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Evaristo durante el concierto en el Kafe Antzokia. Óscar Cubillo
El idolatrado, irreductible e incombustible Evaristo

El idolatrado, irreductible e incombustible Evaristo

Gurú del punk, el ex líder de La Polla Records y hoy comandante de Gatillazo, enloqueció el Kafe Antzokia el sábado noche sin parar de lanzar eslóganes rabiosos y con el mérito de no repetirse ni cansarse durante 88 minutos de batalla con las primera filas y más allá

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Domingo, 27 de mayo 2018, 13:16

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Se mascaba la expectación antes del bolazo de Gatillazo (Salvatierra, 2004), el proyecto con el que se gana las alubias Evaristo (Evaristo Páramos Pérez, Tuy, Pontevedra; 13 de junio de 1960, ¡o sea sólo tiene 57 años, por eso mantiene tanta energía!), el exlíder de La Polla Records (Salvatierra, 1979-2003). Este sábado noche en el Antzoki, los chavalillos que no habían nacido cuando se editó su debut 'Salve' (Ohiuka, 1984), buque insignia del rock radical vasco con más de un millón de copias legales vendidas, parecían hechos un manojo de nervios, y entre los veteranos que habían comprado el 'Salve' en casete se veía a varios tambalearse perjudicados por el alcohol que regó una noche que se presentaba como memorable pero de la que algunos pocos se acordarían el día después.

El concierto entrará en nuestra lista de lo mejor del año. Sabíamos que Evaristo iba a estar bien, pero nos sorprendió por su agilidad, su fuerza y su capacidad de pastorear a un público que generó océanos de pogo (ese baile en el que uno empuja al otro se extendió por casi todo el patio), no dejó de corear y de danzar, arrojó por el aire vasos de plástico (alguno acertó al ídolo alavés), se arrimó a Evaristo para corear de su mismo micrófono (al final los de seguridad se relajaron un poco y tuvieron más manga ancha: un espectador se coló hasta la segunda fila del escenario para corear con uno de los dos guitarristas antes de ser desalojado), le abrazaban... Locura coral con 'Txus' (una de las, a ojo, tres canciones que sonaron de La Polla, con 'Johnny' y 'Odio a los partidos', antes de la cual el líder dijo que es del Celta y que el fútbol actual no le motiva).

¿Y que hacía mientras tanto Evaristo ante tanta emoción irrefrenable de su respetable, que llenó el Kafe Antzokia aunque por un pelo no colgó el 'entradas agotadas'? Pues nos enseñaba la barriga, se pegaba collejas y alguna bofetada, ponía inestables poses de yoga. No se le agotaban los eslóganes, reponía fuerzas comiendo fruta en los escasos parones durante los que ponían musiquita de fondo (en alguna ocasión escupió la pulpa contra el público), saltaba, tiraba besos con las manos, nos halagaba («sois los mejores», dijo a menudo, «sois todos guays» soltó una vez, «sois nuestros mejores amigos», dijo al hacer mutis antes del bis), un par de veces bajó entre el público (la segunda creo que se cayó entre la masa amorosa), cantó alguna jota, peroró como el político cántabro Revilla (mismo tono y más concomitancias, en serio), lanzó una botella de agua a una chica que se lo agradeció con otro beso con la mano, llegó a afirmar sobre ellos mismos que «somos un grupo de humor», se volcó acunándose sobre los suyos y entre tanto frotamiento y cariño se largó con un vaso de cerveza en la mano pero se dio cuenta y dijo: «huy, si esto no es mío… soy un jeta, pero no un ladrón...». Grande, Evaristo.

Evaristo salió a escena vestido con una camiseta del Sagrado Corazón (pensamos en Los Lobos del tex-mex) y en quinteto, respaldado por unos Gatillazos que bombardearon con punk and roll coreable con la efectividad de Kaótiko, cantó 34 canciones durante 88 minutos delirantes y rabiosos en los que despotricó y amenazó a políticos, fascistas, religiosos, policías y seguratas (ya, como los que le protegían ese sábado noche)… Su argumentario de siempre sobre personajes bastante periclitados a estas alturas de la película, pero sin dar sensación de repetirse. Ya, en disco Gatillazo y Evaristo suenan demasiado agresivos y más tópicos, pero ver a su líder en directo es un circo donde las fieras se colocan entre la parroquia. No en vano, ya lo hemos escrito, comentó Evaristo: «Somos un grupo de humor». Sí, sangrante.

Evaristo pegado a la peña en la vigésimo segunda, 'El poder del metal'
Evaristo pegado a la peña en la vigésimo segunda, 'El poder del metal' Óscar Cubillo

Las primeras 14 canciones se sucedieron en 34 minutos sin interrupciones ni respiro para nadie. Los Gatillazo arrancaron con rocanrol onomatopéyico ('Parques y jardines'), mejoraron a Reincidentes ('El caos perfecto', la de «capitalismo es sangre») y a Barricada ('Un minuto en libertad'), ejecutaron hardcore ('Fóllate al lider', 'Fosa común') e interpretaron una verbena titiritera ('Lucky Man for You'), nos recordaron a los Ramones ('No love') y a Boikot ('Otra canción para la policía', la de los porqués), y rularon a toda mecha como en los tiempos de La Polla Records ('Mucha muerte').

Y eso, que a las 11.38 de la noche se frenó la máquina y Evaristo comió fruta, respiró y peroró como el político Revilla antes de continuar con buena forma, resonando a Social Distortion ('Cómo convertirse en nada'), dejando caer algunas inflexiones vocales a lo Josele Santiago ('E por si muove'), vinculándose a los Toy Dolls ('Número 1 en USA', la de la limusina; después 'La jota de la derrota' con su leve crítica desencantada a las izquierdas), enloqueciendo a la masa ('Porno en acción'), y asimilando la rabia de los Stooges ('Vendido'), la caña brutal de los Dwarves ('Un poco de respeto', otro óptimo en pleno delirio) y la locura de la Polla Records ('Txus', sí, 'Txus', con los coros totales de ooooooo).

Y en el bis Gatillazo operaron como una patrulla de alta energía, entre los Stooges y New Race (créanselo), con reminiscencias líricas del rock radical vasco ('Hemos venido a divertirnos'), mensajes asumibles ('Esclavos del siglo XXI', la de un trabajo de mierda, una casa pequeña…), y las otras dos de La Polla: 'Johnny', que fue la antepenúltima de la velada, más la última, el hardcore a lo Lendakaris Muertos 'Odio a los partidos'.

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