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Metallica ruge en San Mamés
El grupo de California descarga toda su energía en Bilbao ante 45.000 personas rendidas a los mitos del thrash metal
La salida de Metallica atronó tanto anoche que dejó temblando a todos los asistentes al Bilbao Bizkaia Rock Day. Fue una aparición calculada, a pesar ... del ligero retraso con el que iniciaron el concierto, previsto a las 22.00 horas –saltaron al escenario 17 minutos después–, lo que hacía aflorar los pitidos entre los cerca de 45.000 seguidores que se dieron cita en San Mamés y que ya venían cargaditos por la sucesión previa de retrasos con las actuaciones de los teloneros debido a la suspensión a última hora de Weezer y la reorganización de shows.
El cálculo de la veterana banda americana vino por la canción elegida para empezar su espectáculo: 'Whiplash'. Casi nada, tralla pura y dura, y encima lo hicieron sobre la pasarela que se mezcla con el público, donde tenían montado un segundo set de batería. Los cuatro músicos en comunión con el rockerío, pegados a las primeras filas, y a toda pastilla en el repertorio. Así arrancaron anoche en La Catedral. Gran ovación, la primera de las muchas que recibieron durante sus dos horas de entrega y complicidad con el público. Y en gran forma, pese a la incertidumbre provocada por la cancelación por covid de su cita en Suiza el miércoles pasado.
'Whiplash' supuso regresar al primer disco, 'Kill'Em All'. Por algo los californianos están celebrando su 40 aniversario en un gira que les ha llevado hasta Bilbao de nuevo –su debut fue en el BBK Live de 2007–. Y recordaron con ese tema qué les hizo distintos: su enfrentamiento al manierismo que triunfaba en el heavy. Nada de melenas cardadas y voces atipladas; mejor rock acelerado, sucio, broncoso, thrash metal. Un rugido en San Mamés.
Los fans alzaron sus brazos en el instante en que James Hetfield empezó a rasgar las cuerdas de su guitarra. La máquina infernal de Metallica echaba humo con Lars Ulrich a la batería, acoplado al bajo de Robert Trujillo, y con la precisión del guitarrista Kirk Hammet. «La adrenalina comienza a fluir/ te estás retorciendo/ actúas como un maníaco/ ¡Whiplash! (latigazo)», cantaba un Hetfield en perfecta forma física, aunque la gente estuviera muy pendiente de él por sus últimos bajones de ánimo. Anoche, mediado el concierto, se arrodilló un momento, pero fue para secarse el sudor. Más ovaciones.
«¡Bilbao!», gritaba Hetfield provocando de inmediato el delirio del personal. «¿Are you OK?», les decía. «¿Está Metallica con vosotros? Yo también les quiero, amigos», insistía en inglés. Los 45.000 rockeros que anoche jugaron en San Mamés ya tenían la sangre caliente por la actuación garajera de The Hellacopters, aunque no pudieron disfrutar de los sonidos también fogosos de Weezer porque la banda de Los Ángeles no llegó a tiempo por los problemas con los aviones, según la versión ofrecida por la organización.
Alto voltaje
El show de Metallica enseguida se reveló como un concierto de rock muy ensayado, transmitiendo descargas de alto voltaje durante dos horas. De negro de arriba a abajo –salvo Hammet, que vestía vaquera roja, eso sí, las uñas pintadas de negro–, con la melena de Trujillo atada con cuatro trenzas, repasaron 'Creeping Death'. Buena parte del público coreó los estribillos. Había una apreciable representación de quienes tienen la misma edad que los miembros del grupo, entre los cincuenta y pico y los sesenta, como se pudo ver desde la noche del sábado en la ciudad y en la mañana de ayer, especialmente en el Casco Viejo.
Metallica encadenó un hit tras otro, con una selección escorada hacia lo más enérgico de su repertorio. Tocaron 'Enter Sandman' de una lista de dieciséis temas –trece más tres bises–, en los que apenas hubo resuello. Por lo menos hasta la esperada 'Nothing Else Matters', recibida con júbilo y miles de móviles retratando el instante en San Mamés.
Hetfield marcaba planta con sus guitarras –cambió varias veces de modelo–, delante de su clásico micrófono vintage mientras Ulrich derrochaba ganas. Qué importante es la batería en Metallica y qué gran complicidad emana el dúo compositor Hetfield-Ulrich en directo. Trujillo se movía de un lado a otro del escenario y Hammet se mostraba ágil y certero, cumpliendo a tope su papel de as de la guitarra. Se guardaron 'One' y 'Master of Puppets' para un final apoteósico. ¿Qué concierto fue mejor, el de Kobetamendi o San Mamés? «Metallica fucking loves you», decía Ulrich en la despedida.
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