Irati Bilbao debería aprender de las fadistas
La cantante duranguesa presentó en la Sala BBK su segundo álbum, 'Bloom', venciendo sus nervios, desplegando sus numerosos talentos y atinando la mayor parte de los 13 temas
La vocalista de jazz Irati Bilbao (Durango, 1992) presentó este sábado en la Sala BBK, poblada por 222 almas (en serio), con muchos familiares y amigos en el patio de butacas, su segundo álbum, 'Bloom' (Errabal, 24; los rectores del sello guipuzcoano, Ubane y Xarra, asistieron al evento desde la fila 4), un repertorio trilingüe, como es ella (inglés, euskera y castellano), representado en un concierto de 13 temas en 95 minutos ejecutados entre el dúo y el sexteto (hubo dos refuerzos: Álvaro Zarzuela, trombonista de Segovia, y Xabier Arriola, trompetista de Lesaka), un concierto sin competencia en Euskadi que casi se cuela en nuestra selecta lista de lo mejor del año 2025.
O sea que comencemos señalando lo mejorable: una vocalista de jazz no puede entrar a escena corriendo hacia el micrófono ni hacer mutis a la misma velocidad; si bebe agua, aunque le coloquen tres botellas cerca, ha de procurar no hacerlo a la vista de la audiencia (basta darse la vuelta); al reaparecer para el bis, el batería debería tener prohibido acercarse a la lideresa y hablarle al oído (parece ser que para pedirle que agradeciera su labor a los técnicos de luces y sonido, citándolos por sus nombres); y, aún sabiendo que estaba nerviosa por la ocasión especial, sobraron muchos comentarios llanos propios de Aitana y de la chavalería actual, que en un macroconcierto te cuentan que tienen sed y banalidades varias que disuelven la magia (y les hacen terrenales, que es probablemente lo que desean trasladar los de la escena pop: «tengo éxito pero soy igual que tú»).
Para adquirir tablas, Irati debería ir a ver conciertos de fado con vocalistas femeninas, mujeres silentes, abstraídas, como en otra dimensión, dotadas de una capacidad litúrgica que horada el ánimo del común de los oyentes y absorbe su atención. Las fadistas no suelen hablar, y cuando lo hacen es con seguridad, solemnidad e incluso cinismo. Ellas siempre por encima del público, nunca a la par, y mucho menos colegueando.
Corramos un tupido velo sobre los párrafos de consejos vendo y para mí no tengo, y centrémonos en la actuación en sí de Irati, que tiene doble titulación superior: es licenciada en Historia del Arte por la UPV, y en Interpretación de Canto Jazz por el Musikene donostiarra, adonde viajaba en tren desde Durango. Este sábado todo lo demás cursó con un nivel entre elevado y excelso. Fue un conciertazo, agraciado por una acústica excelente y una iluminación sencilla pero agradecida. Bueno, señalemos que el primer solo de batería fue demasiado largo, que el reto postrero entre la batería y la voz les quedó flojo, que el último solo del contrabajista fue lo único de la velada que pareció de relleno, que en la primera pieza, 'Bloom', se notó nerviosa a la lideresa (normal, lógico, asumible), y que la novena canción, 'Stoner Hill', amortiguó la buena onda general.
Lo no consignado hasta aquí resultó sobresaliente. El brillo y talento de la banda, por ejemplo, con músicos del Musikene equiparables en facultades a profesionales cubanos de conservatorio superior (se nos ocurrió en el bolero '¿Hacia dónde?' de Marta Valdés, un tema donde sin barreras idiomáticas se expuso más emocionalmente la duranguesa). Destacaron también el ya citado sonidazo de la Sala BBK este sábado, y los scats o improvisaciones vocales de Irati, que dijo que oyó por primera vez hacer eso a Ella Fitzgerald y ella misma quiso convertirse en cantante hacer lo mismo. Y a Ella Fitzgerald remitió en momentos magníficos como 'I fall in love too easily' y 'The first time I heard Ella'.
Pero lo de Irati Bilbao, también cantante de Sarrabete, Jazzbana Ensemble y Bilbao Lindy Band, no fue una mera imitación. Sirva para demostrarlo su creación muy de musical, muy teatral, interpretada con eminente inspiración, titulada 'Anxious' («esta canción trata de cuando no te pasa nada y crees que te está pasando de todo. Ahora que se habla tanto de la salud mental…»). Otros números sobrenaturales fueron el velocísimo 'I'm hip' o el swing en plan Dee Dee Bridgewater o Jazzmeia Horn con vocalización voladora 'Devil may care', o en el reverso estético el más templado a lo Stacey Kent / Madeleine Peyroux 'Intimate' (aquí dijo Irati que el verdadero amor se demuestra en la intimidad, y entendimos que se refería al día a día supuestamente rutinario), y la despedida más allá de lo cantautoril del 'Mendian gora' de Imanol.