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La fiesta de la cultura sin barreras
Bilbao La Vieja acoge un espectáculo con niños de entornos desfavorecidos, entre los que destacaban los becados por la Fundación Fair Saturday
El Festival Barreras Invisibles acogió ayer las actuaciones de más de 50 niños en el Museo de Reproducciones. «Elegimos ese espacio concreto porque queríamos que ... fuera en Bilbao La Vieja. Algo cercano y relacionado con el arte», explica Jordi Albareda, director del Fair Saturday. Los protagonistas del evento eran chavales de pocos medios económicos, pero mucho talento y tenacidad. Por el escenario desfilaron 15 apadrinados de la Fundación Fair Saturday y tampoco faltaron los críos de Etorkizuna Musikatan, que estudian en el barrio de San Francisco bajo las pautas de El Sistema orquestal de Venezuela. «Unos y otros compartimos un espíritu común», se felicita Albareda.
El espectáculo -que incluyó música, danza y pintura- terminó con una chocolatada. Padres, niños, amigos y miembros de la Fundación Fair Saturday se endulzaron todavía más la tarde después del éxito de la velada. El calor sofocante no podía con ellos. Más de 150 personas celebraron la buena marcha del programa de mecenazgo para apoyar a chavales de entornos desfavorecidos. Se llama 'Barreras Invisibles' y se ha puesto en marcha en el seno de la Fundación Fair Saturday. Un plan único en España que sufraga los gastos de la enseñanza de disciplinas artísticas y facilita el acceso a eventos culturales.
«Queremos integrar a esos niños en un mundo fundamental para su crecimiento. La cultura es algo esencial», subraya Albareda. La dinámica de 'Barreras Invisibles' es muy sencilla. Cada chiquillo cuenta con el respaldo de siete personas que aportan un total de 49 euros al mes (a razón de 7 euros por cabeza) destinados a pagar las extraescolares, «que de momento son música, danza y pintura, pero ya estamos barajando que haya también teatro y circo». Hay 60 menores en el programa y seis grupos de mecenas.
«Hay que integrar a estos chavales en un mundo fundamental para su crecimiento. La cultura es algo esencial»
Jordi Albareda | Director de Fair Saturday
«Ecosistema saludable»
El proyecto ha contado desde el principio con el apoyo de BBK y recientemente se ha sumado Seguros Bilbao. Entre los mecenas, se encuentra María Luisa Robles, una economista que dejó la logística para trabajar en una consultoría de medioambiente. «En la medida de lo posible hay que hacer aquello que realmente te llena», recalca con total convicción. Muy sensibilizada con la necesidad de proteger y cuidar de la Naturaleza, piensa que la cultura es un elemento más de «un ecosistema saludable». Gracias a su ayuda, una adolescente venezolana estudia violín en el conservatorio de la Sociedad Coral.
Entre los 60 chavales destaca Manu, de 11 años, uno de los primeros que entró en el programa de Barreras Invisibles. Ha terminado el curso en Miribilla Eskola «con todo notables y sobresalientes», apunta su madre, Elixabete García. Además, se le da muy bien el taekwondo y la música. Uno de sus mayores fans es Pirata, un perro blanco y tuerto que le acompaña a todas partes. También cuando se pasa horas tocando 'Beat it', de Michael Jackson.
En la Play Music School empezó con la guitarra acústica, pero no ha tardado en pasarse a la eléctrica. Tiene incluso su propio instrumento, proporcionado por la Fundación Fair Saturday. Es de la marca Hondo, tipo Strato, de un negro elegante. Ayer interpretó el tema principal de 'Piratas del Caribe', con aplomo y gesto reconcentrado. Así es Manu. Un tipo serio y responsable. «Nadie me ayuda a hacer los deberes. Tampoco me agobian con la guitarra. Yo me organizo». Su hermana, Angharad, de siete años, quiere empezar con el piano porque también muestra facultades.
En la casa de estos niños, en plena calle San Francisco, se sigue el lema de los tres mosqueteros: uno para todos y todos para uno. Elixabete los ha educado sola, con muchos apuros económicos: «Trabajo en la cocina del Corazón de María, con los misioneros claretianos, y vamos saliendo adelante». Esa misma cohesión llama la atención en la familia de Ioana Mihalcescu. Nacida en Rumanía, lleva 22 años en España y tiene dos hijos, Antonia y Kevin. Vive en el pueblo alavés de Okendo -«mucho más barato que Santutxu, donde estábamos antes»- y su marido es carpintero-metalista. «También yo estoy ocupada. Limpio en una casa».
La hija de Ioanna estudia piano en la Sociedad Coral y ayer se lució con temas de Shostakovich, Sarah Watts y García Esquivel. «¿Qué quiero ser de mayor? No lo sé. Lo importante es seguir estudiando», razona la chica, de 14 años, sin vacilar.
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