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Dos días, viernes y sábado, han estado Doctor Deseo (Bilbao, 1982) en el llenísimo Teatro Arriaga (1200 entradas agotadas en la venta anticipada cada jornada, ... también las de mala visibilidad, desde donde muchos seguían el show en pie), en la segunda parte de la gira de su disco de seis cortes 'En el brillo de tus ojitos', en lo que es un paseo por teatros llamado 'Suavemente me mata con su canción', como el título de la versión del 'Killing me softly with his song' de Robert Flack, que fue con lo que empezaron este sábado su propuesta de 23 canciones en 115 minutos con el sexteto base pilotado por Francis Díez más tres colaboradoras especiales: Aiora Renteria de Zea Mays a la segunda voz ocasional (ella logró la mayor ovación tras 'Abrázame'), Itziar Sánchez (baile en el trapecio lateral) y Maitane Goñi (Maestra de Ceremonias y actriz con mensajes feministas, uno de ellos apuntando con una pistola a la entrepierna de Francis en representación de todos los hombres).
La actriz en su presentación avanzó que presenciaríamos «un cabaret onírico y sensual» (más lo segundo que lo primero), que nos introduciríamos por un «un laberinto de sexo y ternura» (hubo dos números explícitos, uno de sado-maso como podría interpretar Gurrutxaga con Popotxo y otro masturbatorio fuera de lugar en un evento con muchos niños infiltrados en el aforo), que oiríamos un repertorio «con voz espesa y melodías envolventes», que se apelaría a las «emociones más profundas», y no sé qué de «misterio, sensualidad…» repetida y algo más. Vende bien la moto Francis: cada vez que saca el mismo disco de siempre en la rueda de prensa correspondiente defiende que nunca han hecho cosas así y que hay novedades definitorias.
Y este concierto, aunque se albergó en un teatro, se podría representar al aire libre (con o sin trapecista). apoyado en la alfombra de la música conservadora del sexteto generalmente a medio gas (lo que más descollaron fueron los insertos de saxo y clarinete de Joe González –profesor del Conservatorio de Bilbao- y algunos punteos del nuevo guitarrista Josu Aguinaga), Francis, con sombrero, liga en el muslo y boa glamurosa o cabaretera, fue el foco de atención: bajó cinco veces al patio de butacas a cantar entre la gente («demasiadas», juzgó Iñaki Gallardo, que dice que Doctor Deseo es el grupo que más veces ha visto en concierto, con más de veinte ocasiones, que no son tantas, y es que aunque les vio en el Gaueko ya no les sigue tanto), halagó en público la luminotecnia (al amigo Cape le parecieron buenísimas las luces, pero a Gallardo y al que suscribe mediocres, por sus muchos espacios oscuros, sus excesivos monocromos en azul o rojo…), alertó sobre «la derecha que va a plantear la batalla cultural, como la llaman, en la inmigración y el feminismo, al loro que vamos a ver momentos divertidos» (igual protesta la derecha porque la mayoría de los inmigrantes no son feministas; ¿la actriz Maitane les apuntaría a la entrepierna?), y se esforzó en moverse por el grandísimo escenario haciendo gestos y bailando de modo que nos recuerda de modo recurrente al Woody Allen de sus viejas películas humorísticas, caricaturescas (y no lo ponemos en sentido despectivo hacia Francis).
Francis limitó su teatralidad a sentarse dos veces en una butaca y en ser el objeto de los citados inofensivos latigazos sado-maso, habló lo justo (también dedicó una canción a «la gente que ha luchado para salvar su vida contra el cáncer»), se movió por un escenario más grande de lo normal, y entre las mejores canciones de sus 23 subrayaríamos como las objetivamente mejores 'En tu rincón' (una especie de ranchera en la que bajó por primera vez al patio de butacas), 'Una mujer rota' (en trío con teclas y guitarra), 'Soñar, desear y atreverse' (muy bien su ambiente gótico), y las dos últimas, el soul a lo Percy Sledge 'Lágrimas de placer' (estropeado, entre comillas, por las presentaciones de tantos técnicos) y su mayor hit, 'Corazón de tango' (recibido por el público en pie, la única vez que pasó).
Y entre lírica es-forzada, metafórica pero prosaica, a veces pedante, cada año más sentimentaloide y sin nunca perder de vista lo sicalíptico, también a Francis y los suyos les quedaron bien 'Ahora que estás dormida' (a pesar de versos tipos «Un paisaje de nieve / se acuna en la niebla / con luces de abril»), el medio tiempo 'Antes de que me salve el olvido', la crepuscular 'Abrázame' (con ese final apoteósico con Francis pegando su rostro a la nunca de Aiora en una canción presentada así por el líder: «nunca hicimos canciones tristes, sino canciones para exorcizar la tristeza, para sacarla fuera, y esta se titula 'Abrázame'»), el pop 'Detrás de los espejos rotos' (el tema dedicado a los enfermos de cáncer), y el vals 'Que amanece de nuevo' (con el clarinete onírico de Joe González).
La que le quedó más regular fue la primera del bis, la romántica 'Luna de miel' de Gloria Lasso (en otras ocasiones se la hemos visto resolver mucho mejor). Y la segunda canción fue otra versión, 'Y quieres viajar con ella (Susan)', traducida de Leonard Cohen, que no estuvo mal.
En general estuvo bien el show, aunque Iñaki Gallardo concluyó al salir: «Ha sido normal, no ha habido nada que destacara, piensas en algo y no se te ocurre nada. Y ha sido imperdonable que no toquen 'Balada para una puta', que se adecúa a este formato y antes la hacían siempre». El caso es que estuvo muy bien para sus fans, y se agradece que a la entrada regalaran CDs y DVDs a todos los asistentes.
Esta gira por teatros 'Suavemente me mata con su canción' acabará este viernes 17 de enero en el Olalde Aretoa de Mungia, donde ya están agotadas las entradas.
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