por el arte que estamos perdiendo en Europa.

Además de la edad, ¿existe presión por el físico en las sopranos?

–Hay una presión un poco exagerada. En las audiciones ya no quieren fotos solo de la cara sino del cuerpo entero. Es la dictadura de la imagen. Y eso me horroriza.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios