Un felino Coque Malla maullando en las fiestas de Santurtzi
El madrileño regresó a Bizkaia en la gira 'Aunque estemos muertos tour', y en un concierto bueno, sutil y cercano recuperó cuatro títulos de Los Ronaldos
En febrero vimos a Coque Malla, ex de Los Ronaldos, presentando su último álbum, 'Aunque estemos muertos' (23), ante 1.111 almas en la Sala ... Santana 27. Con la pata chula y sentado en un butaca colocada en el centro de la escena, dio un concierto de 111 minutos para 21 canciones, entre ellas las 10 del álbum. Y este lunes regresó a Santurtzi (Santurce decía Coque, ¡como Google Maps!), a las fiestas del Carmen, en la misma gira llamada 'Aunque estemos muertos tour', para dar un bolo creciente en el ritmo de 88 minutos para 16 canciones (ya sólo cuatro cortes de ese disco, pero también cuatro temas de Los Ronaldos), y por fin con la pierna sana, lo que le permitió moverse de modo teatral y felino por la enorme escena.
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Coque habló muy poco: nos dio la bienvenida al show, presentó dos veces a sus músicos, presentó 'Berlín' de modo subrayado, nos llamó queridas y queridos, anunció que volvería el año que viene «aquí» para celebrar el 40º aniversario (de Los Ronaldos se supone, aunque no lo explicitó) con un concierto especial, y poco más.
Y en quinteto bien engrasado, con protagonismo para el guitarrista Amable (se llama así) y con Coque dejándose llevar por calambrazos rollingstonianos, el líder supo ser elegante y singular e inimitable para no ser fácilmente etiquetable, y de tal guisa y con sutilidad asimiló el funk ('Extraterrestre'), deglutió el spoken Word ('La carta'), se adscribió al rock de autor dylaniano ('¿Volverá?'), se enroló en el rock sudista (el clima de conexión especial de la ronaldiana 'No puedo vivir sin ti'), hizo blues luciferino bailando endiablado como Tom Waits ('Todo el mundo arde'), realzó la sutilidad en la redoblada y algo Rufus Wainwright 'La señal', y de Coque como abarcador de estilos y de negritud apropiada sirva de ejemplo el blues-gospelizado (o viceversa) 'Como los gatos salvajes' («maúlla, Santurce, maúlla», pidió, miaauuuu...).
El concierto sonó muy bien, hubo visuales de fondo poco memorables (algún esqueleto, una suerte de Frida Khalo y poco más que se saliera de lo rutinario) y hubo una pantalla lateral que emitía imágenes del concierto para que lo vieran desde lo más lejos de la explanada del puerto, y tras la balada 'Berlín', muy coreada (prefirió describirla como 'calmada', porque alegó que no le gustan las palabras 'lento' ni 'intimista'), llevamos a la traca final, muy rocanrolera, con las ronaldianas 'Adiós papá' y 'Por las noches', el funkito David Byrne / Grace Jones de 'Un lazo rojo' (el del sombrero), y a modo de bis doble, cuando se cambió la camisa de lunares para reaparecer con otra más clara, una de las cimas de la cita que fue 'Guárdalo' de Los Ronaldos (con un cachito del 'Oh, Carol' de Chuck Berry a modo de coda; ¡haberla alargado, Coque!), y para cerrar, destensando todo, apaciguando los ánimos, el ahogamiento en la melancolía intimista, intimista, intimista de 'Me dejó marchar' y su reflexión sobre las oportunidades perdidas y las vidas vacías, ¿no?.
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