La máquina del tiempo de Abraham Cupeiro funciona con la BOS
El arqueólogo musical gallego representó en el Euskalduna con la Orquesta Sinfónica de Bilbao las melodías de su disco 'Mythos', inspiradas en leyendas que recorren desde Irlanda hasta la India, sobrepasando la Atlántida
El domingo pasado, el trompetista clásico de carrera y arqueólogo musical de devoción Abraham Cupeiro (Sarria, Lugo, 1980) dio un concierto con la banda Banda Municipal de Galdakao (llamada Da Capo) presentando su disco 'Pangea' (2020). Fue una matinal a una hora difícil de compaginar para quien no sea del pueblo, y nos da lástima no haber acudido a Galdakao tras haber asistido ayer sábado al concierto que Cupeiro («un loco gallego», como se autodefinió al final del evento este músico famoso por haber participado en la banda sonora de 'Gladiator 2') ofreció esta vez respaldado por la Orquesta Sinfónica de Bilbao («es fácil hacer música con vosotros», elogió el galego a los maestros de la BOS), ahora presentando su último álbum, 'Mythos' (2024), que al igual que el anterior lo ha grabado con la Royal Philharmonic Orchestra londinense.
Lo del Euskalduna, albergado en la Sala 0B (con aforo de 613 butacas que se veían llenas), estaba ideado como un espectáculo familiar, y cientos de niños a veces parlanchines ocuparon los asientos para disfrutar y hasta fascinarse durante el concierto de 9 piezas en 76 minutos (hora y cuarto, como anunciaba el programa) en los que el compositor e investigador gallego tocó instrumentos antañones (desde la caracola hasta el corno romano; su biografía asegura que domina un centenar de instrumentos antiguos, que su colección supera los 200, y que unos 50, entre ellos el kornyx celta o el aulòs griego, los ha fabricado él mismo, pues también es luthier) y declamó con teatralidad hamletiana, y a veces escapándosele un acento lucense, las leyendas, los mitos, que han inspirado estas bandas sonoras imaginarias, que sonaron evidentemente cinematográficas, con unas orquestaciones que de la sencillez melódica inicial fueron creciendo en dificultad y misterio.
Cupeiro, que en 2024 dio más de 100 conciertos por todo el mundo, desde Tasmania hasta Canadá, este sábado en el Euskalduna ofició cual druida de las sensaciones y de los mundos pretéritos: «el poder de la música es sobrenatural, es la única que te puede trasladar al pasado, es la única máquina del tiempo posible», afirmó. Cupeiro encadenó orquestaciones que del lirismo introvertido de Morricone en 'La misión' se asomaban a la épica de Hans Zimmer ('Requiem por Marsias', donde sopló simultáneamente dos flautas), contó cual bardo batallas de cartaginenses con sus elefantes de guerra asaltando el campamento romano ('Plegaria a Minerva', donde reapareció por el pasillo soplando un gran corno romano para convocar a los legionarios a la lucha), y adoptó el exotismo sinfónico, espectacular y cinematográfico de Dimitri Tiomkin (el sinuoso y hollywoodiense años 40 'Simurgh y la pluma de oro', inspirado en las mil y una noches y la bailarina Sherezade).
El gallego ancestral se acopló a la new age (en la hindú 'El océano cósmico', con momentos violinistas muy John Williams), asimiló lo celta ora para pedir palmas del público ('El señor de la danza', donde sopló una suerte de flauta floreada) ora para ilustrar una leyenda irlandesa sobre el enamorado de una cierva que no era tal ('La leyenda de Sadbh', con el musicólogo tocando la gaita con la BOS, o sea en modo Carlos Nuñez soñando con Beethoven), un guiño al discurso del replicante moribundo en 'Blade Runner' infiltró en su mensaje ecologista apoyado en el mito de la Atlántida, una leyenda que dijo ha sido conocida por los romanos, los esquimales, los hindús… ('Atlantis', más new age, abierta con caracola y luego con Cupeiro de nuevo en el pasillo manejando un alto cuerno de metal rematado por un pez que hizo sonar como una sirena), y a modo de bis regaló una improvisación con la arpista de la BOS (resonante a 'El amor brujo') y una repetición del quinto tema ('El señor de la danza, el de la flauta florida).