Fermin Muguruza: «Kortatu no se hubiera reunido nunca pero ¡qué tristeza que Iñigo no esté en esta gira!»
El artista de Irún hace repaso por sus cuatro décadas de carrera antes de arrancar la gira internacional en diciembre en Bilbao
Es díficil, si no imposible, repasar a conciencia la carrera de Fermin Muguruza (Irún, 1963) en una sola entrevista. Pocos artistas vascos pueden presumir de ... haber formado dos bandas legendarias y de renombre internacional, Kortatu y Negu Gorriak, así como de haber sostenido después una fecunda carrera en solitario abarcando casi todos los estilos posibles. Para comprender del todo el legado de Fermin y de su hermano Iñigo, fallecido hace cinco años, lo más sencillo es acercarse a 'la línea del frente' de alguno de los conciertos de la gira en la que Muguruza revisitará sus 40 años de carrera. Arranca el próximo 20 de diciembre en Miribilla y recorrerá tres continentes en 2025.
– ¿Cómo se ha concebido esta celebración de sus 40 años de carrera? Iba a ser un concierto en Bilbao y ha terminado en una gira en tres continentes.
– Se ha ido dando sobre la marcha, porque la idea que yo tenía era hacer un concierto de reivindicación, de celebración de esos 40 años que se cumplieron en junio, ya que la primera maqueta de Kortatu es de junio del 84. Ya en 2019 empecé a pensar en hacer algún concierto por mi trayectoria, pero justo ese año llegó la muerte de Iñigo y anulé cualquier plan al respecto, y después llegó la pandemia. Así que opte por hacer la película 'Ainhoa', la segunda parte de 'Black is beltza', en la que rendí homenaje a Iñigo. Y después nos metimos con el documental de las muertes de migrantes en el Bidasoa y yo acabé agotado, no estaba preparado para una gira. Entonces, planteé un concierto en diciembre, aproximadamente en la fecha en que Iñigo hubiera cumplido 60 años.
– Y pensó en Bilbao.
– Sí, lo tenía claro. Vine a ver la despedida de Huntza, no conocía Miribilla y me maravilló, me pareció un lugar perfecto, una olla a presión con la verticalidad de las gradas y la disposición del recinto. Iba a ser un único concierto para el 20 de diciembre y no sabíamos cuál iba a ser la reaccion. Y la verdad es que fue un bombazo, no teníamos confianza de si íbamos a llenar, pero todo se desbordó.
– Estaba claro que había muchas ganas.
– Sí, se agotaron las entradas en segundos y nos empezó a llamar la gente muy enfadada, los amigos quejándose de que se habían quedado sin entrada. No nos habíamos planteado hacer otra fecha al día siguiente porque era Santo Tomás, pero vimos que era posible e hicimos toda la gestión en un día. Fue una locura, se volvieron a agotar en un minuto. Yo no me sentía preparado para hacer un tercer concierto, entonces lo que decidí es anunciar que nos poníamos a estudiar nuevas propuestas ya para el 2025. Entonces, estos últimos meses los he decicado a cerrar fechas en el Palau Sant Jordi, el WiZink de Madrid, y luego Europa y Latinoamérica hasta anunciar ya toda la gira que vamos a hacer el año que viene.
– En junio se atreve a llenar un estadio, el de Anoeta.
– Eso ya va a ser lo más. Yo soy el protagonista, pero a la vez también es protagonista todo lo que ha sido la música en euskera durante estos años, porque al fin y al cabo no existe la generación espontánea. Y esto sucede porque antes que yo empezara con Kortatu hubo también un movimiento musical con Ez Dok Amairu y después, en paralelo, otra serie de grupos que han estado también trabajando conmigo, desde lo que fue el Rock Radical Vasco, con Eskorbuto o La Polla, hasta todas las bandas que sacamos en los 90 con el sello Esan Ozenki.
– ¿Con qué repertorio se va a encontrar el público?
– El criterio que yo he utilizado es que tiene que haber al menos una canción de cada disco de mi carrera, porque al fin y al cabo todo lo que he hecho siempre ha estado atravesado por todo el contexto sociopolítico y cultural del momento. Son crónicas de lo que pasaba a mi alrededor y, aunque tengo algunos trabajos favoritos, para mí todos son defendibles al 100%. En Miribilla van a ser 33 canciones, dos horas y media de repertorio.
– Repasemos por partes su discografía. Las primeras canciones de Kortatu tienen algo de atemporal, siguen enganchando a las nuevas generaciones 40 años después.
