Izaro poniendo punto y seguido a su carrera ante 6.500 almas en el BEC
A pesar de la buena acústica y la óptima visibilidad del espectáculo, en el fin de gira de su disco 'Cerodenero' no se cumplieron las altas expectativas ni por el ritmo del show, ni por la ejecución del cancionero, ni por la aportación de los invitados, todos opacados ante la figura de Izaro, ¡incluso Zetak!
Se quedó corto en muchos aspectos el macro-concierto que la cantautora pop euskaldun Izaro ha dado este sábado noche en el BEC a modo ... de fin de gira de su quinto álbum, 'Cerodenero' (23). Se suponía que Izaro iba a abandonar la primera fila de la música durante una larga e indefinida temporada, pero en el mismo BEC anunció que proseguirá con una pequeña gira por Latinoamérica y que luego se concentrará en componer para un futuro álbum. Al final el parón no parece que sea tan largo como se sugería. Ya saben que a Izaro le ha sucedido algo similar a Aitana: que el éxito le sumió en una depresión, paradójicamente.
Este concierto de fin de ciclo de 'Cerodenero' y más allá pretendió ser especial, pero la única que brilló durante toda la noche fue la vizcaína vecina donostiarra de 31 años. Con sinceridad Izaro dio cancha a su grupo base, pero los ensombrece por completo. Invitó a un puñado de músicos jóvenes y los eclipsó a todos, incluso al navarro Zetak, ¡lo que hay que ver! También se quedó corto en agilidad el macro-concierto, pues tanta conversación entre canción y canción refrenó la emoción. Y acudieron 6.500 almas al BEC, donde hemos visto conciertos con más de 15.000 espectadores, o sea menos de media entrada.
El del sábado noche fue un concierto que no superó en líneas generales al resto de la gira, aunque contó con un plus: la pantalla gigante del fondo del escenario, donde tantas veces aparecía hablando y mirando de frente una Izaro que interactuaba con una steady-cam que la seguía más como a C. Tangana que como a Amaral en su actual gira de la 'Dolce Vita'. Esa pantalla fue el mejor truco del macro-concierto, aunque quizá también su uso y abuso demoró el salto de canción a canción.
La del BEC era la cuarta vez que veíamos en esta gira de 'Cerodenero' a Izaro. La mejor fue la de fiestas de Bilbao del verano pasao, y las otras tres estuvieron bien sin más, desde su bolo en Santander ante 222 almas de mayoría femenina hasta el de este sábado ante 6.500 también con mayoría de mujeres (entrando a las 9 menos cinco al BEC, por los anchos pasillo de la feria a este enviado especial le rodeaban 17 mujeres: 1 ante 17, aunque dentro la proporción se ajustó más).
Estuvo apenas bien porque esperábamos más, porque se repitió el mismo esquema de toda la gira (el prólogo de ambiente polar, la parte con ella al piano, el tramo electro y bailado, el pasaje acústico con su banda en plan porche…), porque los invitados no aportaron nada (quizá el primero, Janus Lester, destacó por la sorpresa, y por el contrario la canción más floja de la velada fue la que compartió con Zetak, 'Errefuxiatuena'), y porque canciones que en los diez años o más que llevamos siguiendo a Izaro y que antes eran momentos culminantes de sus directos, este sábado apenas pellizcaron ('Libre' podría ser el mejor ejemplo de esto).
Siempre que vamos a ver a Izaro esperamos que ofrezca algo especial, que dé un concierto que aspire a lo mejor del año, pero lo del BEC, dejando al margen el buen sonido y la buena utilización de las visuales gigantes y la cercanía con el público, no cumplió las expectativas ni de lejos. Sonaron 22 canciones en 115 minutos, y la mejor sin duda fue 'Aquí', con su aire de musical cabaretero e Izaro moviéndose por el amplio tablado. Y bien le quedaron también una íntima 'Eedzddh' al piano colocado al final del provocador (y con la irrupción de Janus Lester), una 'Delirios' híper íntima con la gente coreando con dulzura, el bertso de 'Noizbait', el country de 'Limoiondo' en la parte acústica, la folkie y latina 'Mi canción para Elisa', el pop con querencia al vals etéreo de 'Paris', y el adiós con ella en el seno de una coral dirigida por Xabier Méndez Aretxabaleta para apoyarla en 'Todas las horas'.
Lo del párrafo anterior fue sin duda lo mejor de un show que cursó a trompicones, sin agilidad de canción a canción, no sólo por cambiar de formato y de escenario, y por la necesidad de introducir a los convidados (de piedra ante el carisma de Izaro), convidados a los que regaló muchos, incontables abrazos, y a los que debió de haber presentado con más claridad, sin dar por supuesto que les conocíamos a todos (nosotros sí les conocíamos). Y sobre el resto del repertorio señalemos que en 'Erori', con Izanezin, se notó que la pantalla de fondo no iba sincronizada (nos acordamos de cuando Lola Índigo suspendió por esa razón suconcierto en fiestas de Huesca, pero claro, la Lola lleva playback y se notaría descarado); en 'X eta besteak' Izaro bailó a lo Rosalía; 'Libre' careció del aliento de antaño y no hay que echar la culpa por ello a la colaboradora Olatz Salvador; los txalapartaris Oreka TX y el tecnotrónico gallego Baiuca compartieron protagonismo en 'Xorieri' (los tres en la esquina del provocador); Izaro se diluyó entre las figuras de Miki Núñez y Martin Urrutia en la catalanoparlante a lo Manel 'Escriurem'; no queremos insistir en lo del mate duo con Zetak en 'Errefuxiatuena', pero es que es salir a cualquier escenario el navarro y todo vibra; en la colaboración con la canaria Valeria Castro 'Amiguita como tú', Izaro no se mostró tan superior a su invitada como hace semanas en el Euskalduna, e incluso emuló los gorjeos, los recurrentes trinos de Valeria como en una caricatura; y la intervención de la telonera Olaia Inziarte fue la de otra invitada apocada y opacada ante la figura de Izaro, que brilló este sábado empezando por su sonrisa.
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