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Salió mal en lo comercial y en lo artístico el concierto de los resucitados Ketama (Madrid, 1984-2004, reactivados en 2018) el martes en el ... Palacio Euskalduna: solo había 800 personas (un tercio del aforo total), la frialdad se impuso en el paradójicamente tan esperado encuentro (digan lo que digan, que vaya poca gente a un concierto afecta para mal a los intérpretes, que se retraen), y no se explotó la potencialidad de la gran banda (once músicos: los tres ketameros, dos coristas masculinos, dos metales –al saxo nuestro admirado Ariel Brínguez-, un pianista, un baterista, un percusionista y un bajista jazzero).
No se explotó toda la potencialidad porque tuvieron un mal día por el escaso respetable y, sobre todo, porque el líder, el cantante Antonio Carmona, estaba mal de voz y lo reconoció un par de veces: por culpa de la alergia dijo que la tenía 'jodía'. Además, para hacerse idea del ambiente, por el final dijo su hermano el guitarrista Juan Carmona: «Vamos a disfrutar un poco y a movernos un poco, porque os veo 'dormíos'».
¿Y por qué hubo tan poca gente en el Euskalduna, donde no vimos a ningún gitano entre el público y estos no suelen faltar cuando ofician figuras calés? Pues por ser fin de mes, por lo tardío de la hora (las nueve entre semana: había metros, pero la mayoría de la gente no lo sabía), por anunciar equívocamente que actuarían Sonakay como banda telonera (eso suma tiempo a la hora tardía, aunque a la postre solo su cantante colaboró en la versión de Antonio Vega), y sobre todo por los precios, carísimos para su público, de 30 a 95 €. Como dijo por WhatsApp Iñaki Gallardo: «95 € no son promocionales a la categoría del artista. Pagué menos por Leonard Cohen en pista y con silla. Y Marc Knopfler, Bon Jovi y Bryan Adams andan por los 50. Por los 'Who' pagamos 40 en el BEC». Vaya, Woody Allen estará entre 60 y 90 € en el mismo Euskalduna, pero es bastante peor músico que los de Ketama.
Venga, al lío. Al igual que con Café Quijano el pasado sábado, la gran fiesta de Ketama con muchas luces brillantes y sonido retumbante (en la fila 14 solo oíamos los graves y nada de la voz) pareció impropia para un gran recinto como el Euskalduna, por sus distancias y solemne formalidad. La cosa empezó tanteante y prometedora, por la mitad se tornó desganada, aletargante y morosa, y al final sonaron varios fogonazos movedores, aunque los muy desaprensivos no tocaron 'No estamos lokos', y eso que hubo un atisbo de rebelión popular: la gente se puso a cantar la canción y a silbar y a protestar, pero fue sofocada encendiendo las luces y poniendo música a tope. En fin…
El repertorio lolailo latino de Ketama cursó irregular y sonó tan frío que le dije al empático Pato: «parecen payos, colega». Sí, apenas hubo pellizcos y el duende estuvo ausente en el Euskalduna poco poblado. Y no nos olvidemos que Antonio Carmona salió sin voz, aunque lo intentó contrastar con halagos al auditorio, abrazos y besos a su primo Josemi y su hermano Juan (esto de los abrazos en público es una plaga), e incontestable presencia escénica: el concierto empezó con él cantando entre el patio de butacas y al final intentó prender los ánimos (estábamos 'dormíos', recuerden) bajando otra vez y recibiendo no pocos besos de las fans. Como falló el arte, se intentó paliar con populismo.
Entre retumbes de graves, brillos de agudos, alguna potente intervención solista de los vientos (el saxo de Ariel Brínguez y la trompeta de Carlos Machado), focos polícromos demasiado festivos y más propios de verbena estival, las dos guitarras flamencas poco definidas y la voz diluida, Ketama desenrollaron un repertorio irregular con el ritmo refrenado en el par de momentos solistas de los tocaores. Arrancaron tanteando, con Antonio Carmona dándose una baño de masitas en 'Karta Kanción', revelando que dominaba a la audiencia, y la banda apuntó maneras en la sonera y latina 'Djamana djana', seguido no culminó en un 'Vengo de borrachera' (epítome de neoflamenquito por ellos institucionalizado) y mejor se lo hizo en 'Flor de lis'
Al acabarla dijo Antonio: «Qué bonito suena una guitarra gitana. Ketama no solo es una voz que hoy está 'jodía', son dos guitarras maravillosas que admiro, las de mi hermano Juan y mi primo Josemi», y procedieron a atacar la superlatina 'Loko de amor'. Sin más les quedó la versión de Antonio Vega 'Se dejaba llevar' (con el cantante de Sonakay Yoni Camacho cantando su parte en euskera). Josemi tocó en solitario un instrumental por fin sentado en una silla («grande», le elogiaron al acabarlo); los Ketama volvieron a apuntar a la fiesta en 'Mencanta' (dedicada al padre de Juan y Antonio, el tocaor Juan Habichuela), desganados y leyendo la letra repasaron 'Dame luz' de Antonio a solas (la de ámame, quiéreme…), como en un ensayo de una banda sonera de Puerto Rico pareció la de 'Loko'. Juan Carmona sentado alargó en demasía su momento estelar ('El Camborio', como le motejan a él); 'Problema' fue otro prototipo de neoflamequinto, en plan moruno y alargado recrearon su hit 'Agustito', y el bis estuvo algo mejor con el 'Vente pa Madrid' y a modo de despedida otra pieza latina como 'Ke viene Ketama'. Una pena que no tocaran 'No estamos lokos'… y casi todo lo demás. Bueno, un mal día lo tiene cualquiera.
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