– Sí, no hay más que ver el caso de 'Mierda de ciudad'. Yo se la dediqué a mi mierda de ciudad, pero luego todo el mundo la asocia a su mierda de ciudad correspondiente. Es que todavía veo a la gente cantarla con rabia, dando patadas y bailando a todo gas. Es verdad que son canciones atemporales y me va a encantar hacerlas con banda en directo, aunque ya adelanto que 'Mierda de ciudad' no la voy a tocar (ríe). Pero sí estará 'Zu atrapatu arte', que es la primera canción que hicimos en euskera y de hecho tiene incorrecciones gramaticales, pero así se quedó. Esta canción la canta todo el mundo aunque no sepa euskera. Cuando fuimos a México por primera vez en el 92 vimos cómo miles de mexicamos la cantaban y nos quedamos impactados.
– Existe una versión muy curiosa de los colombianos Mojiganga en un euskera macarrónico.
– Exacto, y hay como 30 versiones de todo el mundo, desde México a Italia. También se ha traducido al castellano. Es una canción además que tiene vigencia total hoy en día, son frases cortas que demuestran la rabia y el hastío del momento.
– De seguir aquí su hermano Iñigo, ¿se hubiera reunido Kortatu?
– Nunca. Los dos lo teníamos clarísimo. Pero sí que hubiera venido a estos conciertos porque, de hecho, casi dos tercios del repertorio los hice con él. ¡Qué tristeza inmensa me provoca que no vaya a estar en estos conciertos! Va a haber una presencia suya muy importante en los visuales y vamos a tocar una canción suya que hizo para una maqueta de Negu Gorriak que se llama 'Que corta es la vida'. La cantaba él y tenía un rollo Jimi Hendrix, que era su gran referente. Va a ser imposible no emocionarnos, ya nos está pasando en los ensayos...
– La etapa de Negu Gorriak fue musicalmente muy rica a la par que reivindicativa, en la ola de la eclosión de las causas internacionalistas de finales del siglo pasado.
– Sí. Musicalmente esa paleta de muchos colores ya estaba desde Kortatu y después se fue ampliando. Y lo que ocurrió es que en esa época surgió precisamente uno de los movimientos más disruptivos a nivel musical y dialéctico, el hip hop, que ya aparece en el 87 con unos Public Enemy diciendo que eran las Panteras Negras del rap. Nosotros añadimos cosas de ahí que nos encantaban, así como de otros estilos como el soul o el funky, e incluso las mezclamos con distorsiones de guitarras. También escuchábamos a los Red Hot Chili Peppers y, ya en el 91, salieron Rage Against the Machine y estábamos en una sensibilidad parecida. Sobre el discurso internacionalista, ya aparecía en el primer disco de Kortatu, tocando los dos puntos más calientes de aquella época.
– Sudáfrica y Nicaragua.
– Efectivamente, y de ahí nos fuimos abriendo a otra serie de realidades que íbamos conociendo poco a poco.
– Fue la época del levantamiento zapatista.
– Exacto, nosotros íbamos haciendo referencia en las letras a todas las visitas que hacíamos por Latinoamérica. Pero también por Estados Unidos, donde en la Costa Este nos movimos con Jello Biafra, ex de Dead Kennedys. Y en la Costa Oste fuimos a Washington a hacer un concierto con Fugazi y Chumbawamba, que en el año 92 estaban en la cresta de la ola.
– Un cartel inigualable, visto desde la actualidad.
– Mucha gente daría lo que fuera por estar en ese concierto, aquello marcó un hito y nosotros estábamos allí. Por no hablar de toda la relación que tuvimos con Mano Negra y Manu Chao. Él estuvo en nuestro concierto del Zenith de París y me mandó el primer disco de Mano Negra dedicado, un disco que fue importantísimo. A partir de ahí nos juntamos en todos lados, hasta el punto de llegar a la gran amistad que tenemos, colaborando en hermandad y conociéndonos familiarmente. Ya en el 2003 hice una gira con él de un año entero en la que recorrimos el mundo y que también es histórica.
– Comentaba a este diario Xabi Solano (trikitilari de la banda de Muguruza) que echaba en falta en las bandas actuales el compromiso político y reivindicativo de los 90.
– No lo comparto del todo, lo que creo es que cada generación tiene su manera de expresarse y creo que tiene que ser así, tanto a nivel estético como discursivo. Si te fijas, en los Estados Unidos la gente en los 90, en la época de Public Enemy, gritaba en las manifestaciones 'fuck the police'. Y hace poco me llegó un vídeo de Black Lives Matter en el que la gente se planta ante la policía y les canta una canción de Kendrick Lamar que dice 'Todo va a salir bien'. Es un choque impresionante, para la policía también (ríe), pero como discurso crea nuevas generaciones.
– Un cambio de paradigma.
– Es un cambio de paradigma que a mí me impactó y a la vez aprendí mucho, hay que saber leer todo este tipo de nuevos discursos. Yo soy ahora muy optimista en el sentido de esta nueva generación de músicos vascos que hay. Hay grupos que salen como J Martina que están implicados políticamente, pero luego a nivel estético, incluso también discursivo y musical, son completamente distintos a lo de antes. Te hablo de aquí porque es lo que más sigo concretamente, aunque también me gusta estar muy atento a todo lo que pasa en otros lugares. En general, veo nuevas expresiones y me parece genial. Quizás el discurso no sea tan explícito, pero también es interesante saber leer este tipo de nuevos discursos.
– Y además usted tiene un gran reconocimiento entre las nuevas generaciones, como muestra el homenaje que recibió esta semana en el marco del BIME.
– Para un músico que lleva 40 años en el escenario y que ahora va a revisitar en una gira toda su trayectoria vital, que tres bandas jóvenes como Nakar, Verde Prato y Hofe x 4:40 revisitaran mis canciones es lo mejor que me puede pasar. Quiere decir que mi repertorio no ha perdido actualidad y está presente en estas bandas que ahora mismo tienen un gran empuje. Estoy emocionadísimo y agradecidísimo.
«Vamos a llenar espacios gigantescos cantando en euskera y con autogestión»
– ¿Qué hay de la censura? Usted la sufrió en su etapa en solitario. ¿Sigue pasando apuros para actuar en determinados lugares?
– Cada vez que hablo de este tema, lo primero que digo siempre es que seguimos teniendo una persona presa por cantar, que es Pablo Hasél, y eso es inadmisible, se me revuelve la tripa cada vez que pienso en ello. Es un escándalo que el Estado español tenga un rapero preso por cantar. Luego está mi caso concreto, en el que ahora tengo 10.000 entradas vendidas en Madrid. El WiZink es propiedad de la comunidad autónoma y para mí existía un riesgo de que hubiera, por ejemplo, una llamada directa de Ayuso pidiendo la cancelación. Es algo que puede pasar, pero es muy difícil, estoy sintiendo un apoyo de todos lados muy, muy fuerte, que antes era más tibio. En ese sentido, no puedo estar más agradecido,está claro que esto es una gran victoria a nivel de todo lo que ha sido mi trayectoria y a nivel incluso político. Es decir, vamos a llenar estos espacios gigantescos cantando en una lengua minoritaria como es el euskera, y desde el mundo independiente y de autogestión, con productoras que son locales.
– ¿Ha ayudado el fin de ETA a que su carrera se normalice en España?
– Puede ser. Hay que tener en cuenta que son ya 13 años y ha habido un montón de cambios. Hace un rato en el hotel (donde se desarrolla la entrevista) me ha pedido el director que le firmara el libro que hice con Eduardo Madina, 'Los puentes de Moscú'. Este cómic que hizo Alfonso Zapico sobre mis conversaciones con Madina fue muy interesante en ese momento, ya que era imprescindible construir puentes de comunicación. Creo que fuimos de los de los primeros en hacerlo. He invitado a Madina a mi concierto de Madrid y me ha dicho que vendrá.
– ¿Ve estables esos puentes 13 años más tarde? ¿Hay quien los amenaza?
– Hay mucha gente que los sigue intentando dinamitar, como Ayuso cuando dice que 'ETA está más fuerte que nunca'. ¿Pero cómo se puede decir esa insensatez? Sin embargo, esos puentes se siguen transitando y fortaleciendo y hay un futuro que ya se puede vislumbrar. Por supuesto, sigo defendiendo que los presos que siguen quedando, alrededor de 120, tienen que salir a la calle. Y, claro, también reconociendo que el sufrimiento ha sido por parte de todos. Hay que tener en cuenta que no hay nadie que siga en prisión por ningún tipo de terrorismo de Estado ni por las torturas.
– En ese reconocimiento, ¿no cree que también a la izquierda abertzale le faltan pasos por dar?
– Lo que ocurre es que hasta una organización armada ha dicho reconocer el dolor causado, mientras que por otro lado hay una impunidad, incluso un orgullo en gente como Rafael Vera cuando habla de los GAL. Yo creo que todo el mundo tiene que transitar el camino del reconocimiento, pero es un sinsentido caer en el 'y tú más, y tú menos' o en el 'tu mátaste más, tú mataste menos'.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión