A Eric Steckel no se le gastan las pilas
El pirotécnico guitarrista yanqui llevo el blues-rock a otra dimensión sin usar pedales y sin perder la cercanía y la empatía con el público que se acercó al gaztetxe de Zorroza
Acabó el bolazo, y manifestó un espectador de la primera fila: «Vaya conciertazo. Y para cuatro gatos...». Bueno, más de 111 ya estaríamos, y hay que tener en cuenta que el gaztetxe de Zorroza no está en el centro de la ciudad (para llegar debimos buscarlo en el mapa y hacer un trasbordo). Además, Óscar Cine comentó que la entrada no era barata (veintipico euros, pero él estaba encantado con que las cañas grandes se vendieran a 2,50 cada una, ¡y en vaso de vidrio!; el precio era justo a tenor de la calidad ofrecida), y en el metro otro aficionado alegó que para triunfar el bueno de Steckel necesita canciones, «y aparte de las versiones no he oído ninguna», en referencia al estilo pirotécnico y flamígero, como dijo Cine, del héroe de la guitarra yanqui, a quien no se le acababa la batería, no se le agotaban las pilas al disparar incansables punteos en persecución de la épica todotiempo.
Fue un bolo de 106 minutos (hora y tres cuartos más un minuto para la foto final que les sacó en escena un espectador que subió al tablado) para una decena de piezas, difíciles de contabilizar con precisión porque podrían dividirse en varias partes. Por ejemplo las dos primeras se prolongaron con sendos pasajes instrumentales que merecerían ser un tema propio: un rock duro muy Satriani en la primera y un blues eléctrico que temblaba el misterio en la segunda. Y todo lo interpretaba el simpático Eric sin pedales, ni efectos con truco, sino tocando de primera mano mientras ponía caras de flipado y regalaba cientos de sonrisas sinceras.
El yanqui Steckel, nacido en 1990 en Pensilvania y hoy vecino de Los Ángeles, en la otra costa, como informó al acabar, abrió con un tema que nos sonó a ZZ Top y que en realidad era la versión de su 'Waitinf for the bus'. A la segunda el boogie metalero 'Tennessee' nos hizo entender por qué había tangos heavies en el gaztetxe, y a Guns N Roses nos evocó la tercera, 'Take my love to town', un tema cimbreante y melódico de su último álbum, 'Grandview drive' (2020, autoeditado; por cierto, Eric tiene una docena de álbumes y el primero lo publicó con once años).
En power-trio engrasado, percusivo y muy bien arreglado (sólo sobraron los solos de sus escuderos, uno de bajo y por el final uno de batería de más de seis minutos), Eric Steckel versionó el clásico blues 'Born under a bad singn' (con intro muy Robben Ford), al rock de Bob Seger creciente se afilió en otro corte de la novedad, 'Can't you see' (y a Eric no se le apagaba la pasión a la hora de puntear), quizá la cima de la cita fue el instrumental efervescente 'Boogie chillum' (puede que este trallazo fuera el epílogo adosado al tema precedente, vayan ustedes a saber), invitó al guitarrista español Tony Martínez, alias Waka, en una delirante, hipertécnica y apoteósica versión del 'Sex machine' de James Brown, y por el final se fue dilatando bajo el influjo de Stevie Ray Vaughan y Jimi Hendrix saltando al vacío, hasta acabar a las once y dejando al público satisfecho y con ganas de repetir en su próxima visita a Bizkaia, que es lo que cuenta.