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Ibai Marín, donostiarra de 42 años. oscar cubilla

El lado lobuno de Ibai Marín

El roquero donostiarra, ex de los metaleros Hira, se vistió su camisa de piel de leopardo para presentar su reválida, 'Desde lo salvaje', en un Fnac lleno donde dio un concierto estupendo, guitarrero y a tope de volumen

Jueves, 24 de junio 2021

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Este jueves hemos visto el mejor concierto de los muchos que hemos presenciado en el Fnac, un local que nos atrae bastante, por próximo y distinto entre otras razones. Fue el quinto bolo programado para celebrar la Semana de la Música y lo ofreció el donostiarra de 42 años Ibai Marín en formato quinteto eléctrico, con la batería completa y amplificada. Un concierto de verdad, no un bolillo promocional, aunque la veintena de personas presentes permanecieran sentadas. Además duró 57 minutos para 10 canciones de rock en castellano y con similar actitud a la que muestra la mano diestra de Loquillo, Igor Paskual, incluso a su estética, pues Ibai vistió camisa de piel de leopardo, piel que reivindica en la portada del disco 'Desde lo salvaje'.

'Desde lo salvaje' es su segundo álbum en solitario (8 piezas, todas en castellano excepto una en euskera; las ocho sonaron en el Fnac), un trabajo muy superior a su debut, 'Bidean naiz' (de 2018, con 8 cortes más comerciales y dispersos, mitad en euskera y mitad en castellano; dos espigó para Bilbao). Y decimos que 'en solitario' porque antes Ibai tocaba con los metaleros Hira.

El quinteto en el Fnac lleno ANA SALINAS

Pero su nuevo rumbo rollo es más tranversal. Su rollo exuda rock and roll a dos guitarras (casi siempre dos Fender Telecaster, la solista regalando punteos quedones, desde bluseros hasta sudistas) y atesora el atractivo extra de la segunda voz de la corista Libana. Con él vestido con la citada camisa de leopardo y sus cuatro escuderos de negro riguroso, Ibai Marín rocanroleó a modo (a lo Igor Paskual la primera, 'Hoy brillan mis botas', en plan Los Zigarros argentinizados la segunda, 'Muerde mi soul'), a menudo sugirió un sustrato muy AC/DC ('Arderé', de su primer disco, más tarde 'Knockout', cuando nos contó que su padre era boxeador), se reinventó americanísimo ('Viernes lobo', cuando afirmó que «todos tenemos un lado lobuno» -¡y lo dijo él, que vestía camisa de leopardo, de felino!, ¡y es que los lobos son cánidos!-, de seguido 'Asfixia', «un tema muy duro para mí», confesó), roqueó modernísimo y escandinavo ('Te esperaré', a lo Gluecifer), y en una pieza mejoró a Fito, La Fuga, Rulo y Revólver todos juntos ('Indómitos', con su guiño zigarrero de 'dispárame').

Todo esto fue lo mejor, lo superguapo, y para el final Ibai reservó dos piezas más emotivas y personales: 'El gran golpeador' (de su primer disco, de lírica más sencilla y dedicada a su difunto padre, el boxeador; por cierto, en su guitarra acústica Ibai lleva escrito esa leyenda de 'El gran golpeador') e 'Ist-orio' (la única en euskera de esa cita, en plan comercial yanqui y cantada de modo más melódico, algo habitual en el euskera, y escrita en agradecimiento al pueblo pesquero donde vive hace cinco años y donde ha encontrado la estabilidad, dijo en la presentación). No estuvieron mal estas dos, y por eso salimos pensando que ese había sido el mejor concierto que hemos visto en el Fnac, y no son pocos.

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