Judith Mateo, profesora, roquera y violinista
A pesar de los pregrabados, funcionó el bolo promocional de la conquense en el Fnac, donde presentó su recopilatorio 'El alma de un violín'
Como ha trabajado de profesora, la conquense Judith Mateo explicó todo muy bien la tarde del jueves en el lleno Fnac, donde presentó a niños, padres, prensa y aficionados su séptimo álbum, el recopilatorio 'El alma de un violín', una propuesta de su discográfica («una de dos, o el presidente de la compañía me vio vieja o en verdad había llegado el momento de publicarlo», confió a la audiencia) cuyo interés ella ha incrementado añadiendo seis cortes inéditos (en total son 21 temas, los estamos oyendo en Spotify, y cubren desde el canonismo celta y la clásica de Vivaldi hasta las versiones de rock anglo –Led Zeppelin, Iron Maiden, Guns N Roses, Evanescence, etc.- y un epílogo con boleros y rancheras -«aunque seamos roqueros, cuando creces te das cuenta de que estos clásicos están muy bien hechos»).
En 28 minutos interpretó 5 piezas. La primera, la céltica y algo Ara Malikian 'Tir nan og', compuesta al volver de su estancia en Irlanda, con ella sola al violín y con el iPad aportando un logrado acompañamiento pregrabado (no parecía una actuación callejera), la expuso luciendo una imagen punk propia de la saga cinematográfica post-apocalíptica Mad Max: botas de caña alta con taconazo y plataforma, vestido corto rosa con motivos de pistolas, peinado con cresta teñida de rubio y sienes rasuradas, y el detalle definitivo, ¡la mascarilla negra! Por cierto, no era la misma estética elegida la víspera, el miércoles, en el Fnac de San Sebastián.
A partir del segundo tema, Judith Mateo, roquera, exprofesora, presentadora de televisión (X Factor) y, claro, violinista, actuó mano a mano con el coriáceo, glamuroso, melenudo y bilbilitano (o sea de Calatayud, Zaragoza) Chusé Joven, cantante de rock, tenor lírico y actor, según se presenta él en su web. Apoyados por los consabidos pregrabados, a dúo a menudo se rozó el karaoke, sobre todo cuando Judith no tocaba, pero la cita siguió estando bien en el medley de dos temas de Soda Stereo a modo de homenaje al rock argentino (con ella bailando junto a él y rasgando el violín a lo The Waterboys), en la primera versión de su carrera (la incluyó en su tercer disco) que fue el 'Dust in the wind' de Kansas revisado con personalidad, y en la cima del set que fue el bolero 'Si nos dejan' (recordé que Los Panchos actuales a veces también usan pregrabados, por ejemplo para la percusión), con Chusé entonando mejor que Bertín Osborne y Judith acoplándose al pregrabado acústico y bolerista después de contarnos que su violín data de 1853 («me pregunto por cuántas manos habrá pasado y si a alguien lo habrán enterrado con él y luego otra persona lo desenterró para venderlo») y de escapársele la expresión de niños horripilantes («se nota que no tengo hijos, ¿eh?, eso lo digo por los que no estudian, que yo he sido profesora», alegó rápidamente). Pena que se dejaran en el tintero el 'Malagueña salerosa', que la hacen tan bien en el disco como los Chingón del cineasta Robert Rodríguez.
El borrón de la cita sin duda fue la versión de AC/DC, eisidisi en la pronunciación de Judith. Pero no porque estuviera fatal, ni siquiera mal, su 'Highway to hell', sino por kitsch, por hortera, por maniobra comercial evidente, por probar si suena la flauta y si toca la lotería del rock. Eso resonó a verbenilla entre el metal y el folk celta, cual engendro sónico en plan el 'Smoke on the party' de Sex Museum que cruza a Deep Purple con los Beastie Boys.
Al presentar esta de AC/DC Judith, toda una profesional, se puso un chaleco de cuero sin mangas (más Mad Max) y acentuó su comunicación televisiva o directamente infantil (había muchos niños, no lo olviden), y al acabarla nos dio las gracias a nosotros por acudir, al Fnac por el buen trato y a su agencia de conciertos, la bilbaína Last Tour, por su buen hacer. Ahora a esperar que regrese con la banda al completo.