La energía y el sentido del humor de Hiromi desbordaron el 47º Getxo Jazz
La pianista nipona, con su grupo Sonicwonder, dio un concierto lúdico, brillante y virtuoso que actualizó la fusión sin vana presunción y con muchas ganas de divertirse
Sólo quedaron 6 entradas sin vender en la taquilla para ver el jueves en el lleno Muxikebarri de Algorta a la pianista nipona Hiromi, protagonista de la segunda de las cinco jornadas del 37º Festival Internacional de Jazz de Getxo. La artista oriental, a veces tan excéntrica, vino con su fácil de asimilar último grupo o proyecto, el llamado 'Sonicwonder' (Maravillasónica), para destapar su disco asociado, titulado 'Sonicwonderland' (Elpaísdelasmaravillasónicas), el cual se recreó en vivo con más vigor e incluso brillo, y cumpliéndose lo que se prometió en la presentación: que sería un concierto con energía y sentido del humor.
La diminuta y risueña Hiromi Uehara, nacida en Hamamatsu hace 45 años, se sentó parapetada tras un piano de cola y dos teclados, y liderando a su cuarteto sobrado de facultades y bien empastado (la trompeta del más que sobresaliente Adam O'Farrill, el bajo eléctrico carrilero de Hadrien Feraud y la batería que parecía de rock de Gene Coye) interpretó 7 piezas en 92 minutos agraciados con un sonido magnífico, oscilantes entre los 80 de plástico y los 70 de la fusión, divertidos por ser claramente traviesos, y retadores entre los músicos y para con el respetable, que aplaudió como en las grandes ocasiones y a cada número con más intensidad.
La primera pieza del bis doble fue una a solas de Hiromi, que improvisó pasando por la clásica, por Gershwin y por más facetas, y las otras seis del repertorio pertenecen al disco de la gira, 'Sonicwonderland'. Con ella sin dejar de sonreír y teniendo a la vista a sus tres fornidos y corpulentos escuderos (¿el trompetista era tres veces más grande que ella, el bajista dos y el tamborero cuatro?), el concierto comenzó con groove comercial ochentero que dejó asomar cierto poso blues ('Wanted'), se volvió lúdicamente loco como si Speedy González colaborara con Los Cazafantasmas ('Sonicwonderland', con fusión y un solo de trompeta más que impactante), y ella saludó en español diciendo que estaba feliz de regresar a Getxo (sí, la vimos en 2014, en trío, y dio un conciertazo sin respiros que nos impelió a calificarla de 'japonuda').
Siguió con 'Utopia' y su progresividad argumental (tras ésta la ovación ya se desbordaba por todo el graderío del Muxikebarri), en 'Trial and error' improvisaron solventes y contentos, en 'Up' la fusión se impuso y sobró algún minuto al solo baterista (al acabar lo comentaron varios espectadores), y ya en el bis, tras el citado número a solas, los hombretones reincorporaron a la jefa para tocar el muy Nueva Orleans 'Bonus stage', que en el disco parece un plagio parcial de la canción 'Vendedor de patrias' del granadino Mundo Chillón, otro al que le sobra sentido del humor (¿le habrá oído antes Hiromi?